Al repasar mi conferencia sobre Las Franquicias a lo largo de la historia en nuestras islas, me llenó de preocupación el escaso espacio dedicado a la suspensión de las mismas a lo largo de su supresión durante el franquismo.

Crisis económica que venían padeciendo la islas, como consecuencia de la crisis mundial surgida en 1929, prolongada durante la Segunda República, la Guerra Civil y Mundial.

Por lo que toca a nuestra Guerra Civil, una de sus consecuencias durante el conflicto español y la restauración del mismo, al gobierno del Movimiento le fue imprescindible acaparar divisas, para suministro de los productos indispensables, tanto durante el conflicto como las necesidades de la restauración.

El sistema se redujo al acaparamiento de las divisas extranjeras, para su servicio, entregando solo una parte de las mismas en pesetas a los exportadores. Función del sistema fue el Banco de España.

Muy significativo sobre la situación en 1938 fue la del cónsul inglés: "El rápido declinar de la economía insular es la consecuencia de la supresión de los Puertos Francos y la economía dirigida y predicada por los peninsulares bajo la inspiración soberana".

En el momento inicial, tras el cese de los Puertos Francos, se alcanzaba cierto tipo de bienes con las ofertas subrepticias importadas por los tomateros o gracias a los cambulloneros en el puerto, caso curioso, el de los exportadores que se dedicaban a ocultar algunas partes de las libras para recibir sus importaciones y el resto se facilitaba a través del Banco de España. Caso curioso fue el ocasionado por Óscar Sánchez. Recién casado y con su cara de jovenzuelo se hizo famoso en Londres por sus habilidades con los tomates de su suegro. Tanto que el entonces Ministro de Comercio e Industria lo citó en su despacho. Al recibirlo le causó una profunda impresión y extrañeza. ¿Cómo gozaba de semejante jovenzuelo? De esta conversación surgió el famoso Fifty-fifty, para el importador canario: un 50% de divisas para el Banco de España y el otro para importaciones de Inglaterra.

Es curioso entender cómo la pérdida de las franquicias fue aceptada dada la situación generada por la Guerra Civil. Sin embargo, en cierta medida, como hemos visto, no se perdieron las repercusiones negativas que supusieron para Canarias.

La prueba fue como hacia 1952, centenario de la concesión de los Puertos Francos por Bravo Murillo, a petición de los canarios, tanto falangistas como las autoridades gubernativas, concibieron la mejoría de la economía, era preciso solicitar a la autoridad nacional la recuperación de las franquicias portuarias.

Falangistas con el visto bueno acordaron y precedieron a celebrar un ciclo de conferencias conducentes a su restauración. Eligieron personas prestigiosas y responsables por lo que a la economía insular representaban.

El ciclo de conferencias fue inaugurado el 27 de agosto de 1952 asistiendo, como seguras con las siguientes las autoridades, así como una masa de asistentes, que aplaudieron entusiasmadamente al final de cada intervención.

Aunque nos ha sido imposible utilizar el texto de las mismas, cada una de ellas, fue ampliamente recogidas en la mañana siguiente por el diario La Falange.

La inicial fue pronunciada por el prestigioso don Luis Correa Viera, con la titulada Los Puertos Francos. Pasado, presente y Futuro. Reconoce en la misma el autor, que cuando fue invitado a la misma se lo comunicó al Gobernador Civil, quien tomó el avión para la cuenta en Madrid.

Inicia su intervención con una descripción del archipiélago del capitán de fragata francés en 1842: "Gran Canaria la más importante por sus recursos, su pesca y sus productos por la bahía de Las Palmas".

Explicita y elogia la creación del Puerto que padecemos y seguiremos padeciendo en tanto este centro capital del atlantismo, no recuperará su llave.

A Luis Correa Viera, el 4 de septiembre le sucede en el Ciclo de Conferencias Antonio Miranda Junco. Fue muy llamativo por ser "hijo de un canario ilustre y llorado que consagró su vida a la defensa de nuestro Puerto Franco", José de Miranda Guerra.

