Canarismos

La vara se endereza cuando es chica

Marcial Morera recuerda que el lenguaje que se emplea en el Archipiélago está supeditado al mundo marinero y agrícola en el que surge 

La vara se endereza cuando es chica

La vara se endereza cuando es chica / La Provincia.

Luis Rivero

Luis Rivero

«Vara» se le llama en el español de Canarias al vástago de la vid largo, delgado, flexible y nudoso donde brotan las hojas y los racimos después de la poda. Se considera una especificidad del significado general en castellano, ya que en el DRAE aparece el término «vara» como rama delgada, como mismo se utiliza esta voz en las islas para referirse a otras ramas de árboles o arbustos como el acebuche [la vara de acebuche es la más preciada en el juego del palo, como nos recuerda aquel aforismo: «al acebuche, no hay palo que lo luche»]. Otra acepción específica de vara es la «vara aguijada» (o «ahijada») que es el palo («lata» en algunas islas) que con una punta de hierro utiliza el boyero para picar o estimular a la yunta.

Es el primero de estos significados al que se recurre en esta frase proverbial que cuenta en las islas con diversas variantes: «la vara se endereza cuando es chica/tierna/verde» o «el árbol/la vara se endereza desde pequeña». Y donde «enderezar» es poner derecho lo que está «cambado». Se dice que una cosa está cambada cuando está torcida, doblada, adoptando la forma comba o arqueada. Esta metáfora que bien podría estar ambientada en la viticultura se emplea para afirmar que los defectos y los malos hábitos se deben o pueden corregir desde el inicio.

Esto es, cuando se habla —por ejemplo— de la educación de los hijos o de corregir un mal comportamiento, es mejor lo más pronto posible, desde la infancia ya que resultan más difíciles de rectificar (enderezar) esos vicios cuando están muy arraigados, pues, como advierte otro dicho afín: «el árbol cambado es malo de enderezar». La imagen subliminal que traslada este símil nos sugiere que el verbo enderezar (poner derecho) implícitamente habla de algo que esta cambado, torcido.

Mientras que «derecho» se asocia con «rectitud» (se dice de la cualidad de recto, de alguien exigente e íntegro en el cumplimiento de las normas de conducta). De hecho, a veces se emplea la expresión «poner derecho a alguien» cuando se reprende severamente por alguna falta o comportamiento inadecuado o lo que es lo mismo: «echarle un rascapolvo» (reprimenda, reprensión).

Por otro lado, la intervención a destiempo, tardía, que impide corregir los defectos (no se puede enderezar la vara), casa también con la idea de la vereda como «camino recto» o «de la recta vía» que en el imaginario sugiere el avanzar correctamente por el sendero de la vida, en la dirección adecuada, y aparece como antagonista del concepto que expresa aquella frase que dice «no hay quien lo meta en vereda». Simbólicamente, la vara (de la vid) se podría parangonar con el «tirso» que es una vara enramada con hojas de parra y hiedra, rematada con una piña en la punta, que a modo de cedro porta como atributo Dioniso, dios de la fertilidad y del vino en la mitología griega.

La frondosidad del tirso nos recuerda la potencialidad de la vara de la vid y que una vez podada, corregida su trayectoria amarrando sus vástagos a los «varejones» de la «latada», corrigiéndolos y enderezándolos, es capaz de crecer derecha y con más fuerza, volviéndose fértil; fecundidad que nos recompensa con sus racimos.

Pero para esto ocurra, hay que hacer las cosas a tiempo porque «las varas —como las personas— hay que enderezarlas cuando están verdes », pues los defectos son difíciles de corregir cuando están muy arraigados.