Opinión | Apunte

Rafael Vilasanjuan

Jugar y perder

El líder del Partido Laborista británico, Keir Starmer.

El líder del Partido Laborista británico, Keir Starmer. / EFE

Por si hacía falta algo más para constatar la falta de confianza de los británicos en su gobierno, en un país donde se puede apostar por casi todo, miembros próximos al primer ministro Rishi Sunak, con información privilegiada, apostaron a que el próximo 4 de julio habría elecciones… y han ganado. El problema es que a diez días de las elecciones ha vuelto el recuerdo de las fiestas de Boris Johnson en plena pandemia y el paso fugaz de Liz Truss, que en solo seis semanas hundió la reputación británica y la economía.

Los conservadores se han jugado el poder y han perdido. Es algo a lo que los líderes de la derecha británica nos tienen acostumbrados. Jugar y perder. David Cameron con el voto dividido a partes iguales se la jugó convocando el referéndum en Escocia y tuvo que ser el líder laborista Gordon Brown quien saliera a conseguir los escasos votos de margen para frenar la independencia. Con el brexit –otra cuestión que divide a los británicos–, convocó otro referéndum pensando que les llevaría a callar a los que querían irse y acabar en un acuerdo con la UE algo más favorable. Todo o nada, y ahí está el reino, tal vez más dividido que nunca: Escocia quiere volar libre y entrar en la UE; Gales amenaza con seguir el camino y en Irlanda del Norte las heridas se abren detrás de la frontera.

Los conservadores solo ofrecen cerrar aún más esas fronteras y devolver por la fuerza a los inmigrantes, algo que está dando más votos a los radicales. Nigel Farage, el ideólogo del brexit, está cada día más cerca de superar a los conservadores por la derecha. Pero en contra de la tendencia global, los británicos pueden dar un giro de 180 grados para acabar con la pesadilla en el 10 de Downing Street y darles el poder a los laboristas.

El nuevo líder de izquierda, Keir Starmer, más cercano al estilo Blair que a su predecesor el radical y am-biguo Corbyn, ya ha anunciado que viene a poner orden y que no reabrirá la cuestión europea, porque solo genera una falla entre votantes. Tal vez sea el mejor resultado para salir del juego conservador.