Entrevista | Luis Tosar Actor

Luis Tosar: «El oficio de actor es igual de acojonante con 52 años que con 17»

El actor aterriza en Las Palmas de Gran Canaria para participar mañana en las IV Jornadas del oficio cinematográfico que tienen lugar en el Auditorio Alfredo Kraus a las 11.30 horas

La actividad se enmarca dentro de la programación del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria

El actor español Luis Tosar.

El actor español Luis Tosar. / Pablo Martín/Efe

Martina Andrés

Martina Andrés

Viene a Las Palmas de Gran Canaria para Las jornadas del oficio del Festival de Cine. ¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza cuando piensa en el oficio?

Lo primero que me salta a la cabeza es lo raro que es. Porque es muy extraño y no deja de serlo. Aunque pasen muchos años y uno se acostumbre a trabajar en esto, es verdad que sigue siendo un oficio muy peculiar y que no deja de sorprenderte nunca. Es difícil que, a pesar de la aspereza que uno pueda ir adquiriendo, como puede pasar en vuestro gremio también, que me imagino que el nivel de sorpresa se da en la medida en la que las noticias sorprenden, igual que sorprenden a todo el mundo, y que el mundo gira y de repente se convierte en una cosa inesperada, pues lo nuestro también. De repente, el día menos pensado, por mucho que tengas las cosas mínimamente controladas o estés entrenado, de repente hay un día que por alguna mínima razón, no sale. No sale bien, no acabas de conectarte con lo que estás haciendo, no logras concentrarte... Y algo que hasta ese momento parecía más o menos abarcable, de repente un día se convierte en todo lo contrario. Y no hay manera de explicarlo, porque uno sigue teniendo las mismas herramientas que tenía el día anterior. 

En parte eso también lo hace emocionante.

Sí, lo hace emocionante y también lo hace un poco aterrador. Uno se enfrenta a veces con el mismo miedo que cuando tenía dieciséis años o diecisiete. Que es maravilloso porque uno sigue estando nervioso, sigue afrontándolo como una aventura, como una incógnita, evidentemente con más herramientas y experiencias, pero me llama mucho la atención que siga siendo igual de acojonante con 52 años que cuando tenía 17. 

¿Cree que se romantiza mucho el oficio de actor?

Sí, sobre todo porque ya lo conoces. Y, el oficio, una vez que lo conoces, igual que el periodismo, está muy lejos de ser romántico. Es maravilloso, es una profesión maravillosa la que nosotros tenemos. Y cuando te gusta y tienes vocación, tienes la oportunidad de visitar lugares, en lo que tiene que ver con lo emocional y no, porque también visitas lugares geográficamente hablando, como por ejemplo, venir aquí, algo que te da este oficio, que es maravilloso. Te da la oportunidad de conocer a gente que de otra manera no podrías conocer jamás en tu vida. Y, además, de conocer a gente en unas circunstancias en las que de otras maneras tampoco podrías. Haciendo turismo tú no puedes conocer a gente de la manera en la que nosotros llegamos a hacerlo.

¿Y cuál es esa manera?

Cuando estás contando la historia de determinadas personas que pueden existir y tienes la oportunidad de encontrarte con esas personas, te muestran su vida con una generosidad que no sería posible en cualquier otra circunstancia. Y eso es un privilegio maravilloso. Y luego indagar en la personalidad, indagar en la mente humana, indagar en el corazón de la especie humana, como oficio es un regalo maravilloso, porque te da la oportunidad de conocerte mucho mejor a ti y conocer a tus congéneres, intentar reflexionar más sobre lo que significa ser una persona. Y a día de hoy eso no es una actividad demasiado constante. Vivimos en una sociedad que está construida tan de cara a la galería, de cara a la red social, tan a lo externo y a la imagen que se proyecta, que es muy difícil conocer a la gente en profundidad. Y este oficio es todo lo contrario. Te ofrece eso todo el rato, conocer la profundidad de las psiques y de los comportamientos. Es un lujo, pero no es nada romántico. Uno tiene que aprender a convivir también con lo no romántico, quiero decir, que uno tiene que pasar esa etapa de: 'vale, esto no tiene nada de lo que yo creía que era al principio', y empezar a enamorarte de la otra parte, de la parte del trabajo, de ver que si juntas todo eres mucho mejor que cuando era romántico y solo pensabas en la inspiración, en crear... La creación es al final un cúmulo de horas y horas de oficio y de trabajo. 

