Si la historia reciente de la Unión Deportiva Las Palmas cayera en manos de un guionista de Hollywood, la película resultante podría ser similar a Moneyball, el film protagonizado por Brad Pitt y que se basa en el trabajo de Billy Beane al frente de los Athletics de Oakland (MLB). "Hay equipos ricos y hay equipos pobres. Y después hay treinta metros de mierda y en el fondo estamos nosotros". Esa declaración tan tajante, creada en la mente de Aaron Sorkin -guionista-, interpretada en la cinta por Pitt y dirigida a los ojeadores de la vieja escuela del béisbol empeñados en no entender la nueva situación de la franquicia californiana, sirve de hoja de ruta en los despachos de la entidad grancanaria, un club que en 2004 se vio al borde del abismo por un agujero económico cifrado en 72 millones de euros y que ahora, casi nueve años después, aparece como ejemplo de buena gestión en la Liga de Fútbol Profesional (LFP).

"Ahora todas las fuerzas están sincronizadas en la misma dirección", apuntan en la UD Las Palmas para explicar el sentido común que impera en cada movimiento. Pero antes de alcanzar este punto en el camino, con el proceso concursal al que se vio sometida la entidad en noviembre de 2004 ya encauzado -a la espera de resolver los incidentes abiertos con un único acreedor, Manuel García Navarro-, la tarea para poner en orden y dar lustre al club ha alcanzado niveles descomunales durante los últimos ocho años, todos con Miguel Ángel Ramírez en la presidencia.

Desde el inicio del concurso -noviembre de 2004- hasta el convenio de acreedores -enero de 2006-, la Unión Deportiva logró fijar la deuda en 24,5 millones de euros. De todos los clubes de España que se acogieron a la Ley Concursal para evitar la quiebra, la entidad grancanaria es la única que ha saldado las cuentas pendientes con los acreedores a partir de la obtención de dos créditos -uno de 21 millones de euros a liquidar en 2027 y otro de 3,5 millones de euros cerrado el pasado verano-. El resto ha optado por establecer un calendario de pagos para finiquitar, poco a poco, los débitos.

Además de la deuda reconocida en el convenio de acreedores, el consejo de administración que preside Miguel Ángel Ramírez ha tenido que resolver durante los últimos años dos pleitos que han generado serios problemas de tesorería: el pago de 627.000 euros a Iñaki Urquijo (pulso que el club ganó en primera instancia en la LFP y que luego perdió en los juzgados tras reconocer la deuda García Navarro) y la condena a ingresar 2,4 millones de euros a Vicente Boluda y Manuel Freire (a pagar en 20 años tras un acuerdo entre los dos empresarios y el presidente).

La deuda heredada

Pese a la deuda heredada, que obliga a destinar casi 1,5 millones de euros anualmente al pago del crédito concedido por la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) para hacer frente al convenio de acreedores, y a vivir en medio de un terremoto económico que sacude a todos los niveles de la sociedad -con el descenso de ingresos y pérdida de patrocinios-, la UD Las Palmas ha logrado durante los últimos siete años cumplir con el presupuesto elaborado cada temporada en curso y ha sido capaz de liquidar, poco a poco, los desaguisados financieros cometidos por otros consejos de administración.

Desde enero de 2006 hasta hoy, la UD Las Palmas ha pagado 14 millones de deuda heredada, se ha mantenido fuera de la lista de morosos del fútbol profesional y se ha asentado en Segunda División con presupuestos que se sitúan por debajo de la media en la categoría. ¿Cuál es la fórmula para el éxito del club que preside Ramírez? "Un trabajo responsable, con el que se ha logrado que no exista un debate sobre la gestión y que ha servido para recuperar la credibilidad del club", apuntan en las entrañas de la entidad.

Pero más allá de los números, la UD Las Palmas ha logrado dar forma a un modesto proyecto deportivo a partir de una apuesta decidida por la cantera. En la última alineación de Sergio Lobera, ante el CD Mirandés, fueron titulares siete jugadores grancanarios: David García, Deivid, Dani Castellano, Nauzet Alemán, Javi Castellano, Momo y Vitolo. Además, también jugaron Hernán y Sergio Suárez. El ejemplo no es un caso aislado, es la pauta de las últimas campañas y ha convertido a la entidad en un modelo a seguir en la LFP también a nivel deportivo.

La apuesta por futbolistas formados en la cantera o reclutados en mercados poco expuestos a los departamentos de captación de clubes de Primera División -como Adrián Colunga o Salomón Rondón- ha ofrecido, además de réditos deportivos, liquidez a una sociedad anónima deportiva (SAD) que en los últimos nueve años ha ingresado casi 15 millones de euros por los traspasos de jugadores como Carmelo (420.000 euros), Aythami Artiles (618.000 euros), Adrián Colunga (2,75 millones), Rondón (3,5 millones primero y luego un porcentaje de un millón de euros por el traspaso del Málaga al Rubin Kazan), Roberto Santamaría (500.000 euros), Saúl Berjón (300.000 euros), Álvaro Cejudo (420.000 euros) y Jonathan Viera (2,5 millones de euros).

Y tras las finanzas y los goles, la UD Las Palmas también ha sido capaz de redactar tres proyectos -con el apoyo financiero del Cabildo de Gran Canaria- para crecer como entidad y afrontar el futuro como una oportunidad para progresar: uno para acercar las gradas del estadio de Gran Canaria al terreno de juego, otro para explotar una de las torres del recinto y uno para contar, de una vez, con una Ciudad Deportiva en condiciones.

Así ha cambiado la UD Las Palmas las reglas del juego, como los Oakland Athletic de Billy Beane en el béisbol, para convertirse en el ejemplo a seguir en el fútbol español. Lo dicen Javier Tebas, Juan Carlos Valerón y cualquiera que conozca lo que se cocinaba en Pío XII hace una década.