Pedro García Aguado fue uno de los grandes protagonistas de la última entrega de 'Supervivientes: Tierra de nadie'. El colaborador y expresentador de 'Hermano mayor' hizo un profundo repaso por su vida personal en su 'Puente de las emociones', derrumbándose al hablar de la "mala vida" que vivió por la adicción a las drogas que tuvo en el pasado.

"Era tan feliz jugando al waterpolo, era tan bueno, pero no me lo creía. Y por la mala vida, empecé a tener hábitos poco saludables, celebraciones, consumo de alcohol y otras sustancias, y mi carrera fue cayendo en picado desde 1998 hasta el 2003, cuando ingreso en un centro terapéutico. Mucha rabia porque el waterpolo me lo dio todo, pero no lo supe gestionar", explicó.

El exwaterpolista calificó como "la oscuridad" esa etapa, añadiendo que no escuchaba ni a su padre ni a su madre: "Empezó siendo un consumo esporádico, pero en el año 2000 lo había perdido todo: mi capacidad de jugar, mi alegría, no era el mismo. No tenía capacidad de más de tres días sin consumir, consumía alcohol en casa estando solo".

"Era uno de los mejores del mundo y nunca lo decía, yo destrozándome la vida por las noches. Eso no se lo voy a perdonar nunca a la droga. Me robó lo que mejor sabía hacer, mi vida. Convirtió los cinco últimos años de mi carrera en un verdadero infierno”, continuó García Aguado.

El exconductor de 'Hermano Mayor' también habló de su proceso de desintoxicación, que empezó con una llamada teléfonica: "En 2003 me separo de Mayca, la madre de mi hija pequeña, y me voy a vivir con mi madre justo cuando me llama la selección para un campeonato en Barcelona. El seleccionador me dice ‘Pedro, quiero que vengas porque necesito que las viejas glorias’ y yo pesaba 84 kilos, no estaba para jugar al waterpolo… Entrené dos días y me fui a consumir al tercer día y desaparecí tres días. Le llamé, puse una burda mentira y me dijo ‘Toto, sigues igual’ y fue lo que me hizo ver la luz y entonces pedí el ingreso".

"Me había arruinado. Mi padre usó un dinero que guardaba de la lotería que le tocó a mi abuelo y me dijo ‘Hijo, por fin me pides dinero para algo que merece la pena’. Me morí de miedo y de vergüenza”, comentó García Aguado.