Teoría y realidad de los Puertos Francos de Canarias del segundo conferenciante. Inicia su contribución en definir ambos aspectos y las motivaciones de los gobiernos a concederlos, así como la razones de la concesión del Real Decreto y alaba y explica algunos de los bellos artículos que encierra, así como de los beneficios que producen y su variedad y trascendencia.

Continúa con el mecanismo que los hoy olvidamos, las franquicias, "Tenemos visitantes y no faltan parados". Por lo visto los políticos desconocieron la historia ¿quién los juzgará?

A renglón seguido expone los puntos de vista que su padre generó en 1934: "constituye -dice- una exposición perfecta del mecanismo del gran ministro de Isabel II", de cómo luego procedieron sus beneficios.

Planteamiento evocador de desarrollo, que al ser cesado ha llevado a las Islas a la situación que padecen. Valora las consecuencias y ante esta situación la única situación es volver a socorrer los Puertos, pues sin obtener las franquicias se terminará en un completo fracaso.

De menor trascendencia fue la conferencia titulada Producción y Estado económico plantea la trascendencia sobre la publicación del decreto sobre los Puertos Francos, definida posteriormente en parangón con las personalidades insulares: López Botas y E. Doreste, que concedieron grandes alabanzas a los factores de un desarrollo económico entre 1852 y 1911. Fecha en que se procede a la Ley de Cabildos Insulares.

Explica con claridad el beneficio desarrollado por la aplicación de las franquicias, así como la evolución y trascendencia con el desarrollo de las divisas. Y como consecuencia el desarrollo industrial y su producción.

Sin embargo, se permite alguna precaución al pronunciar: "los Puertos Francos deben ser tesoro apasionante [?] para los canarios, luchan por su riqueza, pero es preciso situarse en la realidad del momento que exige medidas de relación de todos los países".

Finalmente, solicita y exige la defensa de una mayor producción mediante una intensa agricultura.

Hasta ahora venimos presentando a los anteriores caracterizados con un aspecto común. Todas han explicitado a sus oyentes cuál fuera el fundamento la historia de las franquicias y su necesidad imperiosa para el desarrollo económico del archipiélago, como había demostrado la implantación del decreto de 1852 y la evolución del mismo.

Encontramos que los dos últimos oradores criticaron a sus antecesores, que si bien plantean el pasado histórico y la evolución económica del mismo de las franquicias y solo la posibilidad de una restauración: el acierto de los señores Bernardino Correa Viera y Manuel Pedro de Quesada, en su solicitud para la restauración de un derecho, penetran en la imperiosa necesidad de una restauración de las Franquicias portuarias, solamente suspendidas, pero no eliminadas.

Bernardino, el 28 de septiembre titula su intervención: Las soluciones monetarias del problema de los Puertos Francos. Aclaro que sus palabras no tenían sentido de censura, sino que pensaba que cada uno de los participantes atacaron su problema para la creación del puertofranquismo y su evolución, pera él trataba de exponer no la historia de los Puertos Francos, sino tratarlos como "a lo tan vivo y tan operante por ser la vida de Canarias, se hicieron [?] absolutamente preciso, volviesen a entrar en rigor con la mayor rapidez posible".

Por tanto, como quiera que el problema era esencialmente económico, lo trataría como tal, con toda sinceridad y por ello, siempre serían indispensables los Puertos Francos a Canarias y por tanto siempre serían su mayor fuerte de prosperidad.

Afirmación que reitera con un "No se concedieron los Puertos Francos a Canarias por liberalismo sino por necesidad". Y por ello "Bravo Murillo había visto en Canarias una estación de servicios a favor de España en tiempo de tantísimo tráfico del Atlántico". He aquí una primera intuición de las que con el tiempo son el atlantismo, en el que juegan nuestras islas.

