Gáldar

El Ayuntamiento patenta la marca ‘Cebolla de Gáldar’ y reglamenta su protección

La Corporación aprueba por unanimidad su trámite ante Europa para «garantizar la procedencia» y «fomentar la singularidad»

El cultivo tradicional se concentra en el barrio de Piso Firme, donde se cultivan unas 30 fanegadas

Fiesta de la Cebolla en Piso Firme.

Fiesta de la Cebolla en Piso Firme. / Andrés Cruz

Javier Bolaños

Javier Bolaños

El pleno del Ayuntamiento de Gáldar aprobó por unanimidad este martes inicialmente un reglamento que viene asociada a la patente de la marca ‘La Cebolla de Gáldar’, que trata de regular las condiciones de uso, autorización y gestión de esta hortaliza, cuyas primeras referencias datan de inicios del siglo XVIII en Gran Canaria. El expediente deberá remitirse ahora a la Unión Europea, mientras se trabaja en dar los pasos para convertirse en una denominación de origen, al mismo tiempo que también debe formalizarse una asociación de productores.

«Es un paso muy importante para que se reconozca la marca más destacada del municipio». El alcalde, Teodoro Sosa, destacó que cuando se habla de productos de cercanía, la cebolla no se podía quedar atrás. Además, Gáldar está asociado a la cebolla. Tal es así que es el dichete con el que se conoce a sus habitantes. Y da nombre a uno de los grupos folclóricos más representativos.

El Ayuntamiento ha registrado la marca de garantía ‘Cebolla de Gáldar’ en la Oficina Española de Patentes y Marcas del ministerio de Industria. Y durante la sesión plenaria dio un paso más para aprobar un reglamento, que tiene por objeto «garantizar la procedencia e identidad, y fomentar la calidad singular y diferenciada de este producto, que le acreditan mediante el cumplimiento de los requisitos establecidos».

Un valor social y económico

El concejal de Agricultura, Agustín Martín, detalló que este expediente debe ser ratificado por Europa. Pero que supone fomentar las prácticas sostenibles. En esta misma línea, el edil de la oposición por Unidos por Gran Canaria, Blas Díaz, coincidió en que supone darle un valor. Por su parte, el portavoz del PSOE, Francisco Hernández, añadió que «todos son beneficios».

El documento aprobado detalla que la marca de garantía se establece «como un régimen voluntario que permite a los operadores dar a conocer la calidad diferenciada de este producto, y que proporciona a los consumidores una garantía sobre las características específicas del producto refrendada por los controles establecidos».

La cebolla del municipio, tal y como recoge el libro de ‘Cebolla de Gáldar. Tradición y ciencia’, editado por el Cabildo de Gran Canaria, cuenta con cuatro variedades: blanca de Gáldar (tiene forma poco homogénea y es de color marrón, se recolecta en los meses de julio y agosto y de escaso picor), embarque (achatada y de color marrón, se recolecta en mayo y es la menos cultivada), roja de Gáldar (de color violeta oscura, es poco homogénea, se recolecta en julio y agosto, es rica en ensaladas por su escaso picor) y chata de Sardina (de color violeta oscura y achatada, se recolecta en mayo, de picor medio y es el acompañante ideal del gofio escaldado y amasado).

En sus datos históricos, fue introducida en Canarias por los conquistadores. Avanzado el siglo XVI el cultivo estaba plenamente introducido en Gran Canaria. La cebolla se convirtió en una hortaliza que estaba presente en los mercados, además de formar parte de la exportación.

Fanegadas

El libro recoge que «a finales del siglo XVIII tenemos la información de Viera y Clavijo sobre la cebolla canaria, válida en toda su dimensión para el producto cultivado en el Noroeste de Gran Canaria». En ellas se habla de que «nuestras cebollas rojas, cultivadas en buenas huertas, ordinariamente son chatas, grandes, redondas, de seis a ocho pulgadas de diámetro, vestidas de túnicas encarnadas».

El cultivo se ha concentrado en las tierras de Piso Firme, en el linde con Agaete. Y se estima que se cultiva entre 20 y 25 fanegadas, además de otras cinco para la venta de cebollinos a otros puntos de la isla. Este lugar, como anécdota, está asociado al avistamiento de un ovni en junio de 1976, y tiene su propia fiesta.

El cultivo tradicional se caracteriza porque los propios agricultores custodian sus semillas. Es decir, una vez acabado el ciclo desde la siembra hasta la recolección continúa con la fase reproductiva para obtener las semillas. El secreto está en la temperatura y las horas de luz, que son clave «para que encabece».

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