Opinión | Cartas a Gregorio

La realidad escabrosa

Nunca antes habíamos sufrido programas y reportajes televisivos tan morbosos como los de ahora

El expresidente de EEUU Donald Trump

El expresidente de EEUU Donald Trump / Lev Radin/ZUMA Press Wire/dpa

Me decía un ciego que le gustaba vestirse de azul porque ese color le venía bien con el de sus ojos… Sentido del humor no le faltaba.

Me temo, Gregorio, que los acontecimientos que estamos viviendo en los últimos años pueden habernos influenciado negativamente en la forma de pensar, y en esa especie de humor negro con la que parece que vemos todo.

Nunca antes habíamos sufrido programas y reportajes televisivos tan morbosos como los de ahora. Da la impresión de que nos atraen las series de asesinos y policías en las que se muestran cuerpos destrozados de las víctimas, así como la violencia descarnada de los criminales, y tampoco evitan mostrarnos a personas deformes y operaciones en directo con amputaciones y toda clase de intervenciones en vivo, como en el caso de la serie Diagnósticos extraordinarios.

Otro tema recurrente es el de los juicios y las condenas ejemplares, como en Mujeres asesinas, El criminal de al lado, Crímenes imperfectos o Killer, cuando no les da por ponernos reportajes sobre los países pobres y las injusticias que cometen de la serie titulada Las peores cárceles del mundo.

Todo esto se convierte en una aptitud generalizada. Será por aquello de «mal de muchos, consuelo de todos», que pretende aseverar que las desgracias son más llevaderas cuando afectan a un mayor número de gente, pero siempre recuerdo la actitud de aquella persona que, cuando vio que un amigo se había quedado sin pelo por la medicación que tomaba contra el cáncer, tomó la decisión de pelarse al cero como muestra de solidaridad.

¿Cuándo hemos olvidado palabras como compasión, caridad o pena, Gregorio?

Conozco a una enfermera a la que le gusta regodearse con historias de mal gusto, como cuando me contó que la parte más dura de un vegetal era la silla de ruedas… Qué crueldad.

La violencia provoca más violencia, y cuando televisan que un criminal le ha pegado veinte puñaladas a su víctima, aparece otro que le da cuarenta.

Dice la escritora Elia Barceló, (Alicante, 1957), que: «La ciencia ficción sirve para enfrentarnos con dilemas éticos que no creíamos que fueran posibles».

Y es que, cuando el panorama mundial está dominado por un genocida como Netanyahu, por otro invasor como Putin o por lo que, lamentablemente, nos va a traer Donald Trump si llega a la presidencia de EE UU, no nos queda otra que tomarnos esta realidad tan escabrosa como puro teatro de los horrores.

Lo que no sabemos es si los hechos provocan esta literatura o si es la literatura la que adelanta los hechos que luego descomponen nuestra aptitud.

Es como lo de aquel sujeto que se presentó en su casa imprevistamente y se encontró a su mujer en la cama con su mejor amigo, que cogió una pistola y le pegó tres tiros. Su mujer, ante aquella reacción, dijo sorprendida: «Qué barbaridad, cariño. Como sigas así, te vas a quedar sin amigos…»

Un abrazo, Gregorio, y hasta el martes que viene.