Un grupo de científicos canarios busca mecenas de la ciencia para financiar un estudio sobre párkinson

Los investigadores de la Universidad de La Laguna optan por el crowdfunding para desarrollar su trabajo tras corroborar que las reglas por las que se rige el sistema científico español les penaliza

Una de las investigadoras del equipo realiza trabajos en laboratorio.

Una de las investigadoras del equipo realiza trabajos en laboratorio. / Cedida

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Investigar no es sencillo, pero se convierte en una misión imposible cuando se carece de financiación suficiente. Para los científicos canarios Edgar Pérez e Ingrid Morales, que se acaban de emancipar de sus respectivos grupos de investigación, la falta de fondos se ha convertido en una quimera. Desde que se vieron sin el respaldo de un gran grupo consolidado o un investigador senior, los investigadores de la Universidad de La Laguna (ULL) se dieron cuenta de que se enfrentaban a una paradoja irresoluble. No podían conseguir fondos de convocatorias públicas porque no tenían méritos como investigadores principales pero tampoco podían liderar ninguna investigación porque carecían de fondos. Fue entonces cuando decidieron optar por una vía de financiación menos común: captar financiación a través de mecenas.  

El crowdfunding es una fórmula de financiación ampliamente utilizada en ámbitos como la producción musical y el cine, la edición de libros o incluso para el pago de ciertas operaciones quirúrgicas o tratamientos muy raros. Sin embargo, es mucho menos habitual que sean científicos quienes se lancen a solicitar el dinero necesario para su investigación a través de este método.

Para el ingeniero químico, Edgar Pérez, y la investigadora en ciencias médicas básicas, Ingrid Morales el mecenazgo externo se ha convertido en un paso indispensable para poder seguir desarrollando su carrera científica y en su empeño por mejorar la eficacia de los tratamientos para el párkinson.

«Ahora mismo no somos competitivos para pedir financiación pública, necesitamos hacer experimentos y probar que nuestras teorías funcionan», explica Pérez. Solo con ese aval científico podrían acceder, en un futuro, a otras fuentes de financiación ya sean públicas, a través de fondos competitivos, o privadas, con laboratorios farmacéuticos que se interesen por su producto. 

Los investigadores necesitan al menos 50.000 euros para comprobar que su innovación funciona

A través de la propia plataforma de mecenazgo de la Universidad de La Laguna, los investigadores han lanzado una campaña de crowdfunding que busca conseguir al menos 50.000 euros para poder llevar a cabo un estudio que mejore la eficacia de los tratamientos del párkinson.

Medicación más efectiva

«Nos hemos dado cuenta de que los tratamientos para esta enfermedad son orales, por lo que la medicación que llega a las neuronas es apenas un 10 o un 15% de lo que se ingiere», explica Morales. Sin embargo, si se pudiera «dirigir» el fármaco hacia el lugar en el que se le requiere (en este caso en el cerebro), la eficacia sería mucho mayor. «La idea es también ralentizar o frenar el avance de la enfermedad», insiste Morales. 

Integrantes del grupo NeuronanoNasal, de la ULL.

Integrantes del grupo NeuronanoNasal, de la ULL. / Cedida

Los investigadores consideran que esto se podría llevar a cabo a través de una «plataforma». En este caso, nanopartículas que se introduzcan a través de la nariz, como ya ocurre con otros fármacos. “Hacerlo de manera intranasal tiene sus desventajas, como que el tiempo que está en la nariz es corto y que el volumen de fármaco que se puede inyectar es pequeño”, explica Morales. Por esta razón, el equipo debe ser capaz de crear unos “vehículos” que no se degraden, que no provoquen efectos secundarios y que consigan hacer llegar más volumen de fármaco al cerebro de lo que lo hacen actualmente.  

Falta la mitad para empezar

Hasta el momento han conseguido recaudar 10.300 euros con el apoyo de 68 aportantes, de los que 8 son empresas del Archipiélago y nacionales. Si consiguen recaudar 21.850 euros tendrán el mínimo indispensable para poder empezar a trabajar en la primera fase del proyecto. Esta primera fase consiste en crear la nanoplataforma en sí. «Con este dinero compraremos reactivos y fungibles», explica Pérez. 

Si lograran alcanzar los 50.000 euros podrían empezar con la segunda fase: probar su innovación en ratones. «Tenemos ya listo el modelo animal, pero necesitamos dinero para demostrar que nuestra innovación puede funcionar», indica Pérez. Y aunque pueda parecer una cantidad ambiciosa, como recuerda Pérez, no lo es tanto para un proyecto de investigación. No en vano, algunas convocatorias competitivas de financiación de la ciencia pueden llegar a desembolsar entre 200.000 y medio millón de euros en proyectos de investigación sanitaria. 

Los investigadores insisten en que este tipo de subvención tiene beneficios también para aquellos que quieran participar aportando una cantidad. «Tanto personas físicas como empresas se pueden desgravar una parte de la aportación», recuerda Pérez. En concreto, una persona individual puede desgravarse hasta el 80% de su aportación –si aporta 100 euros, Hacienda le devolverá 80–, mientras que las empresas pueden llegar a recuperar el 40% de la inversión que realicen en este proyecto científico. 

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