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Pleno del Parlamento | El relato

La realidad se está haciendo de derechas

Todo lo que están padeciendo cotidianamente cientos de miles de isleños se exagera por la maligna oposición

La realidad se está haciendo de derechas María Pisaca

¿Qué la realidad –sin duda de derechas – es chunga? Pues se le bombardea con cifras. Es una vieja técnica de cualquier gobierno. Incluido el Gobierno presido por Ángel Víctor Torres, vicepresidido por Román Rodríguez y alcahueteado por Casimiro Curbelo. Se incrementan los cierres empresariales, aumentan los desempleados, el paro juvenil alcanza cifras estratosféricas, el turismo canario tiene perdido también el próximo verano, pero para el Ejecutivo el optimismo es su religión, y como toda religión supone una representación falseada de la realidad, una doble verdad, una doble moral y una doble contabilidad basada en la hipocresía y el cálculo farisaico. Todo lo que están padeciendo cotidianamente cientos de miles de isleños se exagera por la maligna oposición – quejarse por un desempleo superior del 25% de la población activa es puro, inocultable vicio -- y quedará desintegrados cuando lleguen los millones, millones, lo oyeron, millones, lo tienen claro millones, una cantidad ingente de millones, muchos millones que nos corresponden en justicia, todos los millones que supimos pedir y negociar, y además mucho más millones de euros de Madrid y de Europa. Cuando uno escucha al presidente Torres, al consejero Román Rodríguez o al involuntariamente chistoso Iñaki Lavandera no puede evitar el temor de no saber comportarse como un rico en un futuro muy breve, cuando los guachinches se reconstruyan en mármol de Carrara, cada asadero incluyan un mínimo de dos vacas y todos disfrutemos de catorce pagas anuales y de aire acondicionado gracias a las placas fotovoltaicas que coronarán nuestras azoteas.

Como es costumbre fue Ángel Víctor Torres el primero que, en las preguntas orales, dejó claro que todo va razonablemente bien en contra de los intentos de los agoreros catastrofistas pagados por el oro de Moscú o de Génova ¿Los miles de empleados públicos hartos ya de interinidad y a los que este Gobierno se vacila al igual que los anteriores? Torres explica que no puede convertirlos en funcionarios por eso de la seguridad jurídica, pero que seguirá dialogando con los afectados. Cuando Pablo Rodríguez –que ayer lo hizo bien, excepto llevar calcetines demasiado cortos – le preguntó por la modestia inversora de obra pública, el presidente se apresuró a recitar un lista en la cual incluyó la última fase del anillo insular de Tenerife, que se licitó a finales de 2018, medio año antes de que Torres prometiera su cargo como presidente. No creo que mintiera. Leyó la relación que algún tolete le había escrito, y Torres no conoce bien el desarrollo político de Tenerife ni sus infraestructuras. Un rato después, Nira Fierro le preguntó al presidente, en uno de sus linsonjeros interrogatorios habituales, por la primera operación quirúrgica en el flamante y aun incompleto Hospital del Sur de Tenerife. “Treinta años después, nada menos que treinta años después, empieza a funcionar este hospital, y ha hecho falta un Gobierno socialista”. Es casi cómico. Dejando al lado el mandato de José Segura, que se pierde en la noche de los años ochenta, el PSOE gobernó ocho años (2011-2019) con Coalición Canaria. ¿No tiene absolutamente ninguna responsabilidad en el retraso del Complejo Hospitalario y Sociosanitario del Sur de Tenerife? ¿Cómo no lo sabe Fierro, que fue asesora del vicepresidente del Cabildo tinerfeño, Aurelio Abreu? ¿No es pertinente recordar la empresa que paralizó el proceso administrativo de la licitación de la última fase siendo consejero de Sanidad, precisamente, Jesús Morera? Es comprensible –hasta cierto punto -- que el PSOE insista en los errores e insuficiencias de CC pero esa pueril insistencia en borrar la responsabilidad socialista en administraciones en las que gobernó con Coalición Canaria – y que incluye el Gobierno autonómico, el Cabildo tinerfeño y el ayuntamiento de Santa Cruz, entre otras instituciones – es más patética que otra cosa.

