Educación

Nayra Llonch: «La idea es ir más allá y crear museos en las escuelas»

Doctora en Didáctica de las Ciencias Sociales y del Patrimonio, Nayra Llonch, se referirá, el día 9 de mayo en la Casa de Colón, al valor potencial de dichos centros como espacios de aprendizaje, en el marco de las Jornadas de Educación e Investigación en Museos que organiza la Consejería de Cultura del Cabildo de Gran Canaria

Nayra Llonch Molina es profesora de Didáctica en la Universitat de Lleida.

Nayra Llonch Molina es profesora de Didáctica en la Universitat de Lleida. / La Provincia.

Nayra Llonch Molina, experta en Didáctica de la Universitat de Lleida, estará presente en las Jornadas de Educación e Investigación en Museos que organiza en la Casa de Colón el Servicio de Museos de la Consejería de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, con el propósito de «abordar el diálogo entre museos y educación desde el punto de vista de la educación formal, y, en concreto, poner en valor el potencial que tiene la didáctica del objeto y la alfabetización museística en los centros educativos, desde donde se puede emular a las instituciones museísticas como espacios de educación e investigación».

Con el título Museos en la escuela: un espacio multialfabetizador imprescindible, la doctora Llonch explicará el día 9 de mayo, a las 19.45 horas, cómo incorporar en los procesos de aprendizaje la didáctica del objeto, basada en el aprendizaje reflexivo y en el aprendizaje basado en la investigación, así como recursos relacionados, con ejemplos tan curiosos como las maletas didácticas.

Todo esto «abre caminos insospechados que permiten desplegar el nuevo currículum educativo, basado en situaciones de aprendizaje, tanto para trabajar competencias y saberes de disciplinas específicas, como para fomentar las competencias transversales. La idea es ir más allá y crear museos en las escuelas que, en sintonía con las bibliotecas escolares, puedan convertirse en espacios multialfabetizadores. El propio proceso de creación de dichos museos podría ser considerado un proyecto escolar en el que sería imprescindible la colaboración estrecha de las instituciones museísticas del entorno».

El manual del buen museo

La profesora cree que un manual de buenas prácticas en cualquier centro museístico «debería contener de manera clara y muy prioritaria la máxima accesibilidad a las colecciones por parte del público en todos los aspectos. Esto pasa por poner en el centro al público, sin el cual, los museos no tienen sentido, puesto que pasan a ser espacios de almacenaje, de conservación, de investigación… pero, en ningún caso, museos. Si se obvia o se pone en segundo término a la sociedad, a los visitantes, a la comunidad, los espacios patrimoniales no tienen sentido», advierte.

Y es que, a su entender, «los museos-mausoleo para unas élites no tienen cabida en el siglo XXI, por lo que un manual de buenas prácticas debería no olvidar que debe transferir conocimiento al máximo número de personas y de manera amena, didáctica, integradora e inclusiva». El diálogo con el entorno y la comunidad cercana al museo, así como con la Universidad son otros de los elementos fundamentales para lograr una colaboración o sinergia de éxito, en opinión de esta experta.

Autora de una tesis doctoral sobre el potencial didáctico de la indumentaria y sus museos, lleva más de diez años interesada en este tema, al igual que en el de la evolución de la gastronomía a lo largo de la historia. Pero, ¿qué relevancia tienen ambos aspectos en la contextualización del discurso museográfico?

«Mi conexión con la indumentaria es natural: De manera inconsciente, cuando intento visualizar períodos históricos, recurro a imágenes de indumentaria representadas en cuadros y también en películas históricas. La semiótica del vestir -algo considerado prácticamente banal- es impresionante y la gran cantidad de conexiones que se pueden establecer a partir de un objeto indumentario son alucinantes. Conecta con el género, con la geopolítica, con la tecnología, los cánones estéticos, las creencias… Sirve para, de lo concreto, de una pieza o un conjunto de piezas de indumentaria, representar conceptos abstractos, como monarquía absoluta, ‘higienismo’, revolución industrial, movimiento sufragista, etc.»

Por otro lado, su conexión con el mundo gastronómico es también natural. «La alimentación y sus formas han sido de interés para la antropología, por ser manifestaciones o costumbres concretas, fáciles de visibilizar, cuyo interés último reside en el hecho que conectan con otras manifestaciones de la cultura más inaccesibles», dice. La alimentación sería, a su juicio, un elemento universal biológico-cultural, y el vestir sería un universal cultural, «puesto que todo el mundo se alimenta y se cubre o transforma el cuerpo, lo que cambia es la manera en que lo hacen».

Educación y museos

En la creciente ola de creación de nuevas sinergias entre los conceptos de educación y museo, es necesario tener claro el enfoque de la colaboración que, a juicio de la investigadora, es, más bien, una conexión natural. «Bajo mi punto de vista, no debe plantearse ya como un binomio, esa conexión es condición sine qua non. Yo era muy fan de la anterior definición de museo del ICOM, la de 2007, que dejaba claros los fines de las instituciones museísticas: «fines de estudio, educación y recreo», siendo la educación uno de ellos. Para mí, es el principal, ya que la investigación y el estudio deben estar enfocados a transferir el conocimiento, a educar, y dicha transmisión de conocimiento debe ser atractiva, motivadora, debe apelar al visitante, tanto que sea una opción para su tiempo de ocio», trata de explicar Llonch.

Si bien es cierto que cada vez más los museos de nuestro ámbito territorial realizan importantes esfuerzos en conectar con la educación formal, la profesora piensa que «todavía queda mucho camino por recorrer, especialmente en el ámbito de la educación no formal y en esa conexión directa con la comunidad, que sí se recoge en la nueva definición de museo del ICOM, la de 2022: Con la participación de las comunidades, los museos operan y comunican ética y profesionalmente, ofreciendo experiencias variadas para la educación, el disfrute, la reflexión y el intercambio de conocimientos».

Por último, su reflexión acerca de los retos para lograr una coordinación fluida y exitosa entre ambos conceptos pasa necesariamente por el hecho de que «deberían facilitarse cuantos más espacios compartidos de intercambio mejor. Tal vez, podría comenzarse por fundir dos ámbitos administrativos que suelen ir por separado: patrimonio, por un lado, educación por otro. Tal vez si se concibieran regidurías conjuntas de cultura, educación y patrimonio, en orden puramente alfabético, en igualdad de condiciones, empezarían a cambiar algunas cosas».

Mientras tanto, es importante que en la formación del profesorado se contemple de manera mucho más preponderante de lo que pasa en la actualidad. «Es fundamental que los futuros gestores y profesionales de los museos conozcan en profundidad disciplinas como la interpretación patrimonial, la educación patrimonial, así como el papel social de los museos; puesto que la simbiosis educación-museos solo se dará si todos los trabajadores del museo piensan en clave educativa», concluye la experta.