Atrapados en Lugarejo, un barrio de Las Palmas de Gran Canaria

El accidente de un camión de la basura bloquea durante casi todo el día la entrada y la salida por carretera del barrio

Caos en Lomo Apolinario durante el cierre temporal  

Un camión de recogida de la basura bloquea el acceso a Lugarejos

Manuel Reyes

La calle Lugarejo, que es un barrio de Las Palmas de Gran Canaria en sí mismo por su construcción zigzagueante y dimensiones, solo sale en los medios de comunicación cuando la feria de ganado ocupa la iglesia de Lomo Apolinario, o un accidente bloquea la entrada y la salida a este entramado de casas terreras situadas a los pies del barranco Guiniguada, como ha ocurrido esta mañana con el camión municipal de la basura, que derrapó y dejó a más de 500 vecinos incomunicados por carretera durante todo el día.

Un coche levanta el precinto policial para salir dle barrio.

Un coche levanta el precinto policial para salir dle barrio. / Juan Carlos Castro

El acceso a pie, además, es complicado debido al brutal desnivel de la pendiente. La carretera que comunica este núcleo capitalino, tras estamparse el camión contra un edificio y quedarse cruzado en la misma entrada, fue reabierto poco antes de las 21.00 horas. 

Grasa en la carretera

Todo comenzó a primera hora del día, casi de madrugada. Un reguero de líquido de frenos o aceite procedente de una camioneta averiada sembró el caos en Pino Apolinario, la calle principal que conecta con Lugarejo, Casablanca y toda la parte alta del polígono industrial Miller Bajo, con un importante trasiego de coches diarios durante los días de trabajo.

Los servicios municipales de Limpieza y la Policía Local, ante el estado resbaladizo de la calzada, cortaron también Pino Apolinario a la altura de la mítica panadería Mendoza, bloqueando a su vez la Lugarejo, que está un poco más abajo, a la vuelta de la iglesia, y es por donde descendió la camioneta con la avería. 

Sepiolita y lluvia

Como es habitual en estos casos, para neutralizar la grasa que hacía impracticable la vía, los operarios de Limpieza echaron sepiolita, un mineral con un alto poder absorbente, pero la lluvia convirtió las dos carreteras en una pista de patinaje

Hubo accidentes tanto en Pino Apolinario como en Lugarejo, aunque sin heridos graves. El más importante fue el protagonizado por el camión. Un residente, Juan Santana, cuenta que las dos calles estaban cerradas y no dejaban subir ni bajar a los coches, pero permitieron pasar al vehículo de recogida de residuos, que perdió el control nada más entrar en la empinada calle.

Un barredora limpia la calle Pino Apolinario, también temporalmente cerrada al tráfico.

Un barredora limpia la calle Pino Apolinario, también temporalmente cerrada al tráfico. / Juan Carlos Castro

La destreza del conductor permitió detenerlo contra la esquina de uno de los edificios, justo en la primera calle que se mete a la derecha y bordea la iglesia, evitando que el camión siguiera ladera abajo de forma descontrolada.

La lluvia, según un cartel colocado por Limpieza, impidió durante casi todo el día retirar el vehículo accidentado con una grúa, pues la mezcla de la grasa con la sepiolita y el agua potencian la peligrosidad de la maniobra de rescate. 

Antes de lo previsto

El Ayuntamiento comunicó en un cartel que el camión no sería retirado hasta el día siguiente, pero al caer la noche lograron desbloquear el acceso a Lugarejo, mientras una barredora y varios operarios trabajaban en Pino Apolinario para reabrir al tráfico esta vía lo antes posible. La calle general canaliza buena parte del tráfico que llega desde la autopista a la altura de Casablanca y enlaza con el polígono industrial Miller Bajo, además de la parte baja de la ciudad a través de la antigua carretera general del Norte y el Castillo de Mata.

El retraso en sacar el camión generó una gran tertulia en la peluquería del barrio, que está justo al inicio de Lugarejo. «Pero si eso lo coges con un wincher y lo sacas para arriba», opina Rafael Santana, molesto por tener que dejar el coche a varios kilómetros de su casa por «la película que se han montado aquí». Santana vive «al fondo» del barranco y se levanta a las cinco de madrugada para trabajar, como buena parte de Lomo Apolinario, uno de los pocos barrios capitalinos que aún conserva su idiosincrasia obrera.  

«Viene Óscar y se lleva el camión con la grúa como si fuera mantequilla», añade Raúl González. «Mi abuelo viene ahora del centro de salud y por ahí no podrá bajar con la silla de ruedas. ¿A dónde lo llevo?», lamenta este vecino, que realojó temporalmente a su familiar en casa de otro pariente. 

Un camión de Aguas de Teror, que bajó antes del accidente para hacer el reparto habitual, se quedó atrapado todo el día en Lugarejo. No le dejaron subir la cuesta porque estaba cargado y podía patinar, pero luego permitieron bajar al camión de basura y se lio buena. «Menudo despropósito. Si no vira contra la acera sigue para abajo y a ver hasta dónde llega el camión», remata González.

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