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planes de fuga

El arte del pasadizo clandestino

Túneles para huir de la cárcel. Para pasar por debajo del Muro de Berlín. Túneles para huir de un campo de prisioneros, como el que pasó a la historia en ‘La gran evasión’.

ARTE del pasadizo clandestino

Entre toda la literatura que inspiró la fuga del Chapo Guzmán del Penal Federal del Altiplano, la cárcel mexicana de máxima seguridad donde el narcotraficante fue encerrado tras su captura a manos de la Marina Armada, no fueron pocas las páginas dedicadas a cantar las alabanzas del túnel que empleó para escapar. Que la información sobre el corredor subterráneo se abriera paso en la prensa mexicana en momentos de zozobra nacional habla de la excelencia de la obra: en el cautivador universo de los túneles excavados para escapar de prisión, los expertos coincidieron en señalar que el del narco mexicano era un caso aparte. Algunos especialistas llegaron a decir que no era una obra de minería, como es habitual, sino algo del orden de la ingeniería.

El túnel clandestino, pasaporte a la libertad, es un clásico: de la literatura, del cine y de la vida real como ha vuelto a poner de manifiesto la periodista británica Helena Merriman en su libro El túnel 29.

ARTE del pasadizo clandestino

Un fenómeno transversal

El túnel clandestino es eso, un fenómeno transversal: permite saltar de los narcos al Muro de Berlín. Suele llevar a la libertad, y en todas partes hay alguien privado de ese bien. Su existencia suele transcurrir en los márgenes: donde hay túneles hay luchadores, héroes y delincuentes. Hay alguien que lucha por algo y un enemigo al que burlar. En su modalidad de infiltración —los túneles que se construían durante la Primera Guerra Mundial bajo las trincheras enemigas— no tienen menos historia. Un túnel es oscuridad. Hay un arte del túnel clandestino y hay artistas que lo han cultivado.

ARTE del pasadizo clandestino

Las medidas del túnel por el que huyó el Chapo Guzmán eran: 1.500 metros de largo, 1,7 metros de alto y 0,8 de ancho. «El Chapo escapó por un túnel verdadero, esto es, que fueron excavando desde el subsuelo. Se necesitó un sistema guía, de posicionamiento y de topografía bastante precisa, ya que para un kilómetro y medio cualquier desviación de un grado te avienta a varios metros de tu destino», dijeron dos ingenieros entrevistados por el diario mexicano Reforma. Ambos coincidían en que, en su género, era un túnel superior. Corría el mes de julio de 2015 y las fotos del pasadizo saltaron a las páginas de la prensa internacional. Cerca de allí, en Colombia, la obra del Chapo fue saludada con la familiaridad de quien sabe apreciar las menudencias de un trabajo bien hecho.

ARTE del pasadizo clandestino

En la época de los grandes narcos colombianos, a finales de los 80 y principios de los 90, era una verdad aceptada que todas las mansiones de los mafiosos tenían un túnel de escape para ser empleado en caso de redada policial. En las cárceles, las autoridades colombianas tenían trabajo: en 1999 fue descubierto un túnel de 200 metros excavado bajo la Modelo de Bogotá por el que se iban a fugar varios capos recluidos en el pabellón de alta seguridad. «Hay una versión del narco que es la de mecenas —explica Omar Rincón, crítico de televisión, profesor de la Universidad de los Andes de Bogotá y director del proyecto Narcoestéticas—, ya que el narco invierte en proyectos de desarrollo científico, y en este contexto están los túneles, pero no solo los túneles. Pablo Escobar, por ejemplo, fue el creador de la cocaína negra».

Si se acepta que los narcos han conquistado cierta sofisticación haciendo túneles, hay que anotar que no los usan solo para huir, explica Rincón. «El túnel para escapar es el túnel modelo seguridad, pero también está el túnel modelo negocios, que se usa para traficar, y hay hasta túneles premium de negocios que vendrían a ser los que excavan los narcos mexicanos en la frontera con Estados Unidos para traficar con personas». En el caso colombiano, Rincón asocia la pericia para construir pasadizos subterráneos con la vinculación histórica de los mafiosos de la droga con los grandes empresarios del oro y las esmeraldas. «Históricamente el narco está asociado con los mineros, y los mineros son expertos en hacer túneles artesanales».

