Opinión | Isla Martinica

El futuro de Milei

El presidente de Argentina, Javier Milei

El presidente de Argentina, Javier Milei / Europa Press/Contacto/Luis Soto

Comenzó diciendo que venía del futuro para explicar lo que le ocurriría a España de seguir con un gobierno bolivariano y peronista al frente del país. Habló de miseria, pobreza y corrupción generalizada. De ésta, precisamente, sí sabemos algo a este lado del Atlántico con el famoso asunto de los ERE, que recuerdo que es el mayor caso en la historia europea, con un volumen de dinero defraudado equivalente a un estado subdesarrollado del Tercer Mundo, justo la imagen que proyectaba la corrupción sistemática detectada por los tribunales en la acción de los socialistas que regían la suerte de la comunidad andaluza desde el Palacio de San Telmo. Sin embargo, de la miseria y la pobreza todavía ignoramos el cruel impacto que, desgraciadamente, sufren en determinadas provincias de la República Argentina.

Por esto, el discurso de Javier Milei es premonitorio del destino al que nos conduce el sanchismo de prolongarse su estancia en La Moncloa. Se dirá que es puro catastrofismo lo que uno propone, pero nada más lejos de la realidad. Como docente que soy, a veces, me encuentro con historias cargadas de dramatismo. Y una de ellas estuvo protagonizada por una madre coraje, originaria de Rosario, que decidió empacar, como dicen allá, todo lo que poseía y venirse a las Islas Canarias con sus dos hijas a probar suerte «porque no tenían ni para comer». Insisto, una historia real, que nos informa de la penuria que actualmente se vive en las tierras argentinas, sobre todo, en las localidades del interior. Y, si les hablo de la provincia de Tucumán, donde se han reportado varios episodios de canibalismo en los últimos años, seguramente, dejarían la lectura del presente. Dicho de otro modo, cuando Milei identifica socialismo con pobreza sabe de lo que habla. Y esta es la razón última de por qué la Argentina votó mayoritariamente por el cambio, en un porcentaje que, como era de esperar, olvidan o ignoran los zurdos de aquí y de allí.

En España, disfrutamos de una realidad económica muy diferente a la sudamericana, pero, empeñado como está el gobierno de Sánchez, en poco tiempo puede torcerse la situación. Ya circulan estadísticas oficiales que nos ponen en los peores marcadores de pobreza social a años vista y, en cuanto al paro, se siguen maquillando las cifras con el artificio de los «fijos discontinuos». Ardides parecidos, si no similares, a los empleados por el peronismo al frente de su mandato en la Casa Rosada. Milei dijo verdades como puños en el discurso que dirigió a los madrileños con ocasión de la invitación cursada por la Presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso. Argumentos nacidos no sólo de la fe ideológica, sino del conocimiento a pie de calle de lo que sucede en su país, que, de no mediar el sentido común, pronto será también el nuestro. Y sólo por esto ya habría que prestarle oídos al margen de la soflama política.

Con todo, hay una voz autorizada que nos habla desde el pasado y que, curiosamente, coincide a pies juntillas con Milei. Un español de bien, periodista de profesión y cronista de los males de la guerra fratricida del 36. Chaves Nogales, en A sangre y fuego, nos describe al obrero empobrecido, machacado por los que dicen defenderle de los de arriba, en un asombroso espejo de lo que fue el mandato de Kirchner: «Empujado por el hambre, merodeaba en torno a aquellos nuevos hogares del pueblo improvisados por la revolución, de los que se sentía proscrito como un apestado». Así se las gastaba el socialismo de aquellos tiempos no muy distante, por cierto, del izquierdismo hipócrita y elitista de los ERE de la época del otro Chaves. Como alguien ha recordado recientemente, el que no conoce la historia, está condenado a repetirla.