Arte

El arte paraguayo llega al Centro Cultural Pepe Dámaso de la capital grancanaria

La Fundación Francis Naranjo presenta mañana las exposiciones 'La belleza de lo posible', en la que participan varios artistas, y 'El alma de las cosas' de Joaquín Sánchez

Ambas muestras están comisariadas por Lia Colombino

Exposiciones de la Fundación Francis Naranjo en el Centro Cultural Pepe Dámaso

José Carlos Guerra

Martina Andrés

Martina Andrés

El Centro Cultural Pepe Dámaso se prepara para acoger corazones de madera, balones de fútbol llenos de espejos, tejidos de ayoreos (grupo étnico de la zona del Gran Chaco) o telas que llevan impregnadas texturas de los árboles de Paraguay: la Fundación Francis Naranjo inaugura este sábado 6 de julio las exposiciones La belleza de lo posible (de varios autores) y El alma de las cosas (del artista paraguayo Joaquín Sánchez) en la que se pone en valor el arte proveniente del país latinoamericano.

«Ofrecemos una visión sobre el arte paraguayo en la que incorporamos arte indígena, arte popular y arte contemporáneo al mismo nivel. No hacemos distinción. Todo fluye con la misma intensidad», reivindica el propio Naranjo desde el espacio cultural ubicado en el barrio capitalino de La Isleta. A pesar de que hay dos muestras diferentes, hay una premisa que se lee entre las líneas imaginarias que unen las obras que las componen: la de repensar el concepto de arte tan marcado por el modelo europeo occidental en el que, tal y como explica la artista colombiana Julia Bejerano López en su artículo Las claves del arte popular: Ticio Escobar, «se elimina la finalidad para obtener un momento de belleza en la forma y está en manos de un sujeto individual».

Francis Naranjo abraza la visión del artista paraguayo Ticio Escobar, cuyos planteamientos impregnan el espíritu de las dos exposiciones que presenta la fundación. Escobar tiene muy en cuenta la ruptura que se produce cuando Kant define el arte en clave de finalidad sin fin y considera al arte indígena como un arte que en su esencia es finalidad dado lo utilitario e identitario de sus piezas y su origen comunitario. Por ello, con estas dos exposiciones, Naranjo quiere que el público se replantee a qué se llama arte y por qué, poniendo en valor la misma filosofía del Museo del Barro de Asunción (Paraguay).

«Este museo genera un discurso hacia toda Sudamérica porque trabaja desde el arte indígena y popular. Ha sido pionero en esta idea de mantener el espíritu de estos creadores al mismo nivel que el de los creadores contemporáneos que están más cerca del mercado. Es una institución que marca unas pautas muy determinantes», explica.

Relación directa con los artistas

De esta institución paraguaya es directora Lia Colombino, comisaria de las dos muestras en las que todas las obras tienen una relación personal tanto con Naranjo como con su esposa, Carmen Caballero, junto a la que trabaja. «Son piezas que hemos adquirido nosotros, otras han sido donaciones, otras las tenemos gracias a intercambios con aristas... Mantenemos un vínculo personal con la obra porque hemos tenido una relación con los artistas y la consolidación de esta colección ha sido fruto de una convivencia con ellos», explica Naranjo. Y añade: «Las obras que se muestran pertenecen a nuestra colección».

Nuevas exposiciones de la Fundación Francis Naranjo

Nuevas exposiciones de la Fundación Francis Naranjo / José Carlos Guerra / LPR

La mayor parte de los artistas que participan en estas muestras, como Osvaldo Salerno, viven en Paraguay, a excepción de Joaquín Sánchez que reside en Bolivia. Ambas muestras presentan piezas que van, en palabras de Naranjo, «desde los procesos escultóricos, al uso de textiles indígenas, amuletos, tejidos o esculturas de objetos reciclados».

Telas como el ñandutí, que en su origen esconde una historia que vincula el Archipiélago con el país latinoamericano: «Ñandutí significa en guaraní tela de araña. Es una tela que hace una interpretación del calado canario. La historia fue que llegaron una serie de pobladoras canarias a Paraguay y convivieron con las indígenas guaranís. Ellas les enseñan la técnica del calado canario y ellas la hacen suya», explica Naranjo mirando los tres corazones de Joaquín Sánchez hechos con esta enrevesada y preciosa técnica que recuerda que los lazos entre las Islas Canarias y Latinoamérica son constantes, perennes e imborrables.