El afelio sitúa a La Tierra en el punto más lejano al Sol: 152 millones de kilómetros

Este viernes, la órbita del planeta lo ha colocado a la mayor distancia de su estrella

Al alcanzar este punto se desplaza más lento de lo habitual: a 29 kilómetros por segundo

Imágenes del Sol este jueves, en el lateral izquierdo se puede ver una llamarada.

Imágenes del Sol este jueves, en el lateral izquierdo se puede ver una llamarada. / Daniel López (IAC)

Verónica Pavés

Verónica Pavés

La Tierra ha llegado al punto de su órbita más lejano al Sol: 142 millones de kilómetros de distancia. El planeta ocupa este lugar en el espacio, conocido como el afelio, cada año, lo que no solo provoca que la incidencia de sus rayos sean menores en unas latitudes y mayores en otras, sino que también supone una ralentización de la velocidad a la que se desplaza el planeta. 

«La Tierra viaja a unos 30 kilómetros por segundo en promedio», explica el divulgador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Alfred Rosenberg en un artículo publicado en la web del centro de investigación. Pero la órbita en la que se mueve la Tierra alrededor del Sol no es circular, si no eliptica. «Esto hará que a veces vayamos más rápido y otras más despacio», indica Rosenberg. También supone que el planeta se sitúe cada año en dos puntos: el más cercano y el más alejado del Astro Rey.  

«El pasado 3 de enero nos encontramos en el perihelio, cuando la distancia mínima entre nuestro planeta y el Sol es de unos 147 millones de kilómetros, y este viernes 5 de julio la distancia será máxima y estaremos en el afelio, a unos 152 millones de kilómetros», recalca el investigador. Así, entre un punto y otro la diferencia es de cinco millones de kilómetros. 

Y estas diferencias tienen repercusión en la velocidad a la que se mueve el planeta. Así lo pone de manifiesto la segunda ley de Kepler que «nos dice que viajaremos más despacio cuando estamos más lejos del Sol». Esto significa que este viernes la Tierra ha viajado a 29 kilómetros por segundo, tan solo un 1 killómetro por segundo menos que cuando el planeta estuvo en el perihelio. 

«Si buscamos un ejemplo más cercano, equivaldría a recorrer la distancia entre Madrid y Barcelona (o la distancia entre la Graciosa y el Hierro, unos 500 km en ambos casos) en 17 segundos», explica Rosenberg, que resalta que «se tardaría medio segundo más en recorrer esta distancia en el afelio que en el perihelio». Y aunque no parece parece mucha diferencia, trasladado al espacio sí tiene un curioso efecto: esta diferencia de velocidades provoca que el verano en el hemisferio norte tiene unos 5 días más que el invierno.

Más cambios en Mercurio

La Tierra no es el único planeta que sufre estas variaciones y, de hecho, en el propio Sistema Solar hay cuerpos para los que el cambio es mucho más notable. Es el ejemplo de Mercurio. «Pasa de un afelio a 70 millones de kilómetros, a un perihelio a tan solo 46 millones de kilómetros del Sol», resalta Rosenberg. Esto supone que, desde Mercurio, el Sol parece cambiar de tamaño y su velocidad se reduce de manera notable. En concreto, el tamaño aparente del Sol pasa de ser cuatro veces mayor que el que se ve desde la Tierra a ser casi diez veces mayor y, por su parte, el desplazamiento alrededor del Sol es de 40 kilómetros por segundo en el afelio a casi 60 kilómetros por segundo en el perihelio.

Existen dos factores relevantes al definir las estaciones en un planeta: la distancia a su estrella y la inclinación del eje de rotación del planeta. En el caso de Mercurio, su inclinación es nula, por lo que es la distancia al Sol la que marcará principalmente la temperatura en su superficie. 

Sin embargo, en la Tierra, inclinada 23,5 grados, es su inclinación el factor principal en definir las estaciones, y no la distancia al Sol. Es por ello que las estaciones están invertidas en ambos hemisferios, y que nuestro solsticio de verano coincida con el de invierno del hemisferio sur (y viceversa).

A tenor de estos datos, cabría pensar que las estaciones en el hemisferio sur fuesen más extremas que en el norte, ya que la mínima distancia al Sol coincide con su estación estival, pero no es el caso. «La meteorología y el clima es mucho más complejo, y deben tenerse en cuenta factores como las superficies cubiertas por tierra o por océanos en cada hemisferio», recuerda Rosenberg. Paradójicamente es al contrario, ya que al estar las masas continentales concentradas en el hemisferio norte, el menor efecto moderador de los océanos acentúa las diferencias estacionales.

De hecho, pese a estar más lejos del Sol, el hemisferio norte está más caliente en el afelio debido a la inclinación del eje terrestre respecto de la eclíptica, que hace que el Sol incida más verticalmente y durante más horas en el hemisferio norte –entre 20 y 25 grados de latitud– en ese momento del año. Como la órbita de la Tierra es poco excéntrica, este efecto tiene más peso que la distancia al Sol. esta época del año, el desierto de Mojave, el del Sahara, el de Arabia y el de Irán están entre las regiones que reciben de lleno los rayos del Sol en el mediodía.

En otros cuerpos celestes con órbitas más excéntricas, como Plutón, el efecto sí es manifiesto y por eso presentan estaciones dobles (las debidas a su inclinación respecto a la eclíptica y las debidas a la distancia al Sol).