Entrevista | Michelle David Director general de L’Oreal luxe para Canarias y Baleares

Michelle David: «El turismo propicia que Canarias tenga la mayor oferta cosmética del mundo»

Los 34 años que el francés Michelle David ha pasado en las Islas lo han convertido en un canario más. Testigo del desarrollo del sector de la cosmética en el Archipiélago, a donde el director general de L’Oreal Luxe para zonas turísticas llega cuando perfumes y productos de belleza ocupaban un estante en las tiendas de Canarias, repasa con motivo de su jubilación la evolución de este negocio y cómo ha cambiado nuestra región.

Michelle David, este viernes en su casa de Las Palmas de Gran Canaria.

Michelle David, este viernes en su casa de Las Palmas de Gran Canaria. / RAMÓN VERDUGO

Miguel Ayala

Miguel Ayala

Caballero, se jubila. ¿Le pide el cuerpo parar y bajar un poco el ritmo?

Sí, me jubilo. El cuerpo no me pide parar pero sí pasar a atender otras prioridades a las cuales, por motivos profesionales, no he podido atender como me habría gustado. Quiero empezar una nueva etapa dedicando más tiempo a la familia. Mi padre falleció el pasado mes de enero y eso hace que veas la vida y las prioridades desde otro enfoque. Deseo poder estar con mi madre, mis sobrinos, junto a mi hija y mi pareja sin contar los minutos. Quiero tener tiempo para leer el periódico o ver a mis amigos arrastrando menos cansancio.

He vivido para trabajar porque es verdad que mi profesión me ha encantado y apasionado; no puedo ocultar que ha sido mi motor pero también pienso que hay que saber retirarse a tiempo y dejar paso a gente joven con ganas de innovar y aportar cosas a la empresa y, claro está, a la economía. Trabajé empujado por esa pasión que le comentaba y, obviamente, para ganarme la vida. Ahora es el momento de devolver a la sociedad todo lo que me ha dado y me apetece participar en proyectos de voluntariado dedicándole parte de mi tiempo.

Ha repetido cuatro veces la palabra tiempo. ¿Tanto lo hecha en falta?

¡Sí! ¡Quiero tiempo! Fíjese cuánto que vuelvo con el tiempo (risas). Necesito tener tiempo para viajar no como un turista sino como un ciudadano curioso deseoso de conocer a las personas, los paisajes, las culturas y todo lo que me ofrece no el destino sino un viaje sin atender ni fechas ni horas. En mi faceta creativa como pintor también me apetece formarme y evolucionar tanto en la parte artística como aprendiendo otras técnicas, otros lenguajes y otros vehículos como el digital o la fotografía; irme alguna temporada a compartir residencia junto a otros artistas y recuperar el contacto con galerías, tanto aquí en Canarias como en otros lugares donde aprecian mis pinturas.

Me interpela, asimismo, adentrarme más en el budismo y quizás organizarme para estudiar aún más la filosofía que hay detrás de esta religión. En fin, mi intención no es bajar el ritmo pero sí vivir de otra manera.

Aunque usted es francés, Canarias se ha convertido en su segunda patria junto a Baleares, otro Archipiélago donde también ha desarrollado parte de su carrera profesional y en el cual mantiene grandes amistades. ¿Qué sabía usted de las Islas antes de establecerse aquí?

Soy francés pero a lo largo de los años y por mis antepasados sefardíes me naturalicé español. Pero lo que dice es verdad: Canarias se ha convertido en mi hogar. España me acogió para un proyecto profesional de tres años, en 1990, y hace 34 años que vivo, trabajo y amo este maravilloso país que tenemos que cuidar.

Inicialmente, mi vida fue un devenir entre Madrid y Las Palmas de Gran Canaria pero rápidamente supe que mi sitio era la isla de Gran Canaria aunque también me gusta mucho Tenerife donde tengo, como dice, grandes amistades; allí y aquí. Me chifla el salmón de Uga, de Lanzarote, y las playas de Fuerteventura, así que...

Baleares es otro lugar al cual me dediqué profesionalmente y que encuentro sorprendente por sus paisajes, su arquitectura y, en especial, por la manera en la que cuidan sus cascos antiguos. Las islas españolas son impresionantes y cada una tiene su peculiaridad. Con todo, sin embargo, me quedo con Canarias donde pienso seguir viviendo.

Yo antes de visitar las Islas no sabia absolutamente nada de ellas. De hecho, España no estaba en el mapa de mis deseos. ¡Cómo te cambia la vida!

¿Ha visto cambiar mucho Canarias en sus casi tres décadas y media de relación con el Archipiélago?

Las Islas Afortunadas han evolucionado mucho desde mi primera llegada al aeropuerto de Gran Canaria; playa del Inglés sin semáforos y los locales con sus techos de cañizo. Así la conocí.

