Opinión

Antonio Aguiar

Pedro González Sosa: Cuánto no tiene de periodista un historiador

2006.Pedro González Sosa y Antonio Aguiar

2006.Pedro González Sosa y Antonio Aguiar / La Provincia.

Este lunes se nos fue a los 91 años Pedro González Sosa, un histórico del periodismo de Canarias e insigne cronista oficial de mi ciudad natal, Guía de Gran Canaria.

En 2006, nuestra ciudad le brindó un justo homenaje en el que tuve el honor de participar. Aquel año fue singular. Se cumplía el 250 aniversario del nacimiento de Luján Pérez y el centenario del nacimiento de Néstor Álamo, otros ilustres guienses, pero no fueron éstos los únicos aniversarios que celebramos entonces. 

Pedro González Sosa también cumplía años en 2006: sus primeros 50 años como periodista, cifra que pudo prolongar casi veinte años más en los que hemos podido disfrutar de su impagable aportación a nuestra memoria colectiva.

En 1956, nuestro añorado Pedro "descubrió" que ese año se cumplía el 200 aniversario del nacimiento de José Luján Pérez y envió a su periódico un artículo invitando a las autoridades provinciales y de Guía a que organizaran algunos actos con este motivo. Con poco más de veinte años, Pedro ya había pronunciado su primera conferencia titulada "Guía en la vida y en la obra de Luján" en El Museo Canario.

Aquel año empezaba a fraguarse la más completa investigación histórica que se ha realizado sobre nuestro municipio. Bien es cierto que otros antes que él, como el propio Néstor Álamo, se ocuparon de nuestra historia local, pero fueron fugaces incursiones en temas puntuales. Lo cierto es que sólo Pedro González Sosa ha estudiado y divulgado de forma global y continuada nuestro pasado sin desatender la actualidad cuando era necesario.

En 1963 ya estaba ejerciendo como periodista en El Eco de Canarias y poco después como delegado de la Agencia EFE en Las Palmas. También fue colaborador y redactor, entre otros medios, en Radio Nacional de España. Pero no queremos entrar en el debate de si Pedro era más periodista que historiador o viceversa pues, como dijera Francisco Morales Padrón, ¿cuánto no tiene de periodista un historiador?

Durante estos casi setenta años de profesión, Pedro González Sosa había simultaneado la urgencia de la noticia, del hoy y del ahora, con la recreación del ayer. Y lo hacía a través de la microhistoria. Es decir, a través de la rememoración de los hechos de la estirpe propia y del terruño. Es lo que se ha llamado también ‘historia local’, que nace de un sentimiento profundo, a veces inexplicable, de apego a los orígenes, a la patria chica. Esto lo sabemos bien quienes hemos nacido en un pueblo con una marcada personalidad, el lugar en el que situamos lo esencial de nuestra vida. Si la patria de un hombre es su infancia, la que Pedro vivió entre nosotros también le marcó para el resto de su vida.

Es especialmente meritorio recordar que en esa búsqueda del tiempo pasado, que no perdido, de su pueblo natal, nuestro cronista no pudo acudir a obras anteriores sobre nuestra historia; tuvo que invertir miles de horas, años de su vida rebuscando en archivos parroquiales, en los del Ayuntamiento, en el Museo Canario, en las hemerotecas de los periódicos, y en numerosos archivos de instituciones nacionales y extranjeras, así como en archivos privados. Fruto de ello son más de una decena de libros sobre nuestro municipio y multitud de artículos y reportajes. La dedicación de nuestro cronista es aún más meritoria si tenemos en cuenta que el acceso a los archivos, en la mayoría de los casos, era muy difícil, por no decir ingrato, al encontrarse faltos de clasificación y ubicados en espacios inhóspitos.

Qué sabríamos del nacimiento de nuestro pueblo, primero villa y después ciudad. Gracias a él, hemos sabido que don Bruno Quintana, párroco que fue durante 40 años, se opuso al cambio de nombre de nuestro municipio por el actual de Santa María de Guía, acordado en su día por el Ayuntamiento siendo alcalde Velázquez García. Éste no entendió que una cosa era la primera ermita, luego parroquia, que siempre fue de Santa María de Guía, y otra distinta la Villa, que se conoció desde sus orígenes como "Villa de Guía de Gran Canaria", y a partir de 1871 como "Ciudad de Guía de Gran Canaria". Hace algún tiempo, Pedro hizo pública una propuesta de recuperación del nombre original que nosotros secundamos públicamente.

Y de ‘La Máquina’. En uno de sus últimos libros, Pedro se adentra en la historia de la fábrica de "caña dulce" situada al final del Lomo Guillén, que fue instalada gracias a la influencia inglesa tras el fracaso de la cochinilla.

Y qué decir de Luján Pérez, uno de los mayores imagineros de Canarias de todos los tiempos. Pedro González Sosa le dedicó otro de sus magníficos libros. En 2002 demostró documentalmente cuál fue la casa en la calle de ‘En medio’, hoy Pérez Galdós, donde vivió de joven, y allí murió en 1815. 

En su incesante caminar en búsqueda de pruebas documentales, Pedro viajó hasta Castilla-León para comprobar de primera mano la existencia de una obra del imaginero guiense, y a La Habana para armar otro libro que dedicó al Canónigo Gordillo en 2001. 

En esta obra nos muestra al canónigo Pedro Gordillo y Ramos, cuya casa natal está frente a la mía, diferente del político que conocíamos por los trabajos hechos hasta la fecha. Nos dibuja un Gordillo patriota, inteligente, exquisito orador, hombre de ideas avanzadas para su tiempo, humanamente débil, a veces de carácter violento y díscolo: un autentico ‘genio de la discordia’, como tituló su obra el añorado cronista.

En otra de sus múltiples obras sobre Guía nos acerca al órgano italiano que fuera estrenado en 1900 gracias al asesoramiento del eminente músico Camille Saint-Saens, quien se hospedara varias temporadas en la Villa Melpómene guiense.

Hoy, cuando nos toca darle la última despedida, queremos repetir una pregunta que le hicimos en aquel homenaje de 2006: ¿cómo puede Guía reconocerte este descomunal esfuerzo y dedicación?