Primer gol del Valencia: Lemos pierde en el centro del campo un duelo individual con Zaza, que supera por piernas con una facilidad pasmosa al uruguayo. Tras el remate del italiano y la parada de Raúl, Vietto marca a placer. Segundo gol del Valencia: Lemos sale de manera inexplicable fuera de su posición a perseguir a Andreas Pereira, que aprovecha el hueco que deja el charrúa para dejar solo a Vietto.

Nadie mejor que Mauricio Lemos refleja el declive de la plantilla de la UD Las Palmas. El central ha pasado de recibir una oferta del Barcelona y ser uno de los mayores activos del club a arrastrarse por los campos de La Liga. Porque los errores, la desgana y la lentitud que mostró en Mestalla ya no son noticia. Es uno de los principales culpables de la sangría de la defensa y, por tanto, de la crisis sin fin de todo el equipo.

Por supuesto que Lemos no es el único responsable -esa lista abarca a todos los estamentos de la entidad-, pero sí es de los más significativos por ser uno de los que apuntaba más alto y ha caído más bajo. En las quinielas de los más optimistas dentro de la entidad entraba traspasarlo por unos 15 millones de euros el próximo verano. No era de extrañar esa previsión después de su prometedora aparición.

Por casos como el de Lemos se explica la contradicción en la que vive la UD. En un año ha pasado de tener una plantilla con la que soñaba con Europa a no valer para mantener la categoría, según palabras de su propio entrenador. Y ni a la sensación que reinaba en el entorno amarillo en enero de 2017 ni a la frase que pronunció Paco Jémez el martes en Mestalla le faltan razones. ¿Por qué? Porque la plantilla está, sencillamente, muriendo de éxito. Y no del éxito de lograr dos permanencias, sino del de desbancar a Quique Setién.

El cántabro le echó un pulso al vestuario y al club hace justo un año con una rueda de prensa tan clarificadora como la de Jémez en Mestalla. "Hay tres jugadores que no van a jugar porque creo que hay cosas más importantes de cara al futuro de este equipo. Hay jugadores que han tenido un comportamiento que no corresponde, he tenido que tomar medidas que creo que son las mejores para el club y para mí", aseguró tras varios días en la Península.

No lo hizo de la manera más correcta, pero el mensaje, en plenas negociaciones para la renovación, era evidente. Para continuar quería controlar los capítulos de indisciplina y tener el control total del vestuario. Así, el club tenía que elegir: respaldar a la plantilla, al entrenador o ejercer de mediador. La elección ya la sabemos todos. Tanto en ese pulso como el que echó después a la dirección deportiva en la disyuntiva De Zerbi-Manolo Márquez

No es casualidad que tras darle semejante poder a la plantilla ésta se haya devaluado tanto. Ahora se quiere arreglar con Paco Jémez, que ha tardado poco en dudar del nivel de sus jugadores. Y los resultados, de momento, no acompañan. Ojalá la UD gane el sábado en Girona y arranque de una vez. Pero si eso no ocurre y hay otro pulso, espero que al menos Miguel Ángel Ramírez recuerde el principal motivo de por qué la UD ha llegado hasta aquí y por qué corre el riesgo de perder tanto dinero.