Agüimes

El último curso de la viuda del jardinero de Arinaga

Candelaria Armas sale de la vivienda en el CEIP siete años después de la muerte de su esposo Momo Rodríguez: «Me siento como si hubiera hecho algo malo»

Los vecinos de Playa de Arinaga apoyan a María Candelaria ante su desahucio

La Provincia

«Me siento como si hubiera hecho algo malo y no lo he hecho». Son palabra de María Candelaria Armas, viuda de Jerónimo Rodríguez, conocido como Momo, el jardinero de Arinaga, que recibió la orden de desahucio definitivo que se ejecutará en días de la casa en la que reside hace 18 años. Está ubicada en el CEIP 20 de Enero de Playa de Arinaga y fue cedida a su marido, empleado del Ayuntamiento de Agüimes. La requiere ahora para devolver el espacio al centro educativo. En días hará siete años que Momo falleció. Cuando la visitó LA PROVINCIA Candelaria ya tenía prácticamente toda su vida embaladas en cajas. «Momo trabajó mucho para el ayuntamiento», clamó. Su hijo lo dice claro: «Esto la ha enterrado». Ha sido el último curso en el colegio de la viuda del jardinero.

«Trabajo desde los 10 años y siempre he salido adelante sola. Ahora con mi edad siento impotencia porque no puedo hacer nada, ni trabajar, estoy cansada y enferma», declara Armas, que confiesa: «lloro, claro que lloro. Tengo una gran depresión, pero me levantaré, no se cómo. Soy fuerte, aunque me flaquea todo en estos momentos como nunca».

«No me gustan estas cosas, no quiero ni me gusta nada lo que está pasando; me hace sentir mal salir en estos sitios», puntualiza. Al preguntar por su marido alcanza a decir, que «no es porque fuera su mujer, pero era buenísimo, la gente lo conoce. Pero con todo lo que trabajó por este ayuntamiento no se merecía esto. Que mi final fuera este». Determina que «se levantaba a las cuatro de la mañana para regar, volvía a las siete y se iba como encargado de jardinero».

El último curso de la viuda del jardinero  | LP/DLP

María Candelaria y su marido Momo cuando todo era felicidad. / La Provincia

Los hechos se remiten a octubre de 2023. Tras seis años del fallecimiento de Momo, Candelaria Armas recibió la primera notificación oficial firmada por el alcalde Óscar Hernández. «Con el fin de darle uso educativo a la vivienda en la que está residiendo dentro de las instalaciones del CEIP y tras comprobar que no existe ningún vínculo laboral con este ayuntamiento, se le requiere que antes del 31 de marzo de 2024 desaloje la vivienda». Llegaron tres notificaciones más y la última fue definitiva con el final de la prórroga, el 31 de mayo.

Han llovido muestras de apoyo vecinal desde entonces con recogida de firmas en la playa y en plataformas digitales. En estos días atrás el alcalde también dejó claro que «por muchas firmas que recojan el expediente continúa. Han tenido tiempo para irse», determinó Hernández, en alusión a que «han tenido seis años para hacerlo. La guardiana del colegio, como la llaman cariñosamente en el Arinaga, apunta que anímicamente esta mal. «No me levanto bien. Tomo mi medicación y ahora estoy con la depresión fuerte», dice. No quiere «ningún regalo. No pido caridad, solo una casa en condiciones a donde poder irme con dignidad». Exactamente plantea «que me ayuden al menos con 200 o 300 euros para poder pagar una casa, me da igual el barrio, donde sea». Expone que con su pensión de viudedad mantiene en la vivienda a su hija Cristobalina y a su nieta, María. Son 850 euros, «cómo voy a pagar un alquiler con eso, solo con luz, agua y comida se va todo». Hasta ahora en la vivienda del colegio no ha tenido gastos de agua ni de luz, salvo la propia manutención. Recuerda que hace ya 40 años solicitó una vivienda de protección al ayuntamiento «que ahora me dice que no hay ninguna casa social». También recalcó que el ayuntamiento le había prometido una cuando falleció su marido, «pero no ocurrió».

Su hijo, Jerónimo Rodríguez: «Es como si esto la hubiera enterrado; no se lo merece»

Afirma que el apoyo recibido por todo el pueblo de Arinaga «me está sirviendo de mucho» y lo quiere agradecer ella y sus hijos, que no la pueden acoger en sus viviendas «porque son casas chicas, no como las de antes. Casi no tienen espacio ni para ellos». A colación dijo con orgullo que tiene 16 nietos y dos bisnietos y con más dolor señala igualmente que aparte de sus descendientes, «los he visto morir a todos. Solo me quedan dos tíos y una sobrina».

Fue la mayor de seis hermanos y «me encargué de todos con 10 años, además de trabajar en los tomateros colocando varas para proteger las tomateras en el barrio del Uno». Se mudaron a casa de sus suegros cuando se casaron hasta que Momo fue contratado por el ayuntamiento como jardinero, que le cedió la vivienda en el colegio, donde ejerció también de guardián hasta que murió. Ella tomó entonces su relevo, aunque no era remunerado.

Candelaria afirma que el apoyo recibido del pueblo de Arinaga «me está sirviendo de mucho»

Sus hijos no la dejan a solas todo el día. Jerónimo Rodríguez clamaba: «es que la van a matar con todo esto. Mi miedo es que de un tercer infarto», dijo con voz temblorosa. «Es como si esto la hubiera enterrado. No se lo merece. Esta situación no le cuadró. Está mal, nunca la vi así. Llora cada momento y no es así», destacó. Ha sido su final de curso más dolorospo.

María Candelaria embalaba parte de sus pertencias sin parar de llorar, donde guardará la imagen del baile con su marido Momo cuando todo era felicidad. |