20 años de un rodaje «feliz»

El cineasta Félix Sabroso rememora el rodaje hace dos décadas de ‘Descongélate’, su tercera película junto a la fallecida directora Dunia Ayaso

20 años de un rodaje  «FELIZ»

20 años de un rodaje «FELIZ» / miguel ayala

Miguel Ayala

Miguel Ayala

El tiempo ha jugado a favor del tercer largometraje de los cineastas Dunia Ayaso (Las Palmas de Gran Canaria, 1961-Santa Cruz de Tenerife, 2014) y Félix Sabroso, Descongélate, un título casi premonitorio para una película que celebra su vigésimo aniversario con el paso del tiempo a favor. «Pues sí; ha envejecido bastante bien», reconoce el director grancanario sobre sobre la peli que precedió a Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí y El grito en el cielo, dos pelotazos del cine nacional que posicionaron al tándem de cineastas canarios en la primera línea.

De hecho, Félix y Dunia logran que sea la todopoderosa productora de los hermanos Pedro y Agustín Almodóvar, El Deseo, quien finalmente se lance a producir este proyecto que narra la vida de Justo Santos (Pepón Nieto), actor de cabaré con gran talento para las imitaciones, que recibe una millonaria oferta para protagonizar una película con el director de moda. Tanto él como su familia (Candela Peña, Loles León, Rubén Ochandiano...) ven en ello una gran oportunidad para salir del anonimato y de los apuros económicos pero, sin embargo, sus sueños de prosperidad se ven truncados cuando la noche antes de firmar el contrato, sucede algo inesperado.

«Pillas el contrato», dice en el teaser de la película Iris, el personaje que interpreta Candela Peña, «y con la movida de que tenemos el coche en la puerta lo metemos en ‘su’ coche, lo llevamos a ‘su’ casa y lo metemos en ‘su’ bañera; y es una muerte de sobredosis pero en ‘su’ casa ¿Entiendes lo que te quiero decir?».

Ese año 2003 la actriz española recibe el Premio Ondas a mejor actriz por Torremolinos 74, Te doy mis ojos y Descongélate. Félix Sabroso reconoce que el largometraje tuvo bastante éxito dentro y fuera de España. «El feedback que recibíamos en los estrenos y los festivales donde se proyectó siempre fue muy bueno», añade sobre el periplo de una película que, sin embrago, costó poner en marcha.

«Dunia y yo veníamos de hacer dos comedias muy pop, que habían funcionado muy bien, pero en esa época yo estaba muy influenciado por las películas en clave de humor de los hermanos Cohen; queríamos hacer algo así. Más intimista, con un toque de humor negro y que los personajes y escenarios americanos de los Cohen los trasladáramos a un núcleo familiar del barrio de Lavapiés, en Madrid, que conocíamos muy bien», recuerda Félix Sabroso.

Cinco años estuvieron Dunia Ayaso y Sabroso moviendo el guion «pero no nos seguía ni el mambo», admite el cineasta. Fernando Colomo, cuenta Félix, «estuvo muy interesado en producirla pero al final se echó para atrás y nos vimos casi en la obligación de ponernos a escribir otro guion porque ya más de cinco años sin rodar era inviable para nosotros».

El destino quiso que la solución se presentase más cerca de lo que ellos se creían. «En esa época nosotros ya teníamos una amistad con Pedro [Almodóvar] pero nunca habíamos utilizado esa relación para nada vinculado a lo profesional. Le presentamos el guion a Agustín [Almodóvar] y Esther [García]», respectivamente, uno de los propietarios y la directora de producción de El Deseo, «y nos dieron ellos el ok».

La película por la que nadie apostaba se convierte de repente en hija de una de las productoras españolas del momento, que acababa de empalmar, para colmo, dos títulos históricos de la cinematrografía nacional e internacional: Hable con ella, de Pedro Almodóvar (Oscar, Bafta, Globo de Oro o, entre otros, mejor película del cine europeo ese año sólo por aquel filme) y Mi vida sin mí, de Isabel Coixet (logró dos Goyas, nominaciones a los premios del cine europeo, fue proyectada en la sección oficial a concurso en el festival de Berlín...)

