Entrevista | Carmen del Puerto Varela Periodista y escritora

Carmen del Puerto Varela: «Me gusta documentarme y compartir lo que aprendo, escribir es una terapia»

«Mi novela es experimental en varios sentidos, barajo dos lenguajes y mucha información», revela la escritora

Carmen del Puerto Varela. | | LP/DLP

Carmen del Puerto Varela. | | LP/DLP

Carmen del Puerto Varela (Madrid, 1961) es doctora en Ciencias de la Información y periodista especializada en ciencia y tecnología. Su vocación por compartir conocimientos le ha llevado, también, por la senda de la creación literaria. En esta entrevista habla de su más reciente novela, ‘Memorias de una hetaria’, que ha presentado en Las Palmas de Gran Canaria y en Santa Cruz de Tenerife.

Definió la puesta de largo de Memorias de una hetaria la pasada semana en Las Palmas de Gran Canaria como una «presentación sinestésica», ¿en qué consiste un acto así?

Suelo contar que mis novelas me provocan fantásticas sinestesias, donde se intercambian los sentidos: oír colores, ver sonidos, saborear palabras... Sucede con las bandas sonoras de películas, como en la antológica escena de la ducha en Psicosis. Mis relatos también tienen su propia banda sonora y me gustaría que mis lectores escucharan la música a la que hago referencia, leyera los libros que cito, viera las películas que menciono y admirara las pinturas que describo. Empecé a hacer presentaciones sinestésicas, audiovisuales, con mi novela El finlandés errante. La vida ilícita de Jan Salakari. Y de nuevo fue una presentación sinestésica la que hice de Memorias de una hetaira en la librería Agapea de Las Palmas junto con el periodista y abogado Laureano Cabrera. Por ejemplo, para ilustrar la música como contenido proyecté un vídeo sobre cómo sonaba un bárbiton, instrumento que toca uno de mis personajes. Y se reprodujeron algunas piezas musicales más que me han acompañado en el proceso creativo. Asimismo, mostré muchas obras de arte vinculadas con las historias que narro. Creo que este tipo de presentaciones pueden, por un lado, animar a la lectura, y por otro, facilitar su comprensión. Me suelen decir que son como otro libro.

Dos protagonistas que comparten nombre, Helena y Elena, pero que están muy distantes en el tiempo. Háblenos de la primera: Helena de Corinto.

Como digo en el proemio, además de nombre y género, estas mujeres comparten actitudes vitales, emociones y sentimientos. Hacen suya la máxima atribuida a Marguerite Yourcenar: «Más allá del dolor y la alegría, la dignidad de ser», la libertad individual frente al poder que nos esclaviza. La Helena con H es una reconocida hetaira de Corinto o antigua Éfira, la bella ciudad entre dos mares que, según la mitología griega, fundó el perverso Sísifo, y la gran polis griega famosa por la estrecha lengua de tierra –el istmo– que unía la Hélade continental con el Peloponeso. Helena, un personaje de ficción, ha sido obligada desde muy joven a ejercer la prostitución, oficio que en la Grecia antigua se heredaba de madres a hijas. Pero traicionará su juramento de hetaira al enamorarse de un astrónomo. Su trama se desarrolla en el siglo IV antes de nuestra era.

Las hetarias de la época recibían una educación muy completa, ¿no es cierto?

Sí, podían acceder a la cultura, primero por su formación y luego por tener el privilegio de acudir a los sympósia o banquetes griegos, donde se reunían los hombres más cultos de la época. También administraban sus propios asuntos financieros, eran influyentes, paseaban libremente por las calles y podían asistir a obras de teatro, ceremonias y discursos. En principio, no eran meros objetos de placer, sino que representaban un signo externo de riqueza y, por eso, acompañaban a hombres de notoriedad pública, lo que les permitía viajar. Y disfrutaban de la mejor posición social a la que podían aspirar las mujeres. Los griegos nunca consagraron templos a las esposas y sí a las prostitutas.

Viajando hacia la actualidad, más concretamente a Tenerife, tenemos a Elena Sanmarino, una joven investigadora. ¿Cuál es su papel?

El segundo relato se desarrolla concretamente en La Laguna, al margen de otros escenarios, y a principios del siglo XXI. Elena Sanmarino Chinea, la Elena sin H, es una estudiante de doctorado lagunera que investiga precisamente el papel de mujeres como la Helena con H en los sympósia y que se ve tentada por su mejor amiga a entrar en un lucrativo negocio de prostitución de alto standing. También se enamora de un astrónomo.

