Otra vez la moneda al aire cayó cruz. Las Palmas encajó una derrota dolorosa en su visita a Gerona (4-2) tras ir ganando por dos goles a cero, y sus jugadores abandonaron el campo de Montilivi sumidos en una profunda depresión tras aguantar desde la heroicidad y bajo inferioridad numérica a un rival que les superó en juego y ocasiones desde el primer minuto del partido.

El purgatorio de Segunda se convirtió ayer en un infierno para los jugadores de amarillo, cuando cedieron tanto el balón como su propio terreno para el disfrute de un conjunto local incrédulo. A la postre con dos jugadores menos y ante un aluvión de ocasiones no pudieron contener la ofensiva local. La tarea se convirtió en misión imposible pero, tanto la goleada como la polémica arbitral, nació de un planteamiento táctico que consistió en ceder el balón y defender metido en tu propia área durante 90 minutos.

Así se maneja el técnico de la UD, Juan Manuel Rodríguez, en su estrategia como visitante y bajo estas cartas astrales, donde la suerte cuenta, navega su equipo. Vivir eternamente instalado en las trincheras. Nadar siempre a contracorriente. Todo es una eterna batalla cuando no se tiene el balón ni se pretende. Lucha, lucha y más lucha.

No habían pasado tres minutos de juego cuando el Girona acumulaba ya tres ocasiones manifiestas de gol; la más clara, la segunda. Una pared dentro del área, con taconazo de Juanlu a Henz, sin la oposición de una defensa en estático, acabó con un remate claro. Corominas superó a Barbosa con una vaselina antes de que Pignol in extremis salvara las naves de un hundimiento prematuro. Era solo el preludio de lo que aconteció en un dominio aplastante del Girona de Raúl Agné.

La UD, bajo la premisa de aguantar atrás y ceder todo el campo a su rival, pecó, en los primeros minutos, en su falta de actitud y carácter. El Girona se frotaba las manos, cuando Moha y Henz, los dos extremos, llegaban una vez tras otra al área amarilla. En el minuto ocho fue el meta argentino, nuevamente el mejor de los amarillos, el que salvó con el pie un remate de Jandro, que con un autopase eliminó las opciones de Herner.

La UD no lo veía claro, hasta que de pronto, se encontró con el primer gol en un remate certero de Vicente Gómez, tras un lanzamiento de córner, en el área chica de Santamaría. La estrategia, esta vez sí empezaba a mostrase determinante.

Una de las grandezas de este deporte reside en su componente irracional. Cuando parece que la lógica es aplastante, nada importa. La matemática engaña cuando no existe una respuesta definitiva. Bajo estas coordenadas es Juan Manuel Rodríguez el que mejor se maneja. El Girona asumió el mando y las ocasiones pero era la UD la que se ponía con una clara ventaja al anotar Vicente su segundo tanto, esta vez tras aprovechar un rechace en un disparo de David González. Corría el minuto 36, el conjunto grancanario acariciaba la gesta pero dos minutos después el nerviosismo se adueñó del juego amarillo.

Una falta indirecta sacada en corto y en globo, descompuso la línea defensiva insular. Un pase por alto terminó en los pies de Coro, mientras la zaga insular parecía congelada, sin saber si atacar el balón o reclamar el fuera de juego. Mientras el equipo rival celebraba su tanto, el equipo en peso protestó la decisión del colegiado, Pedro Sureda, pero fue Juan Manuel el que acabó expulsado en su reclamación.

Roja a Herner

Entonces los astros del técnico de las Alcaravaneras se volvieron en su contra. El rival apretó sin suerte hasta el descanso pero fue a los cuatro minutos de la reanudación cuando el duelo se transformó en una suerte de heroicidad en los límites de lo posible. El detonante fue la expulsión de Herner, cuando, siendo el último hombre optó por derribar al delantero Ion Vélez. El argentino reclama una falta previa del rival por juego peligroso que el colegiado no entendió como tal.

Con diez jugadores y ante un rival que atacaba sin mirar atrás la aventura se tornó en épica. Un inspirado Barbosa evitó con una parada para las hemerotecas un gol seguro en un lanzamiento directo de Jandro en el minuto 51. Barbosa voló para arañar la bola de la escuadra cuando un Montilivi en peso cantaba ya el gol del empate. El acoso era máximo. La UD se sentía, entonces, como un preso cristiano en el circo romano. El león que le encajó el diente fue Coro en el minuto 55, tras un pase de la muerte que propició un mal despeje de Corrales.

Entonces la aparición de Quiroga dio aire al equipo. A través de su juego por alto, la UD se aireó en terreno contrario. Luchó y sacó petróleo de cada balonazo que le mandaban sus compañeros. El partido, de área a área, entró en un vértigo de oportunidades hasta que la Segunda tarjeta a Vicente Gómez, convirtió, con media hora de juego por delante en una auténtica carnicería, en la que Barbosa fue la presa.

La ventaja numérica fue demasiado y la aventura amarilla derivó en la crónica de una muerte anunciada. Primero Javi Castellano salvó un gol cantado. Totolero marcó en fuera de juego y su gol fue anulado, antes de que Moha venciera al guardameta argentino tras un centro al segundo palo. Después, Barbosa volvió a vestirse de santo al sacar con una mano prodigiosa el cuarto, a bocajarro, en un remate de Vélez. La sentencia final fue obra de Nieto en el lanzamiento de una falta que entro lamiendo el poste derecho de la UD Las Palmas.