Análisis

La ‘casa de los ratones’

Allí vivían a finales del siglo XVII Pedro Ratón de Frankis y Melchora Acedo Pelóz

Fue casa-solar del apellido Acedo establecido en Guía sobre 1584

La casa-solar de los Acedo en Guia a partir de finales del siglo XVI | | LP/DLP

La casa-solar de los Acedo en Guia a partir de finales del siglo XVI | | LP/DLP / Pedro González-Sosa

Pedro González-Sosa

Las familias que trajeron a Gran Canaria el apellido Acedo se establecieron inicialmente en Gáldar inmediatamente después de la Conquista. Con el paso del tiempo constituyó una de las casas-solares de mayor relieve nobiliario en la isla. Fue una de las seis casas diezmeras mayores de Gran Canaria. Aunque se establecieron en la vecina vega galdense, las extensas plantaciones de cañas que tenía en la zona de la Costa de Layraga, una de cuyas ramas quedó definitivamente afincada en la entonces villa de Guía por espacio de tres siglos y medio donde instituyó un importante vínculo mayorazgo. La casa solariega guiense estaba, y está, afortunadamente, en la entonces conocida como calle de la Cruz y en la actualidad Marques del Muni cuya historia queda aquí resumida.

El primer Acedo establecido en Guía, procedente de Gáldar donde había nacido sobre 1562, fue Juan Acedo Bethencourt como hijo de Adán Acedo ‘El mozo’ nacido y bautizado en Gáldar en 1535 y de su consorte Luisa de Bethencourt, venida al mundo igualmente en Gáldar en 1544 como hija mayor de Maciot de Bethencourt y de Ana Rengifo de Herrera, matrimonio que tuvo dos hijos, otro Adán y Juan, establecidos en la entonces villa guiense donde se dedicaban al cultivo de la caña de azúcar. La mayoría de los datos genealógicos de esta familia aquí recogidos proceden del estudio del que es autor Miguel Rodríguez Díaz de Quintana, inédito en El Museo Canario.

Acedo Bethencourt Ciberio, (hermano de Ana de Santiago), y de Francisca de la Paz Espino Peloz y Balboa, hermana a su vez del agüimense que también fue beneficiado de aquella parroquia Juan Bautista Espino, donde fundó la capilla dedicada al Dulce Nombre de Jesús (la que preside hoy el altar de la nave de la derecha, antiguamente dedicado a la Virgen del Carmen y en la actualidad con una imagen de Lujan para la Semana Santa) y que luego fue nombrado canónigo de la catedral.

María de la Paz Espino Peloz llegó a Guía acompañando a su hermano cuando fue designado párroco (lo fue desde 1631 hasta 1647) y allí conoció a quien luego sería su esposo el ya mentado Juan Acedo Bethencourt Ciberio. Cuando Francisca de la Paz fallece en 1701 su entierro salió de esta casa de la calle de la Cruz, porque vivía ya viuda con su hija Melchora, hermana del beneficiado heredero de la casona-, y su esposo el lombardo Pedro Ratón de Franquis. Recuérdese que hubo una época, siempre a finales del XVII, en que la vivienda fue conocida popularmente como la ‘Casa de los Ratones’ y no precisamente porque en ella abundaran estos roedores. Se extendió por el pueblo esta identificación jocosa porque en ella vivió algún tiempo el capitán y posteriormente coronel Pedro Ratón y Franquis, (hijo de Geronimo Raton y de María de Frankis) casado con la hermana del beneficiado la llamada Melchora Juliana de la Paz Acedo y Balboa, después de enviudar de su primera cosorte María de Quintana Bethencourt, matrimonio celebrado igualmente en Guía en 1643. Fue el mismo personaje que regaló parte del amplio solar donde se construyó en Guía la actual plaza principal, frente a la iglesia de la que fue mayordomo de su Fábrica parroquial. .

