Asuntos Sociales

Cáritas Canarias alerta de que la mejora económica no alivia la pobreza

La entidad pide «habilitar las 200.000 viviendas vacías» que hay en las Islas para ayudar a salir del «búnker de la pobreza» agravada a miles de familias

De izq., a dcha., Gonzalo Marrero, José Mazuelos y Caya Suárez, ayer, durante la presentación.

De izq., a dcha., Gonzalo Marrero, José Mazuelos y Caya Suárez, ayer, durante la presentación. / EFE/QUIQUE CURBELO

Agencias

Cáritas Diocesana de Canarias alertó ayer de que la pobreza cronificada entre las personas más vulnerables se ha intensificado en el Archipiélago, donde la institución diocesana atendió a 29.100 personas en 2023. Esta cifra supuso un 17,5% más que en el año 2019, antes de que la pandemia del Covid-19 «disparase» el número de personas atendidas por los efectos socioeconómicos. Así se puso de manifiesto en la rueda de prensa que el obispo de la Diócesis de Canarias, José Mazuelos, ofreció junto al director de Cáritas Diocesana de Canarias, Gonzalo Marrero; y la secretaria general de la organización, Caya Suárez, para presentar la Memoria de 2023.

El informe apunta que los indicadores económicos positivos y las políticas de protección social «no están amortiguando la difícil situación de las personas atendidas». En este sentido, los datos de la memoria anual de la institución concluyen que «la pobreza y la exclusión social se han intensificado durante 2023 entre las familias canarias, a pesar del optimismo económico de los diferentes actores sociales».

En concreto, las cifras apuntan que «la pobreza cronificada en Canarias se ha intensificado» en las personas más vulnerables que aún no han podido superar las consecuencias de la pandemia y las continuas crisis, «agravándose su situación en 2023 como consecuencia del aumento de los precios de los alimentos y el coste de la vivienda».

Gastos básicos

Durante el año 2023, Cáritas Diocesana de Canarias atendió a un total de 9.476 hogares en situación de pobreza, ya que hay familias «a las que ni siquiera tener un empleo garantiza la posibilidad de cubrir los gastos básicos en alimentación».

Por tanto, se trata de ciudadanos «que viven en riesgo de exclusión residencial por el considerable aumento» de las hipotecas y los alquileres en Canarias, expuso el obispo de la Diócesis de Canarias y presidente de Cáritas, José Mazuelos.

Añadió que, por ello, «a pesar de la mejora de las prestaciones sociales y el optimismo económico, para las más de 29.000 personas atendidas por Cáritas la realidad no ha cambiado», sino «todo lo contrario: la pobreza se ha intensificado, es más severa, más cruda, deja una huella más profunda en las familias y surgen perfiles más agravados».

En este sentido, apuntó que, ante la situación de incertidumbre e inestabilidad social, las personas atendidas por Cáritas Diocesana de Canarias «tienen más dificultades para superar la exclusión social».

Además, las ayudas sociales y económicas «son lentas, ineficaces y no llegan a los colectivos más desfavorecidos», precisó, por lo que surgen perfiles «más agravados, como el de las personas trabajadoras pobres, con alguna diversidad funcional o que sufren un mayor deterioro, no sólo en sus economías, sino también en su salud mental, mayor aislamiento y soledad». Esto se produce, sobre todo, en las personas mayores.

Doblar esfuerzos

Por su parte, el director de Cáritas Diocesana de Canarias, Gonzalo Marrero, ha señalado que ante esta situación la institución tuvo que «doblar esfuerzos» de voluntariado y personas trabajadoras al aumentar el número de sus intervenciones en un 20% en el año 2023 frente al 6% de 2022.

«Ante esta nueva fotografía de la pobreza en las Islas también hemos entendido que es necesario proteger a las familias y a las personas que acuden a Cáritas para evitar que lleguen a una extrema vulneración en la que las consecuencias son más difíciles de revertir», apostilló.

Por este motivo, Marrero explicó a modo de ejemplo que cuando, una familia pierde su casa, «los riesgos de entrar en una espiral mayor son del 100%», advirtiendo al mismo tiempo que la recuperación económica en Canarias, así como las políticas impulsadas por las administraciones públicas para paliar los efectos de las crisis «no son suficientes para revertir» la situación de las personas más pobres.

Asimismo, la secretaria general de Cáritas Diocesana de Canarias, Caya Suárez, enumeró algunas de las situaciones complejas a las que se enfrentan los hogares acompañados por la institución, tales como las dificultades de las familias para llevar una alimentación adecuada, el acceso al empadronamiento, enfermedades incapacitantes no reconocidas o problemas para la conciliación por el cuidado de menores y personas dependientes.

A esto se suman las dificultadas de personas con problemas de salud mental, carencias cognitivas, baja cualificación, hacinamiento, ingresos insuficientes, trabas para la homologación de títulos, para la regularización administrativa de la población migrante, conflictividad, desestructuración familiar o soledad de personas mayores.

A este respecto, el obispo José Manzuelos matizó que todo ello confirma que, si en años anteriores se atendía a una familia con «una situación concreta o problema específico» de alimentación, pago de recibos o desempleo, ahora se aborda «la misma situación intensificada y con mayor complejidad».

El empleo no es suficiente

Finalmente, la Memoria 2023 de Cáritas Diocesana de Canarias también recoge que el acceso al empleo «no garantiza la integración plena», por lo que esto «consolida y normaliza la figura del trabajador o trabajadora pobre». Se trata de personas cabezas de familias que, a pesar de contar con un empleo, «no pueden cubrir todos los gastos básicos de un hogar: alimentación, recursos energéticos o el sostenimiento de la casa».

Además, el «aumento desmesurado» del precio de la vivienda en Canarias afecta directamente al presupuesto de los hogares de bajos ingresos, ya que «el 45% carece de ingresos regulares».

Según los datos aportados por Cáritas Diocesana de Canarias, el 69% de las personas atendidas se encontraba en situación de desempleo y solo el 16% de los hogares tiene uno de sus miembros con empleo, de los que el 5% tiene un trabajo en la economía sumergida. De este modo, las personas trabajadoras pobres atendidas por Cáritas Diocesana de Canarias pasaron del 6% antes de la pandemia al 11% en el último año.

Las cifras también revelan que el derecho a la vivienda es el «principal derecho vulnerado y principal condicionante de exclusión social» para las familias canarias, ya que el 33% de los hogares atendidos «no es titular de su casa». El área de Vivienda atendió de forma directa a 1.916 personas en 2023 y 208 representan a familias en exclusión residencial, en riesgo de pérdida de su vivienda o ya sin ella.

Asimismo, el rostro de las personas pobres atendidas por Cáritas Diocesana de Canarias «sigue siendo de mujer» en un 59%: un 47% tienen entre 40 y 59 años, el 53% es de nacionalidad española, un 45% se corresponde con familias con menores a cargo; un 69% están en desempleo y el 45% no tiene ningún tipo de ingreso.