Almudena Carracedo, directora del largometraje sobre La Manada: "El documental es cine de mujeres. Otra cosa es quien gana los premios"

"Todas sabemos que el presupuesto fluctúa según el genero, pero hemos avanzado con respecto a hace diez años", expresó en el encuentro organizado por la asociación CIMA

Encuentro CIMA en el Festival de Las Palmas de Gran Canaria

Encuentro CIMA en el Festival de Las Palmas de Gran Canaria / Quique Curbelo

Expresan los expertos documentalistas que en los procesos de preproducción de un trabajo se debe tener bien atada una serie de fuentes primarias. El diálogo gestado por la asociación CIMA mostró a cuatro profesionales de la industria fílmica más accesibles. En esta pequeña pieza titulada El documental como herramienta de cambio la cámara apuntó a cuatro directoras de tres generaciones diferentes, Almudena Carracedo, Elena Molina, María Monreal y María Abenia, para describir la situación del cine documental hecho por mujeres.

El encuentro, celebrado en el vientre del Auditorio Alfredo Kraus, ejecutó un paneo por aquellas técnicas cinematográficas que permiten representar de formas diversas la realidad. Esa que confronta a "la sociedad hetero patriarcal y silencia la perspectiva de género". "Aunque a veces se haya pagado un caro peaje de visibilidad", apuntaló María Abenia, que hizo las veces de conductora en este diálogo. Una conversación erigida como espacio seguro para las mujeres, que se dio en simultaneo a la invalidación de la condena por violación del exproductor de cine estadounidense, Harvey Weinstein.

¿Se ha mejorado en materia de visibilidad?

Así abría el encuentro el melón: ¿están las mujeres más presentes en el cine? El turno de palabra señalaba a Almudena Carracedo (Madrid, 1972), que asistió telemáticamente al coloquio. "Todas sabemos que el presupuesto fluctúa según el género, pero hemos avanzado con respecto a hace diez años", expresó la directora del documental sobre La Manada, No estás sola (2024), estrenado en Netflix el pasado 1 de marzo.

Encuentro CIMA

Encuentro CIMA / Quique Curbelo

Poca gente desconoce el caso de violación acontecido en Pamplona durante los Sanfermines de 2016, que resultó en la condena de cinco hombres a 15 años de cárcel. "¿Hace falta contar esto en un documental?", se preguntaba Carracedo. La directora explica que retomar los hechos era necesario para resarcir a la víctima, porque a ojos de la sociedad "había perdurado el relato de los agresores y sus abogados". Más allá de esta declaración, el documental como género fílmico es una pomada para el alma que Almudena Carracedo aplica en todas las mujeres víctimas de cualquier forma de violencia. También lo hizo dando voz al discurso amordazado de las víctimas del franquismo en El silencio de otros (2019).

Resulta curioso como esta forma de curar heridas abiertas también tiene un poder transformador para las propias cineastas. A través del diálogo como una herramienta de guerra activa contra el sistema, se pretende tejer redes comunitarias para las profesionales del cine, cambiar estructuralmente cómo se construye un equipo de rodaje y "encontrar nuevas fórmulas de representación que reelaboren los imaginarios hegemónicos de nuestras sociedades patriarcales, liberales y probélicas". Con esta presentación que no dejó indiferente a nadie, Elena Molina tomaba el turno de palabra.

Su documental social Remember My Name (2023)disponible en Movistar Plus— obtuvo nueve nominaciones a los premios Goya y una Biznaga de Plata Premio del Público en la edición del Festival de Málaga celebrada el año pasado. La exposición en festivales no se correspondía con el proceso tan complejo que implicó el rodaje, dilatado durante años. "En un documental los protagonistas son personas reales", recalca para expresar la importancia de los cuidados.

"Para mí cuando haces documental con personas es una cocreación, porque como cineasta tienes una intuición inicial e ideas, pero eso se pone de acuerdo con lo que va proponiendo la otra persona", comenta Molina. Y es en este flujo de intercambio entre ambas personas donde ocurre la magia del séptimo arte. Así es como las narrativas trascienden más allá del lenguaje cinematográfico, aunque este servicio no viene recompensado en dinero. En este sentido, más clara no pudo ser Almudena Carracedo, que espetó que "con el documental no te forras".

La intuición

A veces los documentales surgen como la vida misma, por casualidad. María Monreal (Pamplona, 1996) puso de ejemplo su ópera prima Con los ojos abiertos que concitó el interés de la crítica, funcionó en varios festivales internacionales y actualmente se puede ver en la plataforma Filmin. Cuenta Monreal como estando sentada en una terraza percibió la presencia de una chica por la calle. Era Alba Mariscal, la protagonista de su cortometraje, a la que abordó para conocer su historia personal. Una chica de 'veintipocos' con convicciones muy firmes que busca su sitio en el mundo.

En el centro de la imagen, María Monreal

En el centro de la imagen, María Monreal / Quique Curbelo

"Siempre la traté desde el respeto", reconoce Monreal. Sobre las fuentes primarias o "participantes", como califica Carracedo, aprendieron a retratarlas como lo que son. Personas con una historia real que vertebra el trabajo.

Participación del público

Por momentos, la conversación en la mesa redonda, inicialmente comedida, se fue tornando de una naturaleza espontánea. Comenzaron a participar otros actores y a lanzar preguntas a las cuatro profesionales, e incluso subió al estrado de entre el público la productora ejecutiva, Rita Vera. Entre el público permanecieron escondidos personalidades relevantes del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, como su fundador y colaborador de LA PROVINCIA/DLP, Claudio Utrera, así como la ganadora en esta edición del Premio Richard Leacock al 'Mejor Largometraje', Macu Machín. Una cineasta canaria que triunfa con su largometraje documental, La hojarasca.