Túneles de guerra

Puede que no haya contexto más favorable a la excavación de túneles que una guerra, y puede que no haya guerra que haya dado más túneles que la que desencandenó el nacionalsocialismo alemán. La guerra es el territorio de lo clandestino, y el túnel es lo clandestino por definición. «El recurso número uno para escapar de los campos de prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial era el túnel», explica Jesús Hernández, historiador, periodista y autor de más de una veintena de libros sobre la Segunda Guerra Mundial. «Durante la Primera Guerra hubo un auge de los túneles desde el punto de vista militar, porque se excavaba debajo de las trincheras enemigas con el propósito de volarlas con explosivos, y durante la Guerra de Secesión también. Durante la Segunda, desde el punto de vista militar no se utilizaron, pero sí como medios de escape».

No hay túnel más famoso asociado a la Segunda Guerra Mundial que el que construyó un grupo de oficiales aliados retenidos en el campo de prisioneros de Stalag Luft III, elevado a los altares del escapismo carcelario gracias al favor publicitario de la película que reconstruyó la historia, La gran evasión. En marzo de 1944, 76 hombres escaparon por el túnel de 102 metros que habían empezado a construir un año atrás, aunque luego 73 de ellos fueron capturados y 50 ejecutados por orden de Hitler. Si tres huidas exitosas sobre 76 parece poca cosa, Hernández asegura que fue la tónica de las huidas por túneles de aquella guerra: «No era tan difícil construir los túneles y salir por ellos. Lo que era más complicado era abrirte camino a través del país, dado que estabas en territorio enemigo. Debías tener la ropa, la documentación, los mapas… Y con eso intentar salir, lo que al final era prácticamente imposible».

Uno en Arizona

Más allá del túnel Harry que hizo famoso el cine, Hernández menciona otros que han quedado en el olvido. «El túnel más largo de la Segunda Guerra Mundial lo construyeron prisioneros franceses del campo de Oflag II D, en Polonia. Tenía 140 metros. Lo que pasó fue que los alemanes los estaban esperando a la salida, y cuando salió el primer francés directamente lo mataron. Luego está el túnel del campo de prisioneros de la isla de Farm, en Gales, por el que huyeron 80 alemanes que también fueron capturados. O el que hicieron prisioneros de guerra alemanes en un campo en Arizona, en Estados Unidos. Lo disfrazaron como obras de un campo de voleibol y salieron 25 oficiales alemanes. Intentaron atravesar el desierto y algunos alcanzaron a llegar a la frontera con México, pero al final todos fueron capturados».

Más oficio que técnica

A pesar de la evidencia de que hay túneles mejores y peores, y obras maestras como la del Chapo, la construcción de un pasadizo subterráneo para escapar de la cárcel o de un campo de prisioneros no requiere grandes conocimientos. «Si yo estuviera en esa situación y quisiera escapar, lo que quisiera tener al lado es un compañero minero, no un ingeniero, porque para hacer un túnel de estas características no es necesaria una gran tecnología, es necesario oficio. Toda la vida se han hecho túneles en las cárceles picando piedra», explica el ingeniero de Caminos, Canales y Puertos Jordi Julià. «Estamos hablando de túneles de técnica minera, ese es el principio básico», añade. Julià enumera los tres puntos clave que debe tener en cuenta todo constructor de corredores de escape clandestinos: las filtraciones de agua, la ventilación y el revestimiento. Oficio. El que se ha empleado, subraya, desde que los primeros griegos construían túneles, hace miles de años.

