Desde la ciudad arzobispal (LI)

Néstor Álamo Hernández, defensor a ultranza del patrimonio histórico

Néstor Álamo Hernández, defensor a ultranza del patrimonio histórico

Néstor Álamo Hernández, defensor a ultranza del patrimonio histórico / La Provincia.

Como todos los genios, Néstor Álamo Hernández (Guía, 1906 — Las Palmas de Gran Canaria, 1994) tuvo admiradores y detractores por igual, aunque con el tiempo los primeros han ido en aumento y, consecuentemente, los segundos han quedado mermados.

Nuestro biografiado, hijo de una familia burguesa natural de Santa María de Guía o Guía de Gran Canaria, fue un niño muy especial desde su más tierna infancia. En aquellos años, sus amigos eran los libros más que los niños de su edad. Gustaba al jovenzuelo Néstor estar en escucha permanente de las tertulias improvisadas por sus mayores, en donde cuentos y leyendas se iban sumando de forma paulatina para formar su gran bagaje cultural. Emigrante en tierras de Cuba como tantos otros canarios, aprovechó el tiempo para seguir su formación humanística y traerse de la isla del Caribe un buen número de experiencias, entre ellas el gusto desmesurado por las canciones populares y la pasión por las melodiosas habaneras. Ya en Gran Canaria, se asentó en su capital y combinó sus quehaceres cotidianos como buscador de antigüedades con su presencia en la Biblioteca-Archivo de la Sociedad Científica El Museo Canario. Néstor estaba en todas partes, pues sus gustos culturales eran bien diversos; la etnografía y el folclore, así como la historia y el arte, irían ocupando sus días.

Orador contumaz, gustaba de ser escuchado, que no solamente oído, por lo que reclamaba de su audiencia el más certero interés. Si no, era capaz de parar en seco, recoger sus apuntes y marcharse con buen viento. Quien conoció a Álamo Hernández, sabe de su carácter, pero también de su generosas aportaciones a la historiografía insular.

El tiempo lo vino a beneficiar con el dueto formado por el presidente del Cabildo don Matías Vega Guerra y él mismo. Así, se creó la primera gran política cultural de esa institución insular, que giraría desde entonces en torno al Museo Casa de Colón en el barrio de Vegueta de Las Palmas de Gran Canaria y, a las otras casas-museos creadas con posterioridad: la Casa Museo León y Castillo en Telde y la Casa Museo Galdós, en el barrio de Triana, también en la capital grancanaria. A estas seguirán sumándose con posterioridad otras, tales como la Casa Museo Tomás Morales o el Museo Antonio Padrón, entre otras.

Con respecto a Telde, la ingente labor realizada por Néstor Álamo está a falta de una exhaustiva investigación que ponga de manifiesto su lucha en pro del patrimonio monumental más antiguo del Archipiélago. Desde finales de los años cincuenta del pasado siglo XX, gestionó como nadie la máxima protección para la Iglesia Hospitalaria de San Pedro Mártir de Verona, convertida por entonces en una ruina arquitectónica de más de cien años de caótica situación. Asimismo, se preocupó enormemente de nuestros yacimientos arqueológicos que en el caso de Cuatro Puertas (Montaña Bermeja) y Tufia los hizo motivo de campañas de concienciación ciudadana, así como de limpiezas exhaustivas. Pero sin duda alguna fue la devoción al Santo Cristo del Altar Mayor o de Telde el centro de sus desvelos, tanto desde el punto de vista de la historia del arte como en el plano religioso. En el mismo orden de cosas, asesoró al matrimonio formado por el ya mentado don Matías Vega Guerra y su esposa doña Clara Sintes Rodriguez para que construyeran un templo mausoleo en la cumbre del promontorio de Tara. La actual iglesia de La Candelaria, en un estilo neocanario con reminiscencias góticas, se vino a edificar a mitad de la década de los sesenta (siglo XX) y en ella Néstor contó con la muy estimable pericia de quien había sido su cómplice en las reformas en la Casa de Colón, el pintor grancanario Santiago Santana. Después de concluida la obra arquitectónica, el resto fue coser y cantar. El matrimonio Vega Guerra — Sintes Rodríguez lo comisionó para adquirir en Andalucía algunas obras de arte que hoy, en manera de pinturas y tallas, forman el rico ajuar patrimonial de dicha iglesia parroquial.

Sus canciones tatareadas y cantadas por todos los grancanarios llenan de buenos sentimientos nuestros agradecidos corazones y al entonar cantos de alegría por la venerada imagen del Santo Cristo de Telde, no podemos olvidar a este gran benefactor de la Ciudad de los Guanartemes y Faycanes.