Ciencia

¿Quién merece el Nobel pandémico?

Karikó y Weissman, favoritos por su tecnología de ARNm que abre numerosas vías terapeúticas, al premio que se anuncia mañana desde la academia sueca

La bioquímica húngara Katalin Karikó, posible candidata al Nobel.   | | FDV

La bioquímica húngara Katalin Karikó, posible candidata al Nobel. | | FDV / Rafa López

Rafa López

Cuando a alguien de cierta edad se le pregunta por el nombre de un ganador del premio Nobel de Medicina, probablemente pronunciará el nombre de Alexander Fleming, que pasó a la historia como el descubridor de la penicilina. Mañana, el Instituto Karolinska de Suecia dará a conocer quién se lleva la palma en esta edición pandémica de los galardones, que parecen tan cantados como el de Fleming: hay consenso entre la comunidad científica en que deben ser reconocidos los creadores de las vacunas anti-COVID, especialmente los padres de la tecnología de ARN mensajero (ARNm), que ha facilitado los fármacos de Pfizer y Moderna. Como Fleming, han salvado millones de vidas, y además han abierto el camino a otras muchas terapias. Por ello Katalin Karikó y Drew Weissman parten como favoritos, pero no hay que olvidar que esta tecnología viene desarrollándose desde hace décadas y que en la ciencia actual casi todos los descubrimientos tienen múltiples progenitores. De hecho, Fleming no recibió el premio solitario: lo compartió con Ernst B. Chain y Howard W. Florey, inventores de una técnica para producir penicilina en masa.

“Karikó lo merece, sin duda. Este es tan solo el principio de las vacunas que llegarán en el futuro”

África González

— Catedrática de inmunología de la U. de VIGO

La asamblea Nobel del Instituto Karolinska, situado en Solna, cerca de Estocolmo, es el encargado de seleccinar los premiados entre los candidatos propuestos por un comité de esta misma institución sueca. Deben ser “descubrimientos que hayan abierto puertas y cambiado paradigmas –explica José María Martín Moreno, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia–. La altura de ese descubrimiento debe ser incontrovertida, y debe suponer un beneficio objetivo para la humanidad”.

Parece claro que las vacunas frente al SARS-CoV-2 cumplen esta premisa, ya que están “basadas en conceptos claramente innovadores y que han tenido un claro impacto positivo”, resalta Martín Moreno, que destaca a los doctores alemanes de origen turco Ugur Sahin y Özlem Türeci (BioNTech); el biólogo canadiense Derrick Rossi (Moderna); la vacunóloga británica Sarah Gilbert (Oxford-AstraZeneca), y el bioquímico estadounidense Philip Felgner (Universidad de California), además de los citados Katalin Karikó, bióloga húngara, y Drew Weissman, inmunólogo estadounidense. “Todos ellos recibieron el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2021, al que optaban 48 candidaturas de 17 nacionalidades”, recuerda el prestigioso epidemiólogo.

“Sin duda, mis colegas de universidad Weissman y Karikó son claros merecedores”

César de la Fuente

— Investigador en la Universidad de Pensilvania

Como apunta Sandra López León, doctorada en Epidemiología y Genética Molecular por la Universidad de Erasmus (Países Bajos), las plataformas que se desarrollaron durante la pandemia para las vacunas “tienen el potencial de revolucionar la medicina, ya que abren puertas a encontrar tratamientos de enfermedades para las que no hay cura”. Se refiere a que, en teoría, la tecnología del ARNm “se puede utilizar para producir cualquier proteína dentro del cuerpo: anticuerpos, hormonas, neuropéptidos... Si es que dan un premio dirigido a la vacuna Covid, no solo será por la vacuna, será por todo lo que viene en el futuro”, opina.

Las plataformas para desarrollar la vacuna han abierto puertas para enfermedades que no tienen cura

López León subraya que “es difícil señalar a una sola persona, porque para que las vacunas de Covid pudieran existir, cientos de investigadores han trabajado en temas de virología, biología molecular, inmunología y farmacología durante los últimos 60 años”.

“De no llevarse el Nobel Karikó, Weissman, Sahin y Türeci sería una decepción”

Silvia Villapol

— Neurocientífica, Houston Methodist, EE UU

La neurocientífica gallega Sonia Villapol (Houston Methodist Research Institute, Texas, EE UU) coincide en que los Nobel deben reconocer a los pioneros de la tecnología del ARNm y del desarrollo de las vacunas usando nanopartículas. “Sin duda alguna nos han rescatado de la pandemia”, recalca, y añade que “de no llevarse el Nobel los doctores Katalin Karikó, Drew Weissman, Ugur Sahin y Özlem Türeci, sería una decepción”.

Villapol expresa “una especial preferencia y admiración” por Karikó: “Desde el inicio de la pandemia cada una de sus palabras indicaban que ella sí entendía cómo se solucionaría este problema. Su certeza y su seguridad daban fuerzas. Quizá porque muchas nos sentimos identificadas en cierto modo con su trayectoria: una mujer, científica y emigrante”.

“Tesón, dedicación y pasión”

También apuesta “sin duda” por la doctora Karikó la catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo África González. “Su tesón, dedicación y pasión por el ARN mensajero durante más de 30 años han hecho posible las vacunas de ARN de las empresas Pfizer-BioNtech y Moderna. Y este es tan solo el principio de las que llegarán en el futuro”, augura esta científica experta en nanopartículas –cofundó la empresa Nanoimmunotech– y que sabe lo que es trabajar con un Nobel: realizó una estancia postdoctoral con el químico argentino César Milstein (Universidad de Cambridge), galardonado en 1984 por la técnica de obtención de los anticuerpos monoclonales, utilizados como terapia contra el Covid-19, entre otras muchas enfermedades.

