Objetivos de Desarrollo Sostenible, Agenda 2030 | Ciudades y comunidades sostenibles

Más sostenibles y saludables: los efectos de las guaguas gratuitas

El transporte público mejora el bienestar de los ciudadanos y reduce las desigualdades

Juan Palop-Casado, arquitecto y urbanista, consultor de LPA Studio. | | ARTURO RODRÍGUEZ

Juan Palop-Casado, arquitecto y urbanista, consultor de LPA Studio. | | ARTURO RODRÍGUEZ

Francisco de Zárate

De 60,7 millones en 2022 a 87,2 millones en 2023. O lo que es lo mismo, un incremento del 43,6% en el número de pasajeros transportados por las guaguas urbanas de Canarias. El efecto que ha tenido la gratuidad del transporte público en el Archipiélago está fuera de cuestión, con mejoras que multiplican por dos el incremento promedio de 20,9%, para toda España.

Un cambio de paradigma, dicen los expertos en el sector, que está contribuyendo en gran medida al objetivo número 11 de la Agenda Canaria 2030, ciudades y comunidades sostenibles, además de incidir positivamente sobre el resto de objetivos que el Archipiélago se fijó en el marco de la Agenda para el Desarrollo Sostenible de la ONU, como mejorar la salud y bienestar de los ciudadanos, reducir las desigualdades, o luchar contra el cambio climático.

Y es que como dice la especialista en movilidad sostenible Judit Batayé, el transporte público no solo contribuye al cuidado del medio ambiente, gracias a una huella de carbono muy inferior a la de los vehículos privados. También sirve para aminorar la incidencia de las enfermedades respiratorias provocadas por la contaminación, el estrés de conducir, y el riesgo de accidentes por la abundancia de coches. Por no hablar de la reducción en desigualdad que se consigue al mejorar las posibilidades de desplazamiento para las personas que no pueden permitirse un vehículo.

«La gratuidad del transporte público es una muy buena herramienta para llegar a la ciudadanía de una forma muy visible», explica Batayé, que en Barcelona dirige la consultora especializada en movilidad Six-Ter. «Pero para que funcione y se traduzca en un incremento en el uso del transporte público, hay que garantizar un buen servicio».

A juzgar por las cifras de Canarias, que en 2023 solo fue superada por la comunidad autónoma de Murcia en incremento de pasajeros transportados por autobuses urbanos, la gratuidad en el transporte público del Archipiélago –cuyos criterios fueron flexibilizados recientemente para incluir a más viajeros– sí está teniendo los efectos deseados. Una medida que según el arquitecto urbanista y experto en ciudades inteligentes Ignacio Alcalde Marcos es especialmente útil para romper la primera barrera al uso del transporte público: la costumbre.

«Al final somos animales de costumbres, por eso la gratuidad puede ser una buena medida de choque para propiciar el cambio cultural», explica. «Hay mucha gente que no usa el transporte público porque sencillamente tiene el hábito, o el vicio, de usar el coche para todo, y para cambiar esos hábitos hay que buscar alicientes, o medidas de choque, como la gratuidad».

«Siempre queremos estar mejor, pero la verdad es que comparando con otros lugares del mundo, en España y en Europa tenemos la suerte de tener sistemas de transporte colectivo bastante buenos», añade Alcalde Marcos, que considera a los sistemas de transporte colectivo como fundamentales en la vertebración de las ciudades y los territorios.

Claro que para incrementar el uso no basta con la gratuidad. Como dice Juan Palop-Casado, de la consultora en desarrollo urbano y territorial LPA Studio, la previsibilidad que se le dé a ese transporte público es otra de las variables clave. «Más importante que reducir el viaje de 15 a 10 minutos es saber que el viaje te va a llevar esos 15 minutos, y no más, o que va a salir cuando se espera que salga», explica.

En su opinión, tomarse en serio el transporte público implica trabajar también sobre todo lo que va más allá de las guaguas o tranvías. «Que las paradas estén a menos de 300 metros de casa, que sean espacios confortables, bien iluminados y seguros, que te den información sobre la próxima guagua o sobre los retrasos, etcétera».

Esas infraestructuras representan para Palop-Casado el próximo desafío de los sistemas de transporte, un grupo donde además de las guaguas y tranvías entran los mecanismos de transporte ligero, como patinetes y bicicletas; y otras formas de transporte compartido, como los minibuses y los taxis.

«Para priorizar el transporte público y los transportes ligeros hay que tomar decisiones valientes que se implementen de forma progresiva», dice. «No se puede dejar todo tal y como está y sencillamente añadir un transporte más, porque entonces es cuando se generan los líos», explica.

Otro lío, por usar sus palabras, es el que se genera en territorios de alta dispersión geográfica como el canario, donde además del transporte público dentro de los núcleos urbanos hay que tener en cuenta las formas de llegar a ciudades que también son los principales centros de trabajo.

Se están planteando soluciones, dice Palop-Casado, con la implementación de pequeñas guaguas o taxis subvencionados para conectar a los lugares donde no sea viable un transporte reglado de horarios fijos con las paradas por donde sí pasan las guaguas.

Su consultora está trabajando con varios ayuntamientos canarios en el diseño de estos sistemas. Una planificación que en su opinión debe hacerse de forma participativa junto a todos los actores del municipio. «Los cambios de costumbres no se pueden hacer por decreto, tienen que ser pactados, también porque eso ayuda en la componente educativa que debe caracterizar a todo el proceso», dice.

«Parte de la dispersión territorial de Canarias ha sido posible por el coche, y eso es uno de los desafíos más importantes que tenemos por delante», explica. «Reconocer la herencia de un territorio disperso nos obliga a trabajar muy intensamente para favorecer la movilidad y accesibilidad de todos esos enclaves fuera de los grandes núcleos urbanos, que puedan formar parte y que puedan moverse con facilidad».

En su opinión, las tendencias que marcan un uso creciente del transporte público ya están en marcha, con las familias reduciendo el número de vehículos por hogar y muchos jóvenes decidiendo saltarse lo de comprar un coche, «porque es un coste excesivo o simplemente por estilo de vida, con mayor preferencia por el transporte público o por el vehículo compartido». Según Palop-Casado, «si antes había una generación que pensaba en el transporte público como un complemento del transporte privado, ahora vamos hacia un mundo en el que el transporte privado será un complemento reducido del transporte público».

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