Tribunales

Una mujer denuncia que tuvo que huir de la casa de su amigo tras sufrir una violación

Un operario de agua de abasto encontró a la mujer aterrorizada a pocos metros de la vivienda: "Venía como si estuviera el diablo detrás"

El acusado Juan José M. G., de espaldas, en el juicio celebrado este martes en la Sección Primera de la Audiencia Provincial.

El acusado Juan José M. G., de espaldas, en el juicio celebrado este martes en la Sección Primera de la Audiencia Provincial. / B. M.

Benyara Machinea

Benyara Machinea

Cuando Juan José M. G., que reside en una finca aislada de San Bartolomé de Tirajana, propuso a su amiga de la adolescencia que viniera a Gran Canaria a pasar un fin de semana con él, esta no dudó en aceptar la propuesta. No tenía nada que temer porque ya habían convivido juntos con anterioridad y mantenían una estrecha relación desde que la mujer empezó a verse con su hermana en el instituto. Sin embargo, lo que encontró al llegar fue a un hombre prácticamente irreconocible por el consumo de drogas y alcohol y la situación fue escalando a tal punto de que temió por su vida al sufrir una presunta agresión sexual, según aseguró este martes en juicio ante la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas

La primera persona que encontró a la denunciante en la mañana del 13 de octubre de 2020 fue un operario de agua de abasto que trabajaba cerca de la propiedad del acusado cuando se le cruzó una mujer con una marca roja en la cara. "Se asomó corriendo una chica asustada que me pidió que la sacara de allí y repetía: me pegó, me va a matar", contó el testigo. Se ofreció a llevarla en su coche hasta el pueblo más cercano, pero el miedo no se le pasaba. "Estaba alterada, llorando y miraba hacia atrás, como si estuviera detrás de ella. Venía como si estuviera el diablo", añadió.

Una vez en el pueblo, la dueña de un restaurante de la zona y una conductora que pasaba por delante decidieron auxiliarla. La mujer les contó que había tenido un problema con un señor y las presentes pudieron observar que "tenía moretones en los brazos", por lo que una de las vecinas decidió echarle una mano y acercarla hasta el aeropuerto para coger el primer vuelo de regreso a Tenerife: "Le hice un bien a esa chica. En el estado en el que estaba cualquiera lo hubiera hecho". Ya en la seguridad del vehículo, la denunciante contó que el acusado la había forzado a mantener relaciones sexuales y la había mantenido retenida en su vivienda.

La víctima venía de Tenerife porque el acusado le había ofrecido pasar el fin de semana con él

El acusado, que se enfrenta a una pena de diez años de cárcel, negó la versión de la supuesta víctima y atribuyó la denuncia a que "está resentida" con él, pero "no se da cuenta de la gravedad que significa que la haya obligado a hacer algún acto sexual, que no es verdad". Los moretones que vio una de las testigos son, según su versión, obra de una caída que sufrió la denunciante ese fin de semana cuando recogía almendras.

Zarandeos y discusiones

Juan José M. G. sostuvo que en la noche del sábado al domingo, cuando supuestamente tuvieron lugar los hechos, él había salido de casa sobre las tres de la mañana para visitar a su primo en Vecindario y drogarse juntos. Afirmó que regresó a la vivienda a las siete de la mañana y se encontró a su amiga enfadada porque se había ido solo. Iniciaron una discusión en la que la mujer insistió en que quería volver a Tenerife, pero él dijo que no podía llevarla todavía porque no estaba en condiciones de conducir y tenía que esperar a que llegaran dos personas a instalarle la fibra óptica.

El encausado niega las acusaciones y cuenta que la mujer se golpeó cuando recogía almendras

"En la discusión ella me empujó y yo me la quité de encima. A lo mejor se le quedó algún moratón al zarandearle para que se fuera", aseguró el acusado. El presunto autor de los hechos reconoció que unas horas antes también se había enfadado con ella porque creía que lo estaba grabando y reaccionó tirándole el móvil al suelo.

La denunciante, por su parte, mantuvo que los problemas empezaron desde la tarde del viernes, cuando llegó a la isla y tuvo que coger un taxi porque el acusado no había aparecido en el aeropuerto. Cuando lo vio "se veía que iba borracho" y el taxista le advirtió: "señora, no se vaya con este hombre". La primera noche mantuvieron relaciones sexuales consentidas, pero el sábado por la tarde, desde que Juan José M. G. empezó a beber, la situación se complicó. "Cuando volvió a la mañana siguiente me quitó la poca ropa que tenía, me zarandeó por todos lados y me obligó a hacerle una felación. Al final me dijo: vete porque si no voy a hacer una locura", aseguró la denunciante. El juicio quedó visto para sentencia.