Arte

Cho Juaá, más vigente que nunca

La Real Sociedad Económica recuerda al artista grancanario en el centenario de su nacimiento con una mesa redonda a la que acudió su hija Malena Millares

Acto por el centenario del nacimiento de Eduardo Millares Sall, Cho Juaá

Acto por el centenario del nacimiento de Eduardo Millares Sall, Cho Juaá / Juan Carlos Castro

Este viernes se cumplen cien años del nacimiento de uno de los artistas claves del siglo XX en Canarias: Eduardo Millares Sall, conocido como Cho Juaa. Por este motivo, su hija Malena Millares Ley, acudió ayer a una mesa redonda para hablar sobre la figura del pintor, ilustrador, viñetista y caricaturista grancanario junto a Néstor Dámaso del Pino e Iván Bethencourt, en la Real Sociedad Económica de Gran Canaria.

«El humor de Cho Juaá se basaba en la realidad, pero sus viñetas siguen vigentes hoy en día porque en estos años ha cambiado muy poco la política y el ser humano en general». Son la palabras de Malena Millares Ley, hija del ilustrador, viñetista y pintor Eduardo Millares Sall, conocido como Cho Juaá, durante el homenaje que este jueves se realizó a su figura en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria con motivo de la celebración hoy, 21 de junio de 2024, del centenario de su nacimiento. 

La poeta e hija del humorista gráfico hizo estas declaraciones en una mesa redonda en la que estuvo acompañada por el caricaturista y presidente de la Asociación Canaria de Humoristas Gráficos y Caricaturistas Se Nos Fue el Bayfo, Néstor Dámaso del Pino, y el hijo del amigo personal de Eduardo Millares Sall y artista Rafaely, Iván Bethencourt. El evento estuvo moderado por el doctor en Historia del Arte y director de la Casa Museo Antonio Padrón-Centro de Arte Indigenista de Gáldar, Franck González.

Malena Millares recordó que su padre era una persona «muy parca, con un gran mundo interior, muy tímido y de un carácter muy socarrón». Pero también alguien de «un tremendo humor negro que llevaba dentro y que manifestaba en sus viñetas, cuadros y caricaturas». Millares Ley subrayó que la caricatura de Cho Juaá era «normalmente cubista», pero «nunca realizaba dibujos que ridiculizaban al personaje», todo lo contrario, y «con cuatro trazos te sacaba su aspecto». 

Eudardo Millares Sall tuvo un muy importante protagonismo en el desarrollo del arte de las islas entre 1940 y 1980, en una época tan difícil como la dictadura y la transición, y logrando una excelente repercusión y admiración nacional e internacional. 

Un padre supercariñoso

Millares Ley recuerda que «como padre era supercariñoso», y subrayó que «a los dos hermanos mayores nos metió en la música clásica, nos hacía recitar cosas en los libros, intentaba meternos en el mundo de la cultura a su manera, de una forma que fuese divertida». Además de que era un hombre agradable. «Todo el mundo lo quería, la gente que coincidió con él en el Diario de Las Palmas cuenta numerosas anécdotas suyas».

La hija del artista multidisciplinar rememora, concretamente, el día en que «una viñeta salió con la leyenda al revés. Y cuando él llegó a la redacción con la del día siguiente, en vez de enfadarse, solo dijo ‘la repiten otra vez con el pie derecho’. Era tan humilde que «cuando iba por la calle con alguna obra suya que llevaba a enmarcar y se encontraba con alguien al que le gustaba se lo regalaba y se volvía otra vez para casa», asegura su hija. «Mi padre era así», añade. «Los grandes artistas son las personas más generosa que no valoran lo que hacen porque les sale de forma innata al estar siempre pintando», añade finalmente.  

Acto por el centenario del nacimiento de Eduardo Millares Sall, Cho Juaá.

Acto por el centenario del nacimiento de Eduardo Millares Sall, Cho Juaá. / Juan Carlos Castro

El hijos del pintor Rafaely, Iván Bethencourt, habló la amistad entre su padre y Eduardo Millares Sall. Rafael Bethencourt López, conocido artísticamente como Rafaely, fue otro de los grandes artista de los años 50 y 60 en Canarias, que abarcó varias disciplinas como la caricatura, viñeta humorista y diseño gráfico, «pero que básicamente fue conocido como un pintor abstracto», y que formó un grupo junto con Cho Juaá llamada Agrupación Vanguardista Canaria de Caricaturistas Personales «que fue pionera a la hora de agrupar los artistas de la región con la ayuda de Paco Martínez en Tenerife y provocaba encuentros continuos en ambas islas». Los tres quisieron darle el verdadero valor a la caricatura, y los tres se inventan el Bayfo de oro, un galardón que se entregaba cada dos años, cuya imagen es el monigote de inocente, inocente con la cabeza de un baifo de oro, que se entregó a Cho Juaá, y el último, dos años después, fue en 1968, y recayó en Rafaely. 

«Ellos hacían de la vida humor», afirmó. «En esos encuentros hay un sinfín de fotos en los que se ven a los dos juntos. Ellos reflejaban el día a día de lo que hoy llamamos la canariedad». Y había coincidencias entre ambos «ya que a los dos les gustaba mezclarse con la gente». 

Guagua

Rafaely, por ejemplo, «era una persona que se metía en la guagua porque no tenía carnet de conducir, y de ahí salían sus viñetas que al día siguiente se publicaban en el periódico». Eduardo Millares fue el viñetista del Diario de Las Palmas, que salía por las tardes, y Rafaely trabajó en el Eco de Canarias, LA PROVINCIA y Canarias 7.

Por su parte, Néstor Dámaso del Pino asegura que, desde el punto de vista artístico, Cho Juaá «es un genio», ya no solamente desde el punto de vista de caricatura, «sino también en la viñeta», y más teniendo en cuenta «lo difícil que resulta manejar estos dos terrenos a la vez» ya que «sabemos lo que nos dedicamos a esto la complejidad que conlleva». Dámaso destaca la simpleza de sus líneas y geometrías. «Fue un antes y un después con Martínez, Millares y Rafaely. Y dentro de la asociación Se Nos Fue el Bayfo, nos da una fuerza al resto tremenda». Un artista que, además, está muy reconocido fuera de la isla. «Cuando voy a foros en la Península todo el mundo me pregunta por él y todos coinciden que tenía un nivel fantástico».

Finalmente, Franck González, definió a Cho Juaá y Rafaely como dos «personajes claves», y a Millares como «un pintor que desarrolla una obra muy original y poco conocida, que en el año 54 crea la Agrupación de Caricaturistas de Gran Canaria que partía del cubismo y el surrealismo para una recuperación de la vanguardia militante». 

Esta agrupación era «una forma de posicionarse como artistas, y era de los colectivos que más se movieron en esa época». González también recordó que, a diferencia de Manuel Padorno, Elvireta Escobio, Manolo Millares, Martín Chirino y Alejandro Reino, que se marchan en el año 55 a Madrid, ellos siguieron desde aquí y tuvieron una repercusión internacional».