Constantino Acedo falleció en 26 de septiembre 1715 y en su testamento otorgado ante Pedro Alonso de Medina en 1714 deja beneficiario de sus bienes, entre otros la casa de la calle de la Cruz, a los que él llama ‘sobrinos’ y que en realidad eran primos, Pedro Tomás, Luis y Josefa Betencurt Acedo, como hijos de Juan de Bethencourt Verde y de María Ciberio de Bethencour Figueroa Acedo.

El primer Acedo establecido en Guía, procedente de Gáldar, fue Juan Acedo Bethencourt

Desconocemos documentalmente la filiación sucesiva de la descendencia Acedo que fue heredando la casa en la mitad del siglo XVIII. Pero, de Adán Acedo Bethencourt se dedicaba al cultivo de la caña de azúcar en tierras de Arucas y la Costa de Layraga, El Palmital y Las Tres Palmas y caso en 1585 en Guía con Ursula de Betencourt Figueroa. Su hermano, nuestro Juan Acedo Bethencourt aquí estudiado objeto principal de estas cuartillas, nació en 1562 y se estableció ya mayor en Guía donde estaba el grueso de las propiedades de su familia paterna y allí casó con María de Jesús de Ciberio Troya y Reina, hija de Lázaro de Reina y de Juana Gómez de Troya Afonso y Ciberio, que recibió de dote de sus padres 500 doblas de oro de cuyo matrimonio Acedo-Ciberio nacieron cinco hijos que, fueron celebrando casamientos en la villa guiense por lo que la proliferación del apellido fue extensa. Se presume que ya, desde finales del siglo XVI, la casa de la calle de la Cruz que afortunadamente permanece en pie, ya pertenecía a los Acedo de Guía.

Posiblemente al celebrar su matrimonio Juan Acedo Bethencourt y María de Jesús Ciberio construyeron por primera vez la vivienda en solar virgen o quién sabe si la compraron ya edificada o fue heredada de otros parientes, como sugiere Díaz de Quintana. Lo que se conoce ciertamente es que en 1626 pertenecía a la referida Ana de Santiago Acedo Bethencourt y Ciberio, hija de los anteriores, que celebró matrimonio en la misma villa con el capitán Lucas de Cabrejas. Ana de Santiago otorgó testamento en agosto de 1653 ante el escribano Martín Suarez de Armas donde deja como beneficiario de sus bienes a su marido, y como el matrimonio no tuvo descendencia, Lucas Cabrejas hizo heredero de la misma a su sobrino y cura-beneficiado de aquella iglesia Constantino Acedo y Pelóz, desde 1668 hasta 1715. El beneficiado era sobrino de la mujer del otorgante porque fue hijo de Juanacuerdo con sus experimentados y concienzudos estudios genealógico, si seguimos la relación que Miguel Rodríguez Díaz de Quintana ha realizado del apellido Acedo, tal vez tengamos una aproximación. Dice el genealogista que en 1830 la vivienda, tal y como aparece en la actualidad fue reedificada por Luis María del Pino Acedo Llarena, nieto de Antonio de Sosa Valdés y Navarro, para vivirla con su esposa Jerónima del Saz y Morales. Y podría ser que la propiedad de esta casa fuera pasando sucesivamente de esta forma: El beneficiado Constantino Acedo dejó en herencia la casa a Luis de Bethencourt Acedo y sus hermanos Pedro Tomás y Josefa.

Luis casó con Magdalena Quintana Guanarteme y Llano Valdés y tuvieron como hijo, entre otros, a: Juan Antonio de Acedo Bethencourt de Quintana Guanarteme que casó con Ana de Bethencourt Amoreto y Westerling, que procrearon, entre otros, a: Luis Francisco de Acedo Bethencourt Quintana Guanarteme, casado con María Magdalena Suárez de Aguilar y Medina, padres, asimismo entre otros, de: Pedro Tomás de Acedo Suárez de Aguilar, matrimoniado con María Antonia de Las Nieves Llarena y Falcón, padres de: Luis María del Pino de Acedo Llarena, casado en 1828 con Jerónima del Saz Morales y Urquia.

