Crisis migratoria | Rescate en alta mar ‘in extremis’

Más de 30 muertos, 17 días a la deriva y un crucero de lujo en la misma ruta

Los migrantes rescatados por el ‘Insignia’ llevaban varios días sin comida ni bebida

Un crucero rescata un cayuco a la deriva entre Cabo Verde y Tenerife

La Provincia

Dos mundos unidos en el mar. De un lado, los 200 turistas que daban la vuelta al mundo durante seis meses en un crucero de lujo, con el camarote más barato a 40.000 euros; del otro, quienes buscan, a toda costa, tener una vida mejor para ellos y sus hijos. Ambas realidades quedaron unidas en la tarde del miércoles por varias cuerdas.

En medio de la noche, los 200 pasajeros del Insignia pasaron de disfrutar de unas vacaciones idílicas a toparse con la realidad de aquellos que quieren huir de la miseria. Varios de los que lograron salvar su vida afirmaron ayer, en el desembarque en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, que cuando partieron de Mauritania eran más de cien personas. Al menos 33, pues, habrían muerto en la ruta. La oenegé Caminando Fronteras sube el número de desaparecidos. Según los datos aportados por los familiares y que fueron facilitados a las autoridades españolas, en el cayuco iban unos 150 migrantes.

Las 67 personas que sobrevivieron a la travesía –la embarcación fue localizada en la tarde del miércoles a 815 kilómetros al sur de El Hierro– relataron al personal de Cruz Roja que los atendió a pie de muelle que estuvieron en el mar cerca de tres semanas. La travesía, hasta que fueron localizados, se prolongó entre 19 y 21 días. Así lo explicó una de las médicos que los asistió.

Y, además, desde el cuarto día se quedaron sin motor, por lo que estuvieron dos semanas y media a la deriva. Después se les agotó la comida y el agua se les terminó varios días antes de que fueran localizados por un primer buque que, debido a sus dimensiones, no pudo aproximarse a la embarcación precaria de los migrantes pero dio la señal de alarma. Faltó muy poco para que se perdieran en medio del Atlántico y tuvieran una muerte segura.

Varios supervivientes en las carpas de Cruz Roja a su llegada a Tenerife. | | MARÍA PISACA

Varios supervivientes en las carpas de Cruz Roja a su llegada a Tenerife. / MARÍA PISACA

En la mañana de ayer fueron atendidos en cuatro carpas instaladas en la zona del Muelle Sur, junto al lugar donde atracó el Insignia. En su interior las 68 personas que rescató –procedentes de Burkina Faso, Malí, Mauritania, Gambia y Senegal– y tres de los cinco cadáveres que logró recuperar del cayuco. Durante el traslado a Tenerife falleció un sexto migrante. Entre los supervivientes hay tres menores de edad y una mujer embarazada.

Cinco de los migrantes fueron trasladados al Hospital Universitario de Canarias (HUC) y al Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria (Hunsc), debido a su estado de salud.

El Insignia llegó a las 5:00 de la madrugada, dos horas antes de lo previsto. De un lado los supervivientes, de los que algunos pudieron llegar a las carpas instaladas por Cruz Roja por sus propios medios y otros fueron trasladados en silla de ruedas o ambulancias; de otro los cruceristas y por último los tripulantes. Todos con una historia que contar.

Y es que el rescate, de noche, en unas condiciones muy complicadas con olas de hasta tres metros de altura, corrió a cargo de la marinería. Fueron los que se encargaron del izado de los migrantes al buque mediante cuerdas. Uno de ellos, incluso, descendió hasta el cayuco para recuperar a cadáveres.

Los supervivientes son atendidos por Cruz Roja. | | MARÍA PISACA

Los supervivientes son atendidos por Cruz Roja. / MARÍA PISACA

Una operación llevada a cabo en medio del extremo nerviosismo y ansia de los supervientes por acceder cuanto antes al crucero.