Se incrementan los cierres empresariales, aumentan los desempleados, el paro juvenil alcanza cifras estratosféricas, el turismo canario tiene perdido también el próximo verano, pero para el Ejecutivo el optimismo es su religión

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Después llegó la pirotecnia de Román Rodríguez. Ya se sabe. Los 1.144 millones de ayudas directas de los 7.000 millones que el Gobierno central dedicará al conjunto de España. Hace quince días Torres dijo que estarían aquí en pocas horas, pero al parecer, mecachis, se produjo un problema con la firma electrónica de la ministra de Hacienda. Pero casi mejor: así termina el Gobierno canario el decreto que regulará la asignación del áureo río de las ayudas directas, que Rodríguez estimó que estaría redactado antes de finales de mayo. Con las ayudas ya impulsadas por el Ejecutivo regional se sumará hasta el equivalente de un 3,3 del PIB. Es mucha pasta, en efecto, aunque no un prodigio en un contexto como este. Bastará con que haya usted perdido un 30% de sus beneficios de 2020 para acceder a las perras, según el vicepresidente.

Todo esto tiene un punto de locura. Por supuesto, muchas de las empresas golpeadas por la crisis de la covid han cerrado. Las ayudas son magníficas y cuanto antes lleguen, mejor, para detener la destrucción de tejido económico y empresarial. Pero Rodríguez (y el Gobierno) le conceden un valor estratégico que no tienen. Las ayudas son para sobrevivir empresarialmente, no para crear una nueva realidad socioeconómica. Nadie sabe si el decreto que preparan los equipos de Rodríguez y Elena Máñez tendrá en consideración los efectos económicos, fiscales y territoriales que causarán inevitablemente las ayudas directas. Como se evitará que se inyecten a empresas zombis y los riesgos de clientelismo que jamás cabe rechazar sin más. La visión más torpe y perversa de las ayudas directas, por supuesto, corresponde a Podemos. Francisco Déniz está convencido de que a través de las ayudas se puede practicar una ingeniería económica y social que nos libre de los malditos turistas, impida la obscena acumulación de capital y llene de begonias nuestros parterres. En todo caso las ayudas directas, incluso si se reparten con la máxima inteligencia administrativa y sensibilidad económica, se agotarán, y si la economía no se ha dinamizado lo suficiente en el plazo de dos años, se tratará de un esfuerzo baldío y muy caro. Las audas directas, tal y como han señalado los economistas más y mejor informados, deben estar acompañadas de una estrategia de desarrollo con inversiones públicas y privadas relevantes sobre una agenda de reformas políticas y administrativas. Y eso son (o deberían ser) los fondos Next Generation.

Déniz, por otra parte, protagonizó uno de los discursos más asombrosos en boca de un diputado de izquierdas en la historia reciente de la Cámara. Lo que ocurre es que como no se le presta demasiada atención y habla bajito, más o menos a su altura, casi nadie se ha enterado. Déniz, en fin, le reprochó a Vidina Espino que hablara de gente angustiada, de colas de hambre, de ruina económica y todo eso, porque “usted sabe que eso no es verdad, usted lo sabe”. En 2015 para los fundadores de Podemos (y para los principales dirigentes de Sí se Puede) las cifras de desempleo y exclusión social en España y en Canarias eran intolerables. Ahora la misma realidad, esa puñetera realidad empecinada en afear nuestros sueños emancipatorios, es mentira. Debe ser mentira. Solo es concebible como mentira. Era Déniz, era Podemos, era la izquierda, dándole la espalda a esa fementida e insoportable realidad que les impugna a diario. Antes la consigna era cambiar esa realidad. Ahora la orden es que la realidad no consiga que los ciudadanos cambien de gobierno.

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