Se nos antoja que, como quiera que el anterior matrimonio es el que reedifica la casa en 1830, parece claro que puede aceptarse como muy posible que esta fuera la evolución en la propiedad de la casa solariega de los Acedo en Guía. Lo que ignoramos es a quien fue a parar a partir de aquellos. Probablemente fue vendida, porque el último dato que nos consta es que en 1880 la casa pertenecía a José Quesada Luján. Y a este propósito diremos que el sacerdote Eladio Suárez Estévez, natural de Guía, que fue secretario del obispo Padre Cueto y falleció en Telde siendo párroco de San Gregorio, escribió en la prensa local de Las Palmas a finales del 1900 que en sus años de niño y de joven «vivía en la casa de la calle de la Cruz don José Quesada, conocido por Pepito Luján». José Quesada Luján, que así era su verdadera filiación, falleció 1880 y la finca fue heredada por su hijo Leandro Quesada Martín, casado y de profesión platero que en 1893 encontrándose en La Habana envió un poder, otorgado por el notario de la capital cubana Andrés Martín Rivero, al procurador de Guía Isidro Hernández Martín para que la inscribiera en el Registro a su nombre para lo que precisó de la información de testigos. Lo hicieron como tales Juan Galván González y Ramón Martín Santana que afirmaron le constaba que era propiedad, por herencia de su padre, de Leandro Quesada, dictando el juez accidental del partido Ramón de Aguilar y Páez el correspondiente auto. La casa lindaba en el citado 1893 por la derecha entrando con la casa de Salvador Luján Aríñez; por la izquierda con una casa y huerta de Isidro Acedo Martinon y por las espaldas con terrenos de los mismos herederos.

Mil pesetas

Leandro Quesada la hipotecó luego a Fernando Guerra Galván, oficial del Registro de la Propiedad de Guía, por un préstamo de mil pesetas, dinero que recibió en la Habana de manos del padre del prestamista, Cayetano Guerra Domínguez que se encontraba igualmente en la isla caribeña. En noviembre de 1893, Leandro Quesada la vende en pacto de retro por el precio de 2.840 pesetas a Fernando Guerra Galván, quien la inscribe a su nombre bajo la siguiente condición: que si en el plazo de dos años devuelve al comprador el dinero la finca retornaría al vendedor.

Pero la casa quedó, definitivamente, como propiedad del citado Fernando Guerra. En mayo de 1899, Fernando Guerra Galván enagena la vivienda a Felipe Perdomo Calderín, casado con María Antonia Acedo y Valdés (hija de Pedro Perdomo del Saz y de María de los Dolores Valdés y Valdés), padres del poeta y periodista Pedro Perdomo Acedo, quien solía recordar con cariño y con nostalgia, que de niño había pasado largas temporadas. Felipe Perdomo la inscribió a su nombre en abril de 1907.

Finalmente digamos que la casa fue heredada por Norma Ayala Molina, una de las hijas ,y heredera por expresa mejora en razón de su soltería, de Francisco Ayala Jiménez y Mercedes Molina, que a su vez ésta la heredó de su padre, José Molina Rodríguez, por compra a Felipe Perdomo y en la actualidad fue heredada por un sobrino de Norma.

Respecto al escudo que figura en el fróntis de esta casa, en opinión de Rodríguez Díaz de Quintana, la casa tuvo hasta mediados del siglo XIX el blasón heráldico de los Acedo-Llarena, pero desapareció para dar paso a otro. Con el blasón del apellido Acedo, agrega, pudo ocurrir dos cosas: que en la reedificación de 1830 se eliminó definitivamente y se colocó el de la familia Valdés que había entroncado con aquél, o que, ostentando ambos el fróntis, en algún momento se eliminó el de los Acedo por deterioro y siguió manteniéndose, por ser más nuevo, el de los Valdés, que es el que ostenta en la actualidad, por las fajas superadas de rosas y roeles y nada ostenta del de los Acedo.

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