¿Usted se lleva los personajes a casa?

A mí me encantaría decir que no lo hago, intento que mi ejercicio sea que no. Pero no soy totalmente consciente de hasta qué punto los personajes habitan en ti. No es algo que controle totalmente. Controlo hasta cierto punto, en lo consciente. Intentas que los personajes no te fagociten. Pero en el subconsciente no sabes hasta qué punto están habitando en ti. Y esto solamente lo averiguas cuando convives con gente. Yo durante mucho tiempo pasaba muchas horas solo al día, con lo cual era muy difícil que me diera cuenta de eso. Luego ya, cuando tuve familia, empecé a contrastar más esto y a notar que pasaba de vez en cuando. Me decían: 'oh, estás un poco raro' o '¿por qué dices esto?' Empiezas a notar que estás en una dinámica que seguramente tenga que ver con el trabajo que estás haciendo en ese momento. Esto es un espejo en el que te reflejas, es muy difícil ser consciente de ello al menos que alguien te lo confronte. Y al hacerte consciente porque convives con gente que te lo hace notar, uno empieza a intentar registrarlo más, en qué momento los personajes empiezan a estar demasiado presentes en tu vida cotidiana. Pero controlarlo yo creo que es muy difícil. El ejercicio consciente lo hacemos todos, acabar de rodar, irse a casa y ya está. Pero, cuánto de eso se queda por ahí danzando solo te das cuenta cuando alguien te dice: '¿Pero por qué dices esto?'

Empezó siendo payaso, ha bailado break dance, tiene un grupo de música... Teniendo tantos intereses diferentes, ¿supo siempre que quería dedicarse a actuar?

No, y precisamente por eso. Probé muchas cosas, las probé todas al mismo tiempo. Desde los 12 y 13 años ya empecé a hacer cosas, break dance, teatro, la guitarra, cantar... En el instituto empecé a hacer cortometrajes con un compañero, que hoy en día es director de cine, el director de Hierro, Pepe Coira, y estudiábamos juntos, hacíamos cortos y nos metimos los dos en el aula de teatro. Ahí empecé a probar. Tuve una banda de música... Hice todo y luego ya empecé a dibujar más el perfil. A partir de la salida del instituto me di cuenta de lo que me interesaba realmente. Me seguía interesando todo, pero me interesaba como algo global. Si hay un momento en el que podía hacer teatro, por ejemplo, y en el que todas las disciplinas pudieran estar, que en algún momento pasó, me parecía perfecto. Pero me empecé a centrar más en la interpretación. Es cierto que la música y la danza, la expresión corporal, siempre han estado muy presentes en mi experiencia teatral. Luego en cine siempre hay menos cabida. Pero también he podido aparecer como músico en cine. Sí, siempre hay algo que acaba apareciendo. 

Viendo lo bien que le ha salido el camino que ha elegido, ¿no le pesan el resto de renuncias?

No, porque uno es también un poco consciente de los talentos que tiene. Y yo creo que tengo un cierto talento para la música, porque tengo oído musical, pero yo he trabajado mucho con músicos, he grabado muchas cosas, he tenido dos bandas y sé lo que es ser músico de verdad. Y sé que yo no lo soy. Yo puedo llegar a ser músico y manifestarme como músico en ciertas cosas, pero tengo muchas limitaciones en esos talentos. Sé lo que puedo aportar y sé que no puedo llegar hasta mucho más allá. Pero lo suficiente como para disfrutarlo, sí.