Entrevista | Marisol Ayala Periodista

Marisol Ayala: «Denunciar que a enfermos de sida se les negaba atención fue un problema»

Su vasta trayectoria profesional como periodista especializada en sanidad y asuntos sociales en Canarias permitieron a Marisol Ayala ser testigo del desprecio y la marginalidad a la cual, tan sólo por su condición sexual, empujó la sociedad de las Islas durante décadas a las personas LGTBIQ+. Dice que hoy aquella situación ha mejorado pero advierte de la amenaza real que acecha a los derechos conseguidos.

Marisol Ayala

Marisol Ayala / José Carlos Guerra

Miguel Ayala

Miguel Ayala

¿Cómo y por qué acaba usted relacionándose en la década de 1980 en Canarias al colectivo LGTBIQ+?

Siempre he entendido la profesión de periodista como un vehículo para dar voz a quienes tienen una historia que contar y fui una afortunada porque me encontré con unos jefes, primero en Diario de Las Palmas y después en LA PROVINCIA, que compartían esa filosofía. Comencé a desarrollar mi trabajo en las áreas de los servicios sociales y la sanidad en Canarias, algo que me permitió conocer de primera mano a personas y situaciones cuya orientación sexual les despojaba de los derechos, especialmente en atención sanitaria, a los cuales sí tenía acceso el resto de la población.

Imagino que se refiere a los años en los cuales comienzan a detectarse en las Islas los primeros casos de Sida.

No sólo me refiero a eso, que fue una época bárbara y cruel. Ya antes se negaba en los hospitales y ambulatorios del Archipiélago, lo que ahora conocemos como centros de salud, los tratamientos hormonales tan necesarios para personas transexuales. Aquello me acercó a la realidad del colectivo, que en esos años socialmente no se consideraba así ni de lejos; se veía más bien como un grupo marginal que vivía un poco escondido, sin posibilidades laborales y abocado casi únicamente, salvo algunas excepciones que en las salas de fiesta encontraron una manera de ganarse la vida, a dedicarse a la prostitución.

Cuando por entonces yo acudía a barrios de Las Palmas de Gran Canaria y el resto de la Isla para denunciar en el periódico la pobreza en la cual vivían, también los encontraba allí; me daba rabia y pena que por su condición sexual estuviesen en esa situación. Ellos sólo buscaban que alguien les escuchara y recuerdo cómo se sorprendían al ver publicadas en la prensa sus demandas.

Y entonces aparece el Sida...

...y la situación empeoró.

¿Qué recuerdos tiene de aquella época?

Como un período bárbaro donde el consumo de heroína, agravado por el desconocimiento sobre el peligro que generaba compartir jeringuillas, se tradujo en la Isla en cientos de contagios. Eran chicos jóvenes a quienes se les negaba atención sanitaria.

Tampoco habría en esa época tratamientos efectivos.

Cierto. Pero fuese el que fuese, a estos enfermos no se les dispensaba. Denunciar en LA PROVINCIA que la sanidad pública del Archipiélago le negaba tratamiento a aquellas personas nos generó entre las autoridades de las Islas un serio problema; no querían que se supiese.

¿Ha cambiado hoy la situación con respecto a esa época?

Muchísimo. Pero debe cambiar más y no me refiero a la atención sanitaria que, por fortuna, nada tiene que ver con aquellos años. Hablo de derechos conseguidos y el riesgo real de perderlos a causa de decisiones políticas que considero muy peligrosas. No debemos bajar la guardia.

¿Le hace ilusión que los premios Arkoiris reconozcan su trayectoria profesional?

Valoro siempre una distinción por mi trabajo, se la que sea, pero en este caso y en este momento concreto de nuestro país me gratifica especialmente porque vivimos una etapa donde se corre el riesgo de retroceder en un asunto por el cual, literalmente, algunas personas se dejaron la vida.