Finalmente, entre una serie de otros extremos que explican la "prosperidad de un centenario de la dotación de los Puertos Francos, añade una sugerencia de gran trascendencia". El hecho de que Bernardino considere el exceso de divisas que Canarias remitiría a la Península, su crecimiento, supondría que el crecimiento de la población insular de las islas se emplearía en los territorios africanos próximos, e incluso su crecimiento podría alcanzar la aparición de una doble moneda atlántica: la de las Islas y las fronterizas africanas.

Esta intención fue un claro modelo del talento de Bernardino Correa, que incluso gozaba de una clara concepción ya que su clarividencia de los Puertos Francos le trajeron la imposible explosión de las posesiones de Ifni, en donde proponía establecer el exceso de población en las Islas.

Propuesta de dominio de la costa de África, que explayó en la conferencia que pronunció en el Colegio Mayor de Cisneros, que remataba con la doble exposición que justificó con su conocimiento de la tierra para el cultivo, pues había agua en el subsuelo complemento del fosfato. Si no se hubieran perdido estas tierras ¿qué serían hoy en que es fácil que surgiera el petróleo? No cabe duda de que Correa era un hombre excepcional, buscó no ceder como lo demuestra su conocimiento no solo de Río de Oro sino el Sáhara Occidental.

Cierra el ciclo de las conferencias, otro caballero excepcional, se trató de Manuel Pedro Quesada, que la pronunció el 10 de octubre de 1952. La tituló Evolución legal de las restricciones al régimen de los Puertos Francos.

Destaca inicialmente la personalidad del Secretario de Hacienda del Ministerio, "quien trata de la necesidad imperiosa, que han menoscabado la supresión de los Puertos Francos..., pero examinando las actuales circunstancias que permitan recabar del gobierno su restablecimiento".

Explica las razones de su restricción en 1936, hasta el Decreto de agosto pasado, como consecuencia del inicio de la disposición recientemente creada. Analiza los efectos consecuentes de este periodo. Y piensa que lograda en gran parte la normalidad, cabe restablecer el sistema "de puertos francos tanto para las necesidades canarias como económicas".

Puesto que así "lo reconocía el Ministro de Industria y Comercio, que concedía primero la importación de veinte toneladas mensuales y luego hasta cuarenta, de artículos sobrantes de la provisión de los barcos extranjeros que arribaban a nuestro puerto". Un camino que reafirmará el Ministro con la Orden de 31 de julio de 1951.

Restablecidas cierta parte de las franquicias, se disfrutará una rebaja en el coste de la vida una de las más caras de las de toda España, especialmente los de la clase media, con el rendimiento para la agricultura, e incluso en parte a la industria.

Por lo que toca a la apertura, se nos muestra que es necesaria la protección "cuando sin barreras aduaneras pueda tener capacidad para competir con los productos extranjeros, en calidad y precios".

Y así más ya que Manuel Pedro de Quintana aduce las consecuencias de los puertos africanos perfectamente dotados y de gran facilidad pues han recibido del gobierno francés "la libre importación de artículos en Marruecos sin necesidad de licencias"

Como es lógico, en Canarias se abrirá una amplia opinión sobre la necesidad de restablecer la Ley de Franquicias. Lógicamente lo más interesados fueron los exportadores del tomate. El 18 de febrero de 1948 es publicado un Proyecto de Ley de Bases sobre ordenación económico-administrativo de las Islas Canarias, que como es lógico no prosperó.

El éxito de la restauración de las Franquicias tuvo lugar en las Cortes con la discusión de los Principios de franquicias administrativas exterior o con el extranjero de 1956, luego perfilada las Franquicias portuarias a través de retoques hasta 1977.

Así pervivieron, como señalaba en mi conferencia, hasta que tras la incorporación de España a la Unión Europea, en las famosas franquicias desaparecieron a cambio del capital necesario para la recepción del turismo. Desacierto sin medida: el desconsiderado paro obrero y una situación crítica y lamentable.