Los canarios, con ese respaldo «y el apoyo de Esther García», admite Sabroso, «con quien he vuelto a repetir como directora de producción en dos ocasiones más [en las series Mujeres y Mentiras pasajeras —pendiente de estreno—] y siempre es una maravillosa compañera de viaje», el rodaje se inicia en febrero de ese año en Madrid. «Recuerdo que aquellas siete semanas pasamos un frío enorme porque había muchas escenas de noche que se localizaban en la calle».

Además de Pepón Nieto, Candela Peña, Loles León y Rubén Ochandiano, la película sumaría nombres ahora de referencia como Óscar Jaenada y Pilar Castro, que entonces casi estaban comenzando sus respectivas carreras. «Carmen Machi también está en la peli», añade divertido Sabroso cuando se le comenta el alto nivel del elenco. «Todo muy normal, ¿sabes? Con algunos de ellos la relación era casi de familia, sobre todo con Candela y Pepón, con quienes teníamos ya una gran amistad».

«Fue el rodaje donde más y mejor nos entendimos Dunia y yo», reconoce Sabroso. «Nosotros teníamos nuestras diferencias y aunque ella, generalmente, se encargaba más de la parte técnica y yo de la interpretativa, en Descongélate compartimos muchas más cosas y nuestros puntos de vistas iban muy por la misma línea. Fue uno de los rodajes más felices y cómodos que recuerdo. Lo pasamos muy bien quizá por eso que le decía antes de la relación con los actores y luego, claro, el cuidado que siempre aporta El Deseo a sus produccciones, que lo hacen todo muy cómodo y tratan a la gente muy bien además de que le da una dimensión muchísimo mayor a tu trabajo». En ese sentido, el empujón de El Deseo sumado a la calidad de la cinta llevó a que Descongélate se estrenara en 35 países.

«También funcionó muy bien en el mercado del vídeo». La frase podría pertenecer, perfectamente, al guion del personaje que Loles León interpreta en Descóngelate, una exvedette adicta a la comida congelada, pero lo cierto es que el dato lo aporta Sabroso y aunque suene vintage eso del vídeo lo cierto es que en 2003 un 72,6% de los hogares españoles tenía reproductor de VHS en casa. «Creo que económicamente funcionó muy bien», admite.

Volviendo a Dunia Ayaso, fallecida hace nueve años, Félix Sabroso, que acaba de regresar de rodar en República Dominicana su primer largometraje fuera de España —«ella siempre está presente en mis rodajes y en mi vida, de hecho vivo aún en la misma casa donde vivíamos los dos en Madrid, pero en este caso en concreto de dominicana me daba cuenta en montones de momentos que estaba rodando como lo hacía ella», confiesa— recuerda que «precisamente grabando Descongélate supimos que Vicky, la hermana de Dunia, había sido mamá. Era el primer sobrino de Dunia y estaba muy muy feliz», cuenta de aquel 2003, un año que también resultó crucial para la escritora y artista plástica grancanaria Roberta Marrero, que interpreta a Nona en el largometraje.

«Yo estaba trabajando en teatro en aquella época con Clapso Producciones y Félix Sabroso», recuerda Marrero, «le estaba escribiendo un espectáculo que se llamaba Overbooking a Israel Reyes», director de la reputada productora. «Félix le dijo a Israel que estaba buscando una actriz con unas características muy especiales para interpretar a Nona en una película e Isra le dijo que viniera a verme. Creo que fue en una función en Lanzarote que, cuando acabó, Félix me dijo que era perfecta para el papel».

También recuerda Marrero como «muy divertido» el rodaje. «Mi relacion con Félix y Dunia fue bastante cercana en aquella época; luego nos distanciamos pero no por ningún mal rollo sino porque las cosas cambiaron pero era de las de ir a cenar a su casa todos los días en Madrid y se juntaban Pepón o Juan Flahn», añade. «Yo era una megaprimeriza en medio de aquella película y salvo con una de las actrices», dice, «con el resto hubo mucho compañerismo, igual que con quienes estaban tras las cámaras». La grancanaria reconoce también que le debe a Descongélate una de las decisiones más importantes de su vida: «ahí decidí quedarme definitivamente en Madrid».

Descongétale se estrena en septiembre de 2003 en Gran Canaria y Tenerife, con Dunia y Félix presentes. «Los pases resultaron un éxito y fueron muy muy divertidos», rememora Sabroso veinte años después.

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