“Karikó y Weissman han ganado el premio Lasker-DeBakery, considerado la antesala de los Nobel”

Juan Jesús Gestal

— Profesor emérito de Salud Pública, U. Santiago

González destaca también a dos colegas inmunólogos: Sarah Gilbert, que ha hecho posible la vacuna de adenovirus de Oxford-AstraZeneca, y Drew Weissman, quien junto con a Karikó “patentó un ARN modificado que permitía su uso con menor grado de toxicidad, y la cobertura lipídica que permite mantenerlo de forma estable”.

El científico gallego César de la Fuente, Presidential Assistant Professor en la Universidad de Pensilvania, respalda también la candidatura de Karikó y Weismann: “Sin duda, mis colegas de universidad Drew Weissman (mi vecino de laboratorio) y Katalin Karikó son claros merecedores del galardón”.

El invento ha de ser incontrovertido y suponer un beneficio objetivo para la Humanidad

De la Fuente, que investiga nuevos antibióticos contra bacterias superresistentes y ha creado test baratos para el COVID, recuerda que las vacunas de Pfizer y Moderna, con la tecnología de ARN mensajero perfeccionada por Karikó y Weissman, “han contribuido a salvar millones de vidas”. “Esta tecnología emplea nuestras propias células como factorías para la producción de un antígeno (proteína spike) a partir de ARN mensajero”, explica. “Durante 15 años, su perseverancia –no les dieron financiación durante mucho tiempo porque la comunidad pensó que esto nunca iba a funcionar– les permitió modificar el ARN mensajero para que no fuese inmunogénico y desarrollaron un sistema para entregar esta molécula y evitar su degradación”.

“Las vacunas están basadas en conceptos innovadores y que han tenido un claro impacto”

José Mª Martín

— Catedrático de salud públiica, U. de Valencia

Juan Jesús Gestal Otero, profesor emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago, explica más a fondo este logro científico de Karikó y Weissman, consistente en “la sustitución en el ARNm de la uridina por pseudouridina para evitar las reacciones inflamatorias provocadas por el ARNm y determinar la mejor manera de empaquetar con nanopartículas lipídicas el ARNm para protegerlo de la hidrólisis y entregarlo al citosol de la célula”. “Ellos son los principales merecedores del Nobel”, señala el que fue decano de Medicina de la universidad compostelana, que recuerda que estos dos científicos “han sido distinguidos con el Premio de Investigación Médica Clínica Lasker-DeBakery 2021, considerado la antesala de los Nobel”. Resalta que “ya están en marcha desarrollos terapéuticos con ARNm para el cáncer, enfermedades autoinmunitarias y regeneración de tejidos. Las vacunas de ARNm van a suponer una revolución en campo de la vacunología, así como en el desarrollo de nuevas vacunas frente al VIH, vacuna universal de la gripe, tuberculosis, malaria, citomegalovirus, ébola, zica...”.

“El ARNm abre puertas a encontrar tratamientos de enfermedades para las que no hay cura”

Sandra López

— Doctorada en Epidemiología y Genética

Al margen de los creadores de las vacunas contra el Covid, José María Martín Moreno refiere otras preferencias, como el biólogo británico David Baulcombe, cuyo trabajo fue decisivo para abrir el campo de estudio ahora floreciente conocido como “epigenética”; el estadounidense de Harvard James Shapiro, que ha dado respuestas al fenómeno de la movilidad de los genes; y el español Fernando Baquero, del Instituto Ramón y Cajal, experto en patogénesis bacteriana. “Si hubiese más apoyo a la ciencia en nuestro país, sería sin duda candidato al Premio Nobel”, reivindica Martín Moreno.

Trabajaron cientos de científicos en temas de virología, biología molecular o farmacología

Como dice el joven científico vigués André Pérez Potti, que investiga en el Instituto Karolinska y es coautor de un elogiado trabajo sobre las células T y el COVID, “lo realmente importante, más allá del beneficio obvio de las vacunas que salvan vidas, es poner de manifiesto que la investigación es necesaria”.

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“Llegó a Estados Unidos con un título, dos maletas y una niña bajo los brazos”. Así describe la científica gallega Sonia Villapol la epopeya de la bióloga Katalin Karikó (1955, Szolno, Hungría), cuyas investigaciones, culminadas en 2005, han permitido que el ARN mensajero pueda ser introducido en el organismo sin causar una respuesta inmune exacerbada y que al entrar en las células no se degrade antes de cumplir su función, para lo cual utilizó nanopartículas lipídicas. “Su carrera científica ha sido un maratón con múltiples caídas”, recuerda Villapol. Y es que Karikó nació en una familia muy humilde, en una vivienda sin agua corriente, nevera ni televisor, y tras doctorarse en Biología emigró a EE UU con lo puesto: vendió su coche en el mercado negro y los mil euros que obtuvo los escondió en el peluche de su hija de dos años para burlar la prohibición del régimen comunista húngaro, que solo dejaba sacar 100 dólares del país. Era 1985. Su vida en EE UU, donde no conocía a nadie, no fue fácil. Sus solicitudes de ayudas fueron rechazadas sistemáticamente y fue degradada en 1995 por la Universidad de Pensilvania, que no creía en el futuro del ARNm. Además, sufrió un cáncer. Pero ella perseveró. Un encuentro casual en una fotocopiadora con Drew Weissman, que buscaba una vacuna contra el VIH, cambió su destino. Quince años después, sus hallazgos han sido la base de las vacunas de Moderna y BioNTech, empresa de la que es vicepresidenta. Su hija, Susan Francia, ganó dos medallas de oro olímpicas en remo para EE UU. | R. L.

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