De aquella época recuerdo mi primer encuentro con la playa de Maspalomas; también Las Canteras, el hotel Cristina de la capital o los restaurantes Casa Montesdeoca y El Coto. Descubrí una Isla de sol y playa; el paseo por la orilla desde Playa del Inglés hasta Maspalomas fue y sigue siendo mi champagne y mi vitamina C.

Gran Canaria y el resto del Archipiélago es, hoy por hoy, mucho más que aquello con lo que me encontré. El turismo rural y de trekking, por ejemplo, se ha desarrollado de forma formidable; los festivales de ópera en el Teatro Pérez Galdós son una parada importante en el marco cultural europeo; la Orquesta Filarmónica tiene un programa impresionante; los proyectos personales cargados de pasión, como es el caso de la Orquesta Comunitaria de Gran Canaria, son un gran ejemplo de profesionalidad.

He visto crecer la práctica y profesionalización de los deportes acuáticos, en especial el surf, que de ser una actividad minoritaria ahora es un atractivo para los surfistas tanto de Canarias como de medio planeta.

En Gran Canaria han surgido importantes rutas culinarias con negocios de referencia como Nelson, Qué leche!, El Roque... Ir a comprar al Mercado Central de Las Palmas de Gran Canaria es otro lujo, igual que pasear por el casco histórico de Agüimes. También ha sido impresionante y necesario el salto de calidad que, a raíz de la Covid, hemos logrado reformando nuestra planta hotelera... Es verdad: durante este tiempo he visto muchos cambios, pero unos para bien y otros no tanto.

¿En qué cree que hemos empeorado?

No quiero que se entiendan mis críticas como un ataque pero, si queremos, todavía hay mucho por mejorar. Tendríamos que tener mayor conciencia de cara a cuidar nuestro patrimonio; y digo nuestro porque me considero parte de estas Islas. Debemos protegerlo tanto para nosotros como, sobre todo, para las generaciones futuras.

Con las cifras que en Canarias arroja el turismo, es una vergüenza nuestra tasa de paro. Hay que mejorar la formación y desarrollar los oficios básicos porque es súper difícil encontrar a personas cualificadas que deseen trabajar, más allá de la imperiosa necesidad de mejorar sus condiciones laborales. Tenemos que incentivar el aprendizaje y, para no repetir errores, copiar el modelo de aquellos destinos turísticos que lo hacen bien. También se debe transmitir a la sociedad que no es malo ser un destino de servicios pero insisto en que las cosas pueden hacerse mejor y hay que lograr un reparto más adecuado y equitativo de los beneficios.

Otro asunto que me llama la atención es el barrio capitalino de Vegueta donde, a pesar de ser uno de los lugares de mayor belleza del Archipiélago, nunca se ha abordado de una manera seria un plan especial para recuperar y mantener su armonía arquitectónica además de revitalizar su actividad con, por ejemplo, una mayor presencia de negocios de artesanía. Vegueta es, desde mi humilde opinión, un formidable espejo de nuestra tierra que desaprovechamos.

Usted, como director general durante más de tres décadas de L’Oreal Luxe para las zonas turísticas de Canarias y Baleares, ha visto evolucionar en las Islas el sector de la cosmética y los productos de belleza. ¿Qué panorama se encontró cuando llegó a Canarias y cómo se entendía aquí la manera de entender este negocio?

Cuando yo llegué a Canarias, aquí había un reducido consumo local que se limitaba a tres espacios comerciales: El Corte Inglés y Triana, en Las Palmas de Gran Canaria, y en Santa Cruz de Tenerife la calle Castillo. El negocio dirigido al turismo estaba aún en sus inicios.

En la década de los años 90 del siglo XX comenzamos a desarrollar en las Islas un novedoso método de merchandising que, siguiendo el lema de ‘lo que no se ve no se vende’, logró una visibilidad importante. Viniendo de París no entendía que, por ejemplo, el escaparate no se aprovechara como un vehículo de publicidad e información. Desarrollamos en Canarias los primeros escaparates de belleza cuando antes los productos ocupaban un par de estantes o se reducían a mini expositores con varios artículos en la tienda.

Di una prioridad a la formación y a crear un equipo de consejeras de belleza para poder asesorar a la clientela además de trabajar conjuntamente con la distribución en desarrollar un marketing turístico basado en resaltar que las Islas eran un paraíso ideal para realizar compras donde se ofrecían las mejores firmas de Europa.

Pero usted en alguna ocasión ha comentado que en el Archipiélago una gran parte de la facturación en el sector de la cosmética lo genera la actividad turística.

La perfumería selectiva en lo concerniente a la clientela local representa entre un 10 y un 15%. Eso es poco si se compara con el consumo del visitante extranjero, que tiene más cultura sobre el uso de productos de belleza y cuidado. El crecimiento constante de un turista con mayor poder adquisitivo, sin embargo, ha permitido que, fruto de esa particularidad, el consumidor canario tenga a su disposición la mayor oferta del mundo en perfumería y cosmética. Aquí se encuentran productos novedosos que gustan tanto al mercado británico, alemán, escandinavo, francés, africano como a los turistas de los países del Este.