Para diferenciar ambas historias, que se entrecruzan, utiliza distinta tipología, pero ¿cómo conecta, literariamente, ambos tiempos y relatos?

Intercalo tipografía diferenciada para que puedan leerse opcionalmente de forma independiente. Aunque ambas historias están conectadas y se complementan si se leen de modo lineal, ofrezco a los lectores ese otro orden de lectura, como hacía Julio Cortázar en su Rayuela, porque las dos tramas son autónomas. Los estilos literarios de cada una también son distintos. El lenguaje del relato griego es más retórico, con más metáfora, mientras que el contemporáneo es formal y académico. Mi novela es experimental en varios sentidos: además de dos lenguajes, barajo un gran volumen de información muy diversa, y quizá por ello puede parecer un poco complicada.

De las calles de la antigua Grecia al Tenerife contemporáneo, el proceso de documentación debe de haber sido complejo.

Sí, muy complejo y muy largo en el tiempo. El origen de Memorias de una hetaira fue un trabajo académico que inicié en 2002 en la Universidad y en el marco de la asignatura Métodos, Técnicas y Ciencias Auxiliares para el Estudio de la Antigüedad. Como tema, elegí erotismo y sexualidad en el mundo antiguo, en concreto en el contexto de la Grecia clásica. Me centré en la presencia de las hetairas en los sympósia. Y desde que me interesé por estas prostitutas de lujo griegas, concebí su plasmación en una novela. Además, distintos avatares en todos estos años, entre ellos mis obligaciones profesionales, la producción de otros libros y la atención a mi familia, me obligaron a abandonar este proyecto literario en muchas ocasiones. Ciertamente ha sido todo un reto convertir un trabajo académico en una obra de ficción, combinando escenarios aparentemente tan alejados en el espacio y en el tiempo y, a su vez, respetando cronologías y el necesario rigor histórico.

¿Qué le atrae de la Grecia antigua?

Absolutamente todo. La Historia con mayúscula es una de mis grandes pasiones. Además, he tenido magníficos profesores en la Universidad de La Laguna. Y aunque me interesa cualquier etapa histórica de la humanidad, la Historia Antigua siempre me ha fascinado. Podría decirse que soy una friki de la mitología griega desde que era niña. Y en este libro abundan los mitos.

Leo que esta es una novela histórica y feminista, ¿qué más temas aborda?

De algún modo, también es una novela erótica que habla de la desinhibición sexual, de violaciones y de ciertas prácticas arriesgadas sado-masoquistas como el bondage. Al mismo tiempo, en ella se reflexiona sobre los sentimientos amorosos, la traición y la perfidia. Memorias de una hetaira contiene ideas filosóficas y cuestionamientos religiosos, además de abundantes descripciones de arte iconográfico. Tangencialmente aparecen otros temas, desde la intransigencia social y familiar frente a la homosexualidad hasta las consecuencias del consumo del alcohol y de las drogas. Por supuesto, hay Astronomía: no podía faltar habiendo yo trabajado casi cuarenta años como periodista científica en el Instituto de Astrofísica de Canarias. Pero, especialmente, se aborda el debate sobre la prostitución, que siempre está de actualidad.

Ha hecho varias presentaciones de esta novela en Tenerife y en Madrid. Después de la de Las Palmas, en Agapea, ¿tiene prevista alguna otra?

Sí, voy a seguir haciendo estas presentaciones sinestésicas. El jueves 4 de julio haré una en el Museo de Historia y Antropología del Cabildo de Tenerife. Me acompañará la escritora y artista multidisciplinar Mayte Henríquez. También haré otra en La Palma y, por supuesto, si es factible, allí donde me lo pidan.

Después de Memorias de una hetaira, ¿tiene algún otro proyecto literario?

Sí Acaba de salir de imprenta, editada por Círculo Rojo, Estos niños NO existen, un volumen de relatos cortos que he escrito sobre imágenes creadas por mi hija Laura con un programa de Inteligencia Artificial. También trabajo en una nueva antología poética sobre obras de arte, continuación de las dos anteriores: Azul ultramar y Soles amarillos, de Ediciones El Drago, y preparo una colección de cuentos sobre la ansiedad. Además, me gustaría hacer una adaptación teatral de una novela de Irène Némirovsky. Como periodista que soy, me gusta documentarme y compartir lo que descubro o aprendo. Y con la literatura, que sigue un proceso de construcción similar en todas sus variantes, no solo me siento enriquecida cultural y personalmente. Escribir es sin duda una terapia.