Moleiro inicia la preparación y apunta a seguir en la UD

Sólo la llegada de una oferta por las cantidades elevadas que pide el club acabaría con la salida del jugador, descartado por Denia para los Juegos y llamado a despuntar este curso

Alberto Moleiro, ayer durante una de las pruebas del reconocimiento médico en el Hospital Perpetuo Socorro.

Alberto Moleiro, ayer durante una de las pruebas del reconocimiento médico en el Hospital