Los celiacos de Canarias piden ayudas para poder pagar la cesta de la compra

La alimentación sin gluten tiene un sobrecoste anual que rebasa los 1.000 euros para los afectados

Muchos productos básicos ven multiplicados sus precios

Productos sin gluten.

Productos sin gluten. / Agencias

La Asociación de Celiacos de la provincia de Las Palmas (Asocepa) solicita ayudas económicas a las administraciones públicas para que los afectados por la celiaquía puedan hacer frente al sobrecoste que supone llevar una dieta sin gluten. Y es que, según informa el colectivo, el precio de la alimentación para las familias que residen en España y en las que hay un miembro aquejado de la patología puede verse incrementado en unos 90,64 euros al mes con respecto al que paga la población general, lo que se traduce en 1.087,72 euros más al año. Esta situación tiene aún más repercusiones en Canarias, pues es la comunidad autónoma con la cesta de la compra más cara.

«Este problema nos afecta mucho porque siempre tenemos que pararnos a pensar en cómo podemos asumir este gasto. Hay que tener en cuenta que un simple paquete de macarrones nos cuesta unos cuatro euros, por lo que muchas familias tienen que prescindir de ciertos alimentos porque no se los pueden permitir», manifiesta Aarón Santana, presidente del citado colectivo y de la Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE). 

En el Informe de productos específicos para personas celiacas 2024 se puede apreciar que el coste de alimentos básicos como la harina, el pan o la pasta sin gluten se ve multiplicado por tres en comparación con el que tienen los artículos que incluyen esta proteína. Por poner un ejemplo: 100 gramos de pan de barra sin gluten contemplan un precio de 1,27 euros, 1,04 euros más que la opción que lo contiene. Lo mismo ocurre con los cereales de desayuno, pues los celiacos deben pagar 0,91 céntimos por cada 100 gramos de producto, unos 42 céntimos más que el resto de la población. 

Ahora bien, ¿a qué se debe esta notable diferencia de precios? Básicamente, a dos cuestiones fundamentales. Por un lado, se encuentra la materia prima que se emplea para fabricar los productos. Por otro, los costes de producción. «El gluten es sustituido por harina de arroz o de maíz, que es un ingrediente más caro. A esto se suma el gasto extra que supone para las empresas el hecho de fabricar estos alimentos, ya que deben contar con un lineal de producción independiente», detalla Santana. Aquí tienes más información sobre los apuros económicos de los celiacos y sus reivindicaciones.

Reuniones

Para intentar buscar una solución al conflicto, el presidente de Asocepa y FACE ha celebrado reuniones con representantes del Gobierno autonómico y de la Consejería de Sanidad en diferentes ocasiones, así como con integrantes de los ministerios de Hacienda y Sanidad. Además, este miércoles comparecieron en el Congreso de los Diputados la secretaria de FACE e integrantes de la Asociación de Celiacos de Cataluña. «Hemos visto cierta predisposición a solucionar el problema, pero aún no se ha resuelto nada y no terminamos de encajar en ninguna consejería ni en ningún ministerio», lamenta Aarón Santana. 

Margarita Luengo tiene 37 años y es usuaria de Asocepa. Según relata esta mujer, fue diagnosticada de la enfermedad celiaca en 2019, después de haber pasado una temporada con cuadros de cansancio e hinchazón abdominal, y de haber sufrido una pérdida de peso muy acusada. Desde entonces, la cantidad de dinero que debe desembolsar para poder costear su alimentación ha aumentado de forma exponencial.

«He notado muchísimo el incremento, sobre todo a la hora de comprar pan y las harinas. Normalmente, prefiero hacer el pan yo misma, pero el kilo de harina cuesta entre siete y ocho euros», resalta esta docente de Educación Infantil, que reside en la localidad de Villaverde –en Fuerteventura– junto con su pareja y su hija.

«Por suerte, yo no tengo problemas para llegar a final de mes porque mi pareja también trabaja y compartimos gastos, pero muchas familias no pueden decir lo mismo. No hay que olvidar que nuestro tratamiento es la dieta sin gluten y que, al igual que se financian muchos medicamentos para abordar otras enfermedades crónicas, nosotros también tenemos derecho a recibir ayudas», reivindica. 

El calvario de comer fuera de casa

A la hora de comer fuera de casa, los precios también son más altos. Tanto es así, que es habitual que los establecimientos cobren un suplemento. «Son muy pocos los sitios que ofrecen opciones sin gluten en sus cartas, sobre todo en las islas menores, por lo que también vemos algo alterada nuestra vida social», agrega Luengo. 

Este jueves se celebra el Día Mundial de la Enfermedad Celiaca, una jornada que está destinada a visibilizar esta afección y a brindar respaldo a los que la padecen. En este sentido, desde las asociaciones destacan que España es uno de los pocos países de Europa que no ofrece ningún tipo de ayuda económica o alimentaria a las personas aquejadas de la patología. En naciones como Francia, Portugal, Italia, Suecia o Bélgica, la ciudadanía cuenta con subvenciones para poder asumir los elevados costes de las dietas sin gluten. 

La contaminación cruzada

La enfermedad celiaca es una patología digestiva que provoca daños en el revestimiento del intestino delgado si se consume gluten, una proteína que se encuentra en el trigo, la avena, la cebada y el centeno. De ahí la importancia de que los afectados eviten entrar en contacto con esta sustancia. «Personalmente, me fío de muy pocos restaurantes. Hay algunos sitios que ofrecen a los clientes opciones sin gluten, pero no es la primera vez que los trabajadores del establecimiento admiten que solo disponen de una cocina o que la oferta solo está dirigida a la gente que ha decidido eliminar el gluten de sus dietas por cuenta propia», apostilla Margarita Luengo, usuaria de la Asociación de Celiacos de la provincia de Las Palmas (Asocepa). «Hay que tener en cuenta que la celiaquía es una enfermedad, y que no se puede poner en juego nuestra salud exponiéndonos al riesgo de la contaminación cruzada», recalca la afectada. | Y. M.