Sus 34 años en Canarias han coincidido con un fuerte desarrollo económico. ¿Ha notado ese cambio?

Han sido ciclos con sus respectivos crecimientos, algunos de ellos muy altos. A veces vivimos años dificilísimo pero en beneficios ya hemos superado el año estrella, que fue el 2019.

La pandemia, aunque horrorosa, nos enseñó a trabajar de otra forma; a ser más exigentes con uno mismo y, sobre todo, a buscar nuevas herramientas como las que aportan la tecnología y el desarrollo digital. Hubo que adaptarse a los cambios y de ese periodo surge reunir los proyectos por temas. Sobre los cambios, y a tenor de las cosas que creo imprescindibles modificar, es necesario realizar una inversión adecuada para renovar los centros comerciales de las zonas turísticas.

¿Cómo definiría a la clientela canaria?

No hay una clientela canaria. Hay varias, aquí y en el resto de Europa. Hoy nos fijamos mucho en la generación boomer [personas nacidas entre 1946 y 1964] y la Z [denominación de quienes nacieron desde mediados o finales de la década de 1990 hasta los 2000].

Cada firma que usted desde L’Oreal Luxe ha representado tiene una política y forma diferente de trabajar y comunicar. ¿Ha aprendido de alguna en especial? Se lo digo porque siempre alaba Yves Saint Laurent.

Eso es por lo que supone la figura de su fundador pero cada marca tiene su identidad y su universo. YSL, desde sus inicios, ha sido transgresor y liberó a la mujer de los estereotipos de la época. Hoy por hoy, la marca sigue esos pasos y continúa sorprendiendo reclutando consumidoras que quieren vivir de esa forma.

Armani tiene su línea: siempre es la elegancia y para la marca, menos es más. Lancome, por su parte, nace a través la cosmética de innovación con la rosa como lema mientras que Biotherm fue precursora de la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente conjugando, a la vez, productos innovadores y sensibles con su entorno.

Marcas couture como Valentino, Prada, Mugler o Victor&Rolf tiene cada una de ellas un territorio muy marcado. Y luego están las firmas lifestyle que, como indica ese término, son potenciales creadoras de estilos de vida, una filosofía que ilustra muy bien Ralph Lauren. Yo he aprendido mucho del selectivo mundo de las marcas. Del lujo se aprende mucho y sobre todo te obliga a estar en alerta sobre los movimientos y tendencias de la moda.

En lo personal, Canarias ha sido el lugar dónde ha criado a su hija. ¿Ha sido fácil ser padre soltero en un lugar alejado de su origen y el resto de su familia? ¿Es esa labor de ser papá y mamá a la vez es quizá de la que más satisfecho está?

He sido padre soltero, es verdad. Ya los años han pasado y lo cierto es solo me quedo con lo bueno. Me olvidé ya de los trámites, los pañales, las noches sin dormir, los deberes… Tengo una hija de 24 años a la que adoro y que va a revolucionar el mundo de la psicología. Sí que estoy satisfecho.

También ha sido Canarias dónde ha encontrado el amor. ¿Le ha dedicado usted, trabajador incansable, tiempo suficiente a su vida personal o el curro le ha devorado parte de ese espacio?

No. El amor de mi vida lo encontré en San Petersburgo y se vino a vivir a Canarias. Creo que sí le dediqué mucho tiempo al trabajo y menos a mi hija y mi pareja aunque siempre traté de compensarles tratando de aportar calidad a los momentos junto a ellos; más calidad que cantidad.

Por eso le decía antes que en mi futuro próximo voy a dedicar tiempo a mi crecimiento personal, donde ambos ocupan un lugar esencial, pero sin abandonar otras prioridades de mi vida.

Por cierto, ¿cómo llega a este mundo profesional de la belleza y a cosmética?

Procedía del mundo de la consultoría y la publicidad cuando llegué a L’Oreal. Ha sido, de verdad, un viaje maravilloso donde me he realizado como persona y se lo puedo decir porque 34 años se me han pasado volando. Me acuerdo como si fuera ayer cuando empecé a trabajar el día 2 de enero de 1988 en París.

¿Qué le recomienda a su sustituto?

Trabajar, trabajar y trabajar. Estar en la calle, muy cerca de los equipos y muy de los clientes. El resto viene solo y la persona que me va a sustituir tiene ya bastante experiencia.

¿Y qué le dice a esa red de amigos que ha tejido durante tres década y media en las Islas y que ahora le van a echar de menos?

Mis amigos no me van a echar de menos porque a ellos también les voy a dedicar la palabra mágica, la palabra que realmente para mí es el verdadero de luxe: tiempo.

Otra vez el tiempo...

Es lo realmente importante.