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Zigurat

Donald Trump y el anticristo

Lo único que le hace falta a la política mundial es un líder como Donald Trump. Este hijo de emigrantes, y casado con emigrantes, está ganando terreno -fácil- en una maratón que concluirá en julio, cuando los dos partidos convoquen a sus respectivos delegados a la convención para elegir al aspirante a la Casa Blanca. En EE UU es mejor ser rico para llegar a presidente y no solo por las mordidas que reparten aquí y allá, sino porque el elector medio norteamericano lo prefiere rico y poderoso para estar en consonancia con lo que piensa de su nación.

El papa Francisco ha dicho, aunque no hace falta un gran análisis sobre sus exabruptos -que no reflexiones- que el candidato republicano no es cristiano. ¿Por qué? En primer lugar desde que empezó a vislumbrar su posibilidad de llegar a presidente, atacó de forma indiscriminada a los inmigrantes como el mayor mal que se le está haciendo al Estado más poderoso del mundo. El aspirante dedicó palabras -que en Europa ya han costado puestos políticos- a los que esperan en las fronteras de cemento y alambre por una vida mejor. El tenor de los discursos populistas, condescendientes y aduladores, es de tal calibre que se le oyen expresiones como estas: los inmigrantes mexicanos ilegales son como poco "corruptos, delincuentes y violadores". Y en alguien que se llama cristiano desde una base presbiteriana y que cree que su religión es un reino de jauja, es el que pisa al forastero y desde cualquier punto de vista cristiano es inaceptable completamente: la marginación de los seres humanos por su condición de pobres es el primer pilar de la justicia, la primera parada de todo aquel que se diga cristiano. Y si este desprecio por las personas no fuera suficiente, tenemos también delante a un multimillonario que no ha dudad en subir a base de pisar manos ajenas y apretar otras extendiendo su pandemia por todo el país: tiene contactos con el Tea Party y ya sabemos que estos fundamentalistas -por cierto, término nacido en EE UU por movimientos que querían volver a los fundamentos bíblicos- son una grave amenaza para la sociedad. Aquí encontramos otro de los argumentos de Francisco: el capitalismo salvaje, el neoliberalismo llevado hasta la esclavitud de las personas y los pueblos, que mata de hambre, sin educación, sanidad o la desaparición de las culturas autóctonas.

Y si con esto no bastara, su ausencia de proyecto político para la contención de la contaminación mundial, de la protección de los recursos naturales y de la masiva extracción de productos energéticos fósiles, lo sitúan como un autentico depredador. Con estas premisas no solo el papa Francisco ha revelado lo que es normal en él, porque su lucha se ha centrado precisamente en los inmigrantes, en el ambientalismo y en la protección de las culturas oprimidas por el mercado global.

Un ejemplo interesante de la estupidez mental de este presidenciable ha sido enfrentarse a Barak Obama pidiéndole que hiciera público su partida de nacimiento, no sea que sea un criptomusulmán que ponga en riesgo la seguridad del imperio. Desde este punto de vista, Francisco no está muy alejado de la verdad en su critica: diría más: en consecuencia si alguno quería saber qué es el anticristo o qué significa esta expresión, siendo generosos en su interpretación, lo tienen delante: Trump.

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