Mercado inmobiliario | La carestía de la vivienda

La vivienda sube en Canarias cinco veces más que los sueldos en la última década

El precio medio de las casas se ha más que duplicado en las Islas desde 2014 al crecer un 102%, mientras que los salarios solo se han incrementado un 23%

Una mujer pasa frente al escaparate de una inmobiliaria de las Islas.

Una mujer pasa frente al escaparate de una inmobiliaria de las Islas. / Andrés Gutiérrez

M. Á. Montero

El sueldo medio de los canarios se ha incrementado un 23% en los últimos diez años. Una subida que por sí sola no dice gran cosa y que debe ponerse en contexto para ver hasta qué punto es un dato más o menos bueno. Si se tiene en cuenta, por ejemplo, la evolución del precio de la vivienda, resulta que esa revalorización salarial es a todas luces insuficiente. Mientras que la nómina media de los trabajadores isleños ha aumentado en el último decenio ese 23%, el coste de las casas se ha disparado la friolera de un 101,6%, es decir, que se ha más que duplicado. El piso que diez años atrás costaba 50.000 euros hoy cuesta 100.800 euros; y el asalariado que cobraba 1.200 euros al mes ahora gana 1.476. Los precios de las viviendas han subido al ritmo de la Ducati de Marc Márquez y los sueldos lo han hecho al compás de una bicicleta de recreo.

La carestía inmobiliaria es uno de los grandes problemas socioeconómicos del Archipiélago. Ya lo era desde mucho antes de que las manifestaciones del pasado 20 de abril lo incluyeran entre sus denuncias en favor de un cambio de modelo productivo. Un problema tan difícil de solucionar –imposible a corto plazo– como fácil de explicar: hay poquísima oferta de casas y muchísimas personas y familias necesitadas de viviendas, esto es, muchísima demanda. Si no se empieza a generar nueva oferta en los próximos años, lo que pasa por construir tantos inmuebles como sea posible –es el objetivo del decreto de vivienda del Gobierno de Canarias–, no solo no habrá solución a corto plazo, sino tampoco a medio y largo plazos. Un vistazo a los datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social y del portal inmobiliario idealista.com –que a falta de cifras oficiales más y mejor depuradas se ha convertido en la referencia a la hora de comprobar la evolución del mercado del ladrillo– permite hacerse una idea de hasta qué punto se ha encarecido la escasísima oferta de vivienda y de cómo la numerosísima demanda lo tiene cada vez más complicado para poder comprar casa.

Hace diez años, en abril de 2014 –la base de datos de Idealista abarca hasta el mismo mes de 2024–, el precio medio del metro cuadrado de las viviendas en venta en Canarias era de 1.267 euros. De modo que un piso tipo de 65 metros cuadrados salía por unos 82.355 euros. Diez años más tarde, en abril de 2024, comprar una casa en las Islas ya cuesta una media de 2.554 euros por cada metro cuadrado. Aquel modesto piso que hace un decenio valía 82.355 euros hoy vale 166.010 euros. Son 83.655 euros más, con lo que el pisito en cuestión se ha encarecido a un ritmo anual de 8.365,5 euros.

Falta de planificación

Se trata de un alza de precios extraordinaria, incluso histórica, en apenas una década. A finales de 2007 había estallado en los Estados Unidos la crisis de las hipotecas basura, el preludio de la Gran Recesión de 2008-2014. Los tiempos de la burbuja inmobiliaria habían quedado atrás, el sector privado –las constructoras y promotoras– sufría para mantenerse a flote entre impagos, proyectos paralizados y el cierre del grifo del crédito, y la Administración pública, asfixiada por la caída de los ingresos, una tasa de paro que no paraba de crecer y unas necesidades sociales cada vez más acuciantes, relegaba la cuestión de la vivienda a los últimos puestos de la agenda política. La construcción se frenó de forma drástica y la promoción pública casi desapareció, lo que dio lugar a una situación que tuvo más de estructural que de coyuntural –duró años– y que explica la actual y bajísima oferta residencial que padecen los canarios. Si a ello se le suma que las instituciones de todo ámbito y color político –Gobiernos, cabildos, ayuntamientos– no se han caracterizado precisamente por su capacidad para prever las necesidades habitacionales de la población –ni durante la burbuja, cuando hubo más construcción que planificación, ni por supuesto durante la crisis financiera, ni tampoco después–, ya no extraña tanto que la oferta de vivienda sea hoy a todas luces insuficiente.

Porque, además, mientras la oferta inmobiliaria ha caído en picado de manera progresiva, el número de residentes no ha dejado de aumentar. Menos bienes a la venta, en este caso viviendas, y muchos más potenciales compradores. La combinación perfecta para que los precios se disparen. En 2014, la población de la Comunidad Autónoma era de 2,1 millones de habitantes; en 2023 –última cifra oficial– ya superaba los 2,2 millones. 100.000 personas más en solo nueve años, es decir, otros 100.000 potenciales demandantes de casas.

Bajos ingresos

Bajísima oferta, elevadísima demanda y, por si fuera poco, una también bajísima capacidad de compra. Una década atrás, el trabajador medio del Archipiélago ganaba al cabo del año 19.436,48 euros brutos. Unos 1.620 euros mensuales. La última estadística del INE sobre la ganancia anual media de los empleados se publicó en 2023 pero con datos de 2021 –22.466,23 euros–, sin embargo, es posible aproximarse al sueldo medio actual si las cifras del INE se cruzan con las que maneja el Ministerio de Trabajo sobre la revalorización de las nóminas en 2022 y 2023. Este cálculo revela que el salario medio anual de los ocupados del Archipiélago es ahora de 23.912,87 euros. Son 1.993 euros al mes, una cuantía que si parece muy alta para una de las regiones españolas con menores sueldos es solo porque está, cabe insistir, en cifras brutas –lo que el trabajador medio se lleva cada mes al bolsillo vienen siendo unos 1.395 euros–. En cualquier caso, resulta que los ingresos de los ocupados isleños se han incrementado desde 2014 el susodicho 23%, o lo que es lo mismo: 78,6 puntos menos de lo que ha subido el precio de la vivienda.

En definitiva, mientras que el salario medio de los trabajadores canarios viene creciendo desde 2014 a un ritmo de un 2,3% cada año, el coste medio de las casas y pisos a la venta en la región se incrementa a una tasa anual de un 10,16%. Y hay que precisar que lo dicho para el mercado de compraventas vale también, claro, para el del alquiler. Arrendar una vivienda en Canarias salía en abril de 2014 por 6,4 euros el metro cuadrado; hoy sale por 13,6 euros. La subida llega al disparate del 112,5%, mayor incluso que la experimentada por los precios de venta.

89.390 euros por un minipiso

La carestía de la vivienda ha hecho cada vez más atractivos –por necesidad– los minipisos. Hay personas que por mil y una razones se ven abocadas a comprar y sobre todo alquilar estos pequeños apartamentos, más bien estudios, de pocos metros cuadrados. De hecho sirven a la perfección para ilustrar hasta qué niveles han llegado los precios en el mercado inmobiliario del Archipiélago, tensionado hasta el extremo también por los agravantes del boom del alquiler vacacional –que reduce aún más la oferta de arrendamientos de larga estancia– y las compras de casas por extranjeros. Comprar un minipiso de 35 metros cuadrados costaba en 2014 en las Islas una media de 44.345 euros; hoy cuesta 89.390 euros. Y alquilarlo salía por 224 euros mensuales, mientras que ahora sale por 476. Más del doble en ambos casos. | M.Á.M.

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