Telde

"Vine de Tinduf de niño de vacaciones y ahora mi sobrino vivirá lo mismo"

37 menores de los campos de refugiados del Sáhara llegan para unas Vacaciones en Paz a hogares de toda la isla

Niños saharauis del programa Vacaciones en Paz, en el Parque de la Condesa, en Telde

Juan Carlos Castro

Estallido de alegría, risas, ternura, emoción, lágrimas de niños y 'padres' de acogida. El encuentro de este martes en los jardines de la Casa de la Condesa de Telde entre los 37 pequeños llegados del campo de refugiados de Tinduf para disfrutar de unas Vacaciones en Paz con familias de toda la isla durante dos meses no tiene desperdicio y describe a la perfección lo que es un vínculo familiar sin ser de sangre. El primer encuentro y emociones no contenidas saltaron entre los menores que viven desterrados en pleno desierto en la frontera argelina lejos de, todo.

Adamadi Mayara, que llegó a Gran Canaria en 2002 acogido al programa, hoy está casado con una grancanaria se considera "más canario que el gofio" y corrió, como todos, a abrazar a su sobrino, en esta ocasión carnal, Cheq Mustafa, que hizo lo mismo al verlo. Espera que el pequeño corra su misma suerte y que pueda optar a un futuro que no sea desierto, con un techo que no sea el de una tienda de campaña, sin agua salubre, alimentación, sanidad o educación básicas, huir de 50 grados de temperatura o de conflictos bélicos y políticos de los que no tiene culpa. O solo, jugar y madurar como cualquier niño y no prematuramente. Cada encuentro fue un mundo. 

Espera con alegría

La llegada se hizo esperar. La Casa de la Condesa de Telde era el punto de encuentro y el retraso del avión de más de una hora mantuvo en vilo a padres y familiares que se acogieron este año al programa Vacaciones en Paz, que organiza la Asociación Canaria de Solidaridad con el Pueblo Saharaui que preside Octavio Melián.

Muchas de las familias repiten con el mismo menor, dos y hasta tres años. El vínculo con sus padres y familiares en Tinduff es rutinario. Raro es el caso de alguna familia canaria que no los haya visitado. En estos dos meses se hacen llamadas telefónicas a diario o semanal. De todos los menores solo cinco se estrenaron en este programa este año, y otros tantos se quedaron en tierra porque se arrepintieron a última hora.

Correr y abrazos

Los familiares grancanarios que los esperaban andaban desperdigados por las instalaciones de un recinto histórico de Telde y venido a menos. Pero fue ver aparecer la guagua y empezar a agolparse. Con banderas del pueblo saharahui empezaron a descender y a correr por un sendero adoquinado del parque primero para luego saltar al espacio del jardín precintado para el encuentro. Allí cada uno saltó, jugó, corrió y se fue despiendo de sus compañeros de aventura antes de partir a los hogares que los acogerán en estos dos meses desde Telde a Santa Lucía o Santa Brigida. "Prácticamente en todos los municipios", resaltó Melián.

Niños saharauis del programa Vacaciones en Paz 2024, en Telde

Niños saharauis del programa Vacaciones en Paz 2024, en Telde / Juan Carlos Castro / LPR

La breve cita dio mucho de sí, y por destacar solo algunos, el orgullo que sintió Adamadi Mayara. Sin contenerse, nervioso, no quitaba ojo a su sobrino, Cheq Mustafa. Mayara detalló mientras lo veía juguetear con sus compañeros de vacaciones que "yo participé en este programa en 2002". Contó que era uno más y fue una experiencia única. Tras las vacaciones entré en un programa educacional y me trasladaron a Castilla La Mancha y allí empezó una andadura distinta en mi vida" relató. Hoy día está casado con una grancanaria, tienen hijos y se considera "más canario que el gofio". Viaja continuamente a Tinduf y mantiene el vínculo con su familia. "Y claro, ahora le toca a mi sobrino, se llama Cheq Mustafa", decía hasta que lo llamó. "Es ese, el de la camisa roja". A las carreras llegó su sobrino a abrazarlo mientras afirmó "quiero lo mejor para mi familia. Ojalá disfrute como yo y tenga mi misma oportunidad".

El primer encuentro y emociones no contenidas saltaban por cada esquina. "Hace un año que no lo veo", "yo soy la abuela y vengo a buscarlo". "Qué ganas de verlo". Mary fue de las primeras en llegar y "vengo yo, que soy la tata de Saleb. Mi hija está trabajando y no puede venir". La sorpresa llegó cuando Mary vio a su nieto adoptivo y aparece, un poco de lejos su hija "mírala, ay, que dejó el trabajo y se vino". Salió corriendo a abrazarlos a ambos. "Mírala, esa es Galia", gritó otra de las abuelas porque su hija, la madre adoptiva también trabajaba. Daba igual. Toda la hilera de familiares que adoptaban a estos menores era un cuadro que solo reflejaba amor, solidaridad y algunas lágrimas, o muchas en casos también cayeron.

Niños saharauis del programa Vacaciones en Paz 2024, en Telde

Niños saharauis del programa Vacaciones en Paz 2024, en Telde / Juan Carlos Castro / LPR

El programa data de los años 80 0 y consiste en la acogida de niños y niñas saharauis entre 7 y 12 años por parte de familias residentes todo el país, durante los meses de verano. En este caso, los de Gran Canaria. La estancia es en régimen de acogimiento temporal por el que se responsabilizan del alojamiento, la manutención y parte de la educación de los niños.

Estos pequeños nacen y viven en campamentos y se convierten en mensajeros entre distintas culturas de refugiados en las proximidades de la ciudad argelina de Tinduf, una de las zonas más inhóspitas del desierto del Sahara. Entre otros objetivos, el programa ofrece a los menores una alternativa a las condiciones en que viven allí durante los dos meses en que las temperaturas alcanzadas en los campamentos pueden llegar a 50 grados.

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