Ajodar: la fortaleza perdida de los antiguos canarios | Cuarta parte

La matanza de Ajodar

En el ‘Descalabro de Ajodar’ fue muerto o herido la totalidad del contingente de ballesteros bajo las órdenes de Miguel de Muxica, quien también sucumbió

La Mesa del Junquillo vista desde el Roque Bentayga.

La Mesa del Junquillo vista desde el Roque Bentayga. / Julio Cuenca

En una de las fortalezas naturales adaptadas por los canarios para su defensa llamada Ajodar, donde los canarios hicieron frente a los castellanos, éstos sufrieron la mayor derrota de toda la contienda. Un hecho de armas que pasó a ser conocido como el ‘Descalabro de Ajodar’ por las graves consecuencias que acarreó para el ejército castellano, que pudo ser aniquilado en aquella aciaga jornada. Ese día fue muerto y herido la totalidad del contingente de ballesteros bajo las órdenes de Miguel de Muxica, que también sucumbió, tras caer en una trampa tendida en el asalto a la fortaleza.

¿Pero en qué lugar debemos ubicar la legendaria fortaleza de Ajodar, el sitio donde aconteció aquella batalla que pudo cambiar el rumbo de la Guerra dado que allí a punto estuvo de ser aniquilado la totalidad del ejército castellano si no hubiera sido por la actuación decidida de Fernando Guanarteme y su contingente de canarios leales? Este grupo se interpuso entre los guerreros canarios y el ejército de Pedro de Vera, que huía en desbandada presa del pánico.

Trabajamos sobre la hipótesis de que dicha fortaleza pudiera ser en realidad la Mesa del Junquillo, una montaña con forma de meseta alargada de tendencia romboidal y de paredes escarpadas que se encuentra en los confines del límite Oeste de la Caldera de Tejeda, entre los barrancos de Tejeda y Siberio. Eso le confiere unas especiales condiciones, no solo por su carácter inexpugnable, sino además por su ubicación. Domina un estrecho desfiladero por el que discurre encajonado el cauce del Barranco de Tejeda, el único acceso a la Caldera de Tejeda por el Oeste.

Escasas y confusas

Son ciertamente escasas y confusas las noticias que se dan en las antiguas crónicas sobre dónde estaba ubicada esta gran fortaleza, una de las más inexpugnables de todas las que tenían los canarios. Los cronistas aportan datos que se prestan a la confusión, tal vez por un desconocimiento geográfico de quienes relatan aquellos hechos. Escriben sobre un territorio del que nada sabían, situado en la otra parte de la isla, en la Trasierra, como ellos mismos dicen al referirse a la parte que está detrás de la Cumbre, la cadena de montañas que separa Gran Canaria en dos vertientes, en dos territorios muy distintos entre si.

Los diferentes relatos de los cronistas refieren que Ajodar estaba situada a dos leguas del puerto de Tazartico. «El gobernador determinó, con acuerdo de don Fernando y de todo su campo, que se acometiese a aquella fuerza de Axodar por la otra banda de la sierra que cae hacia el mar. Y así se hizo, pasando la gente a un puerto que está a dos leguas de la fuerza de Axodar por un camino áspero llegaron al pie de la fuerza». ( Abreu Galindo, J. Cap. XXIV).

Fue el canto del cisne para los canarios que resistieron hasta el final, poco después se rendirían ante la evidencia de que era imposible seguir la lucha

Los topónimos de Ajodar, Ayodar, Arjoda o Jodar aparecen citados por los cronistas cuando se refieren a una de las principales fortalezas naturales de los canarios. La que Pedro de Vera intentó tomar por la fuerza en el otoño-invierno de 1482 con nefastas consecuencia para su ejército.

Ya hemos descrito cómo pudo ser la primera fase de las operaciones militares en el interior de la Caldera. Y hemos localizado los escenarios donde se produjeron. Ahora analizaremos lo sucedido en la segunda fase de la campaña militar, que se centró en los intentos de tomar por asalto otro sitio inexpugnable en el que se hicieron fuerte los canarios, la Fortaleza de Ajodar.