En la embarcación de pesca quedaron dos cuerpos que, debido a las circunstancias, no pudieron ser subidos al buque turístico. En su interior se dejó un deflector para facilitar su localización por parte de la Guardamar Urania, de Salvamento Marítimo, y que ya se ha trasladado para tratar de recuperar esos cadáveres.

Fue precisamente el centro de coordinación de Salvamento de Santa Cruz de Tenerife el que dirigió la operación en la que se vio involucrado el crucero de lujo. Al Insignia se le solicitó que desviara unos 100 kilómetros su derrota y auxiliara la embarcación –ya en estado precario– avistada horas antes por el Philipp Oldendorff, de bandera liberiana, que había zarpado desde La Coruña en ruta hacia Brasil. La tripulación del petrolero alertó a las autoridades españolas sobre la situación del cayuco, pero no pudo poner a salvo a sus ocupantes porque las dimensiones del buque, con 254 metros de eslora, hacían peligroso el rescate.

Traslado al hospital desde el Puerto de Santa Cruz. | | MARÍA PISACA

Traslado al hospital desde el Puerto de Santa Cruz. / MARÍA PISACA

Los tripulantes del Insignia aplicaron entonces a rajatabla el protocolo internacional establecido para estas situaciones. Por esa razón María Dolores Septién Terreros, jefa del centro de coordinación de Salvamento de Santa Cruz de Tenerife, y el presidente de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, Pedro Suárez López de Vergara, entregaron ayer al capitán del buque turístico, Stjepan Zuzic, una metopa como reconocimiento por su intervención solidaria.

El responsable autonómico de Primera Respuesta de Emergencia para población migrante de Cruz Roja, José Antonio Rodríguez Verona, explicó que con olas de varios metros de altura y ante el gran tamaño del buque respecto a la embarcación de los migrantes, la maniobra de aproximación tuvo que realizarse con mucho cuidado. Pero, a pesar de la situación, el rescate fue «exitoso», en la medida en que el cayuco no volcó ni se hundió, ni hubo más víctimas.

De los 64 suprevivientes atendidos por Cruz Roja en el muelles santacrucero, cinco fueron derivadas a varios centros hospitalarios con problemas de deshidratación, desnutrición e hipotermia. Y otros once hombres fueron asistidos en el ‘hospitalito’ montado para la ocasión.

Una burbuja rota

Rodríguez Verona explicó que parte de los supervivientes se recuperaron algo en el crucero, gracias a la comida y la bebida ofrecida por la tripulación del Insignia.

Zuzic aseguró que «fue un honor ayudarlos en un entorno complicado, en un procedimiento que duró unas tres horas, que no fue fácil y en el que colaboró toda la tripulación».

Una de las pasajeras estadounidenses, Lea, manifestó a Efe que, tras subirlos al buque, la marinería les hizo quitarse la ropa que llevaban, que fue arrojada al cayuco. A los náufragos les pusieron máscaras, guantes y buzos (monos de trabajo de los marineros), con los que desembarcaron en Tenerife. Desde que fueron izados al crucero de lujo hasta que llegaron a la Isla pasaron unas 30 horas.

Una pareja de pasajeros mexicana, formada por Gila Padilla y Jorge Cotic, admitía ayer que el «impacto» de lo que vieron les «rompió la burbuja de fantasía» en la que estaban, con todas las comodidades a su disposición. «Fue un shock horrible, porque estás con todo y ves a los que realmente les falta todo», aseguró Padilla a Efe.

Con todo, en tierra, el contraste entre las vidas de unos y otros no pudo ser más evidente. Si el primer migrante que abandonó el crucero lo hizo en silla de ruedas, con la cara descompuesta y luchando por no caerse de la misma, los turistas lo hicieron en su mayoría dos horas después, descansados, recién desayunados, limpios y prestos a subirse a las guaguas dispuestas para realizar excursiones por la isla. Una parada más en su vuelta al mundo.