Quizá por eso cada cárcel tiene su túnel: porque más que nada requiere ingenio, y el ingenio se aguza ante la adversidad. La literatura sobre fugas carcelarias da la vuelta al mundo, las páginas de los periódicos están llenas de intentos de huida, exitosos y fallidos, pero hay un ejemplo local por antonomasia: la fuga de 45 presos de la cárcel Modelo en la Barcelona de 1978, 45 presos que consiguieron abrirse paso hasta las cloacas y que depararon el impagable espectáculo de brotar como topos por las alcantarillas del Eixample. Un nombre pasó a la historia asociado con el episodio, el de Juan Diego Redondo, Dieguito el malo, el hombre del plan. Un personaje. El túnel, de 18 metros de longitud, fue excavado durante 15 días bajo el hueco del ascensor inutilizado de la enfermería. Nunca se han evadido tantos presos de una cárcel española.

Solo hay otros tuneladores que pueden competir con la fama de los narcos latinoamericanos en la actualidad: los rebeldes de Hezbolá. Son famosos, a su manera, los pasadizos que han excavado para abrirse paso hacia territorio israelí desde el Líbano, y han hecho tantos que son frecuentes los partes de las autoridades de Tel-Aviv dando cuenta de la destrucción de alguno de ellos. La última vez, en 2019, se descubrieron seis túneles en total. Ha sido tal la actividad allí abajo que se ha acuñado la expresión «guerra subterránea», y es una imagen para terminar: topos humanos haciendo una guerra de túneles bajo tierra.

Berlín, 1962

Los estudiantes italianos Mimmo Sesta y Gigi Spina y el alemán Joachim Rudolph idearon la construcción de un túnel para huir de la RDA por el que finalmente escaparon 29 personas. Excavado bajo la calle Bernauer Strasse, medía 135 metros y su historia ha hado lugar al libro El Túnel 29, de la británica Helena Merriman. La foto es de la reproducción del pasadizo hecha en el museo que rememora la hazaña.

Del Líbano a Israel

A principios de 2019, el Ejército israelí informó de la destrucción de una red subterránea de túneles de ataque que la milicia chií de Hezbolá había construido bajo la frontera entre el Líbano e Israel. Los militares destruyeron en total seis túneles, entre ellos algunos con un alto grado de sofisticación, como uno excavado a 55 metros de profundidad que penetraba varias decenas de metros en el territorio de Israel.

Maravillas del narco

El 11 de julio de 2015 tuvo lugar la fuga más famosa de las varias que perpetró, antes de su definitiva extradición a EEUU, Joaquín Guzmán Loera, el Chapo Guzmán. Fue la más famosa por su espectacularidad: el Chapo mandó construir un tunel de 1,5 kilómetros que desembocaba en una casa de 600 metros cuadrados. En la construcción intervinieron ingenieros, mineros, topógrafos y tuneleros. La excavación del pasadizo subterráneo implicó la remoción de 2,562 metros cúbicos de tierra, es decir, lo que pueden cargar no menos de 350 camiones de 7 metros cúbicos de capacidad. El túnel fue construido en dos tramos de 750 metros a partir de un punto situado a medio camino entre el penal y la casa.

La gran evasión

El aviador y líder de escuadrón británico Roger Joyce Bushell fue el cerebro de la operación de fuga de 76 oficiales aliados del campo de prisioneros de Stalag Luft III en 1944, operación inmortalizada en La gran evasión (foto) la película de 1963 de John Sturges. El plan pasó por la construcción de tres túneles, Tom, Dick y Harry: Tom fue descubierto por los alemanes, Dick se usó como almacén y Harry, al final, para escapar.

La Modelo, 1978

Cuarenta y cinco presos de la cárcel Modelo de Barcelona protagonizaron una espectacular fuga el 2 de junio de 1978 a través de un túnel de 18 metros excavado desde la enfermería del penal hasta las cloacas. Al mando de la operación estaba Dieguito el Malo, famoso delincuente que aprovechó el filón de popularidad de aquella fuga para escribir dos libros: La fuga de los 45 y La fuga de los 45 II. Atracos a bancos.

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