La ballesta fue el arma más devastadora en los campos de batalla de la Baja Edad Media y la península ibérica no fue una excepción.

La ballesta fue el arma más devastadora en los campos de batalla de la Baja Edad Media y la península ibérica no fue una excepción. / La Provincia

En este lugar se produjo una batalla de gran importancia, donde el ejército castellano sufriría la mayor derrota de toda la Guerra de Conquista. Fue el canto del cisne para los canarios que resistieron hasta el final, porque poco después se rendirían ante la evidencia de que resultaba imposible continuar luchando contra una superpotencia de recursos casi infinitos. Este hecho bélico pasó a la historia como el ‘Descalabro de Ajodar’, donde murieron centenares de soldados, casi todos ballesteros, al mando de Miguel de Muxica, de origen vasco y segundo del ejercito castellano.

La información histórica sobre la ubicación y descripción física de esta Fortaleza perdida de los canarios es repetitiva. Los cronistas y primeros historiadores copian introduciendo pequeñas variantes el relato de lo que allí aconteció. Dicen lo mismo, y todo parece indicar que parten de una fuente común. Del relato de algún testigo presencial de los hechos de armas que allí sucedieron en 1482. Todos parecen coincidir en situar Ajodar cerca del Bentayga a unas dos leguas de distancia, en el interior de la Caldera de Tejeda.

Un tiro de arcabuz

«Siguiendo las huellas adelante se mejoraron de sitio en otra fortaleza llamada Arjoda, es más angosta que la primera, tendrá de ancho un tiro de arcabuz , los riscos muy pendientes y empinados, la subida dificultosa y solo una veredilla por andenes, en lo alto tenían una fuente bastante para cien personas que allí habría cada día, y aquí tenían a su señora la reina» (Marín y Cubas, T. Cap. X).

Tal vez por la gravedad de lo sucedido en Ajodar las crónicas de la conquista se extienden en los detalles. A fin de cuentas nunca antes en los largos años de guerra los castellanos había sufrido un revés de tanta gravedad. Centenares de muertos y un número indeterminado de heridos, de los que seguro muchos morirían por la gravedad de las heridas sufridas. Sin embargo, este luctuoso suceso para los castellanos, pronto sería olvidado y no se dejó constancia de donde se había producido. Aunque todavía años después algunos testigos presenciales lo recordaban en la información pública promovida por Margarita Fernández Guanarteme sobre los méritos del Rey don Fernando Guanarteme, su padre, para hacerse con el Redondo de Guayedra. Veamos lo que refieren las crónicas de la conquista sobre esta batalla.

El lugar pudo ser la Mesa del Junquillo, entre Tejeda y La Aldea, una montaña escarpada con paredes verticales casi inaccesible

«Tardaron poco en volver sobre los canarios y halláronlos en la fuerza de Aiodar y dan en ellos el gobernador Pedro de Vera, por un cabo, y Miguel de Moxica por otro, y los canarios iban de huida la sierra arriba y los nuestros siguiéndolos por unos malos pasos, esforzándose los canarios a volver sobre los nuestros, echándoles encima muchos riscos y galgas en tanta manera, que los mataban y hacían pedazos sin poder ir a ellos de hacer más mal ni poder apartarse de ellos. Y allí el buen don Fernando, poniéndoseles delante, con altas voces, les rogaba que cesasen de hacer más mal, pero como habían la suya, no querían, y rogábanle que se desviase, que aquel día los habían de matar a todos los que les tomaban sus tierras. Y a don Fernando, muy constante, continuando sus ruegos, teníanle respeto muchos de los canarios. Dejaron de echarlas y ansí escaparan de aquel peligro y allí murieron Miguel de Moxica y muchos vizcaínos y castellanos . Y luego el gobernador Pedro de Vera y Alonso Jaimes encargaron al buen don Fernando que hiciese enterrar a los muertos y fueron sepultados el Miguel de Moxica y los demás, y los maltratados de los riscos se retrajeron con mucho trabajo a el pueblo de Gáldar al oscurar, y alojáronlos en unas casas grandes que al canto del lugar estaban a la parte donde el sol se pone y en otra casa cerca decían misa y la intitularon de la advocación del señor Santiago, donde fueron enterrados y depositado copia de aquellos maltratados mientras allí estuvieron los nuestros detenidos por causa de los maltratados hicieron allí junto una torrecilla, arrimada a una casa grande de los antiguos». (Lacunense. De la muerte de Miguel de Moxica y de otros muchos en Ajodar (Cap. XXI).

Del relato del cronista destacamos una información sorprendente, cuando dice «Y en otra casa cerca decían misa y la intitularon de la advocación del señor Santiago, donde fueron enterrados y depositado copia de aquellos maltratados...». Es decir que entierran en una casa canaria de Gáldar, que habilitaron como iglesia, una réplica de los muertos en Ajodar, una copia de cada uno de los fallecidos en el asalto a la fortaleza, probablemente figurillas de pequeño tamaño, realizadas en barro, madera o cera, cientos de réplicas que representaban a cada uno de ellos, que se enterraban en el suelo de tierra de aquella casa canaria convertida en iglesia, y por tanto cristianizada, a diferencia del lugar donde fueron enterrados los muertos de Ajodar, en tierra no cristiana.

Y lo hicieron así para evitar lo que se llamaba entonces la «mala muerte». Porque los caídos en la emboscada de Ajodar fueron enterrados en el mismo lugar del desastre en algún punto de aquella montaña escarpada cerca de donde cayeron. Fue un encargo expreso que le hizo Pedro de Vera a Fernando Guanarteme antes de huir hacia la playa de La Aldea para embarcar con el resto del ejército y los heridos o maltratados de Ajodar bordeando la costa en dirección al fuerte de Agaete y de allí a pie hasta Gáldar.

Centenares de ballesteros

Todo esto viene al caso porque en algún lugar de la montaña de Ajodar deben estar enterrados los restos de los centenares de ballesteros que sucumbieron en el asalto. Fueron enterrados además por los canarios al recibir la orden expresa que Pedro de Vera le dio a Fernando Guanarteme para que lo hicieran. Obligados, pero sin rituales cristianos, aunque Fernando Guanarteme ya estaba bautizado no imaginamos al converso guanarteme en un acto de sincretismo religioso dando la extremaunción a aquellos cuerpos inertes. Suponemos que los canarios que se ocuparon de agrupar los restos humanos y darle sepultura utilizarían las mismas formas de enterramiento que practicaban entre ellos. Es decir, buscaron cuevas o abrigos que acondicionaron para depositar parte de los cuerpos, y probablemente también construirían túmulos improvisados, excavando fosas en el suelo en algún lugar visible para depositar amontonados la gran mayoría de los muertos, que luego cubrirían con tierra y piedras dado que no disponían de mucho tiempo ante la situación de tensión entre los dos contingentes de guerreros canarios. Esto es, entre los que participaron en la emboscada y posterior matanza y los leales a Fernando Guanarteme, el converso, que estaban ahora al servicio del ejército invasor.

En algún lugar de la legendaria montaña de Ajodar deben estar enterrados los restos de los centenares de ballesteros que sucumbieron en el asalto

Encontrar estos depósitos funerarios en base a sondeos arqueológicos en lugares ya definidos sería la prueba decisiva que demostraría que Ajodar es ese hipotético lugar. Hasta ahora no se sabía gran cosa sobre la ubicación de esta legendaria fortaleza. Algunos autores creyeron identificarla en las montañas de Las Loas y Hogarzales , en el municipio de La Aldea. Incluso hay quienes consideran, aún en la actualidad, que Ajodar es la Montaña de Gáldar. Los que creen identificar la fortaleza de Ajodar con las Loas y Hogarzales lo hacen porque llevan a cabo una lectura literal y por tanto errónea de las crónicas.

En anteriores capítulos hemos expuesto una serie de argumentos para intentar centrar la localización de la legendaria Ajodar. Para ello analizamos en primer lugar los textos históricos antiguos para reconstruir un relato legible y creíble de los hechos de armas y los lugares donde acontecieron aquellos dramáticos sucesos. Son momentos epigonales de la guerra de conquista, que tuvieron varios escenarios geográficos que se entremezclan y confunden por lo que es necesario analizar esos textos desde la perspectiva de un conocimiento preciso del territorio donde los cronistas vagamente situaron aquellos sucesos .

Inexpugnables fortalezas

Los hechos de armas en esta fase epigonal de la guerra de conquista se desarrollan en gran parte en el interior de la remota Caldera de Tejeda donde los canarios esperaban al amparo de sus inexpugnables fortalezas al ejército invasor, que traslada importantes contingentes por mar desde el Fuerte de Agaete y desembarcan en algún puerto natural entre los barrancos de La Aldea y Tazarte.

Una vez en tierra, el ejército tuvo necesariamente que dirigirse hacia el Barranco Grande porque era la única vía natural de acceso al interior de la Caldera. Por eso creemos que el desembarco de las tropas y pertrechos de guerra se tuvo que llevar a cabo por el puerto natural de La Aldea, siguiendo luego el curso del barranco hacia el interior de la gran caldera. Es probable que parte del contingente, el llamado Tercio Viejo, viniera por tierra subiendo por el Valle de Agaete por el camino del Hornillo, Artevigua (Barranco Hondo) para acceder por Artenara al interior de la Caldera con objeto de sitiar primero junto con las tropas desembarcadas por La Aldea la fortaleza inexpugnable del Bentayga.

Sin poder tomarla

El cerco a esta fortaleza duró 15 días sin poder tomarla. Tras abandonar el asedio por considerar imposible tomar la fortaleza, dado que los canarios disponían de guerreros, reservas alimenticias y agua suficientes para resistir durante mucho tiempo, el general Pedro de Vera pide refuerzos. Mientras llegan realiza varias operaciones de rapiña y hostigamiento por los territorios próximos. Es probable que incluso hiciera alguna incursión hacia el interior de la Caldera de Tirajana, si hemos de hacer caso al cronista de los Reyes Católicos, Diego de Valera.

Una vez recibidos dichos refuerzos, y al comprobar que los canarios habían abandonado la fortaleza del Bentayga dejando hogueras encendidas para que pensaran que todavía seguían allí, deciden poner sitio a la otra gran fortaleza de la Caldera, Ajodar, la más enriscada de todas, donde sabían que estaba parte de la población refugiada, junto a los líderes de la resistencia, Tazarte y Bentejuí y los guerreros de élite que custodiaban a la Heredera de la Tierra Arminda, hija de Guanache Semidán, el Guanarteme Bueno.

Entonces tendríamos ya un dato importante, una distancia aproximada de 8380 metros entre el puerto donde desembarcan. Planteamos como hipótesis que pudo haber sido el actual puerto de La Aldea. Y si trazamos una linea recta desde ese puerto por el Barranco Grande aguas arriba, que es por donde avanzó vadeando el ejercito castellano, encontramos que a unos 11 kilómetros, es decir, con una diferencia de tres kilómetros escasos con respecto a la medida también aproximada de dos leguas castellanas que dice Abreu se encuentra la Mesa del Junquillo. Una montaña escarpada, de 854 metros de altura cuya cima tiene forma trapezoidal, de 1.300 metros de longitud por 600 metros en su parte más ancha. Paredes verticales que sobrepasan los 90 metros por todas sus vertientes hacen inaccesible el acceso a la cima, salvo por un paso situado en la vertiente SE de la montaña. Además al pie de las escarpadas paredes basálticas discurre un estrecho sendero aborigen que circunda la montaña. Datos estos que coinciden con los del relato de los cronistas.

Próximo domingo: Estudio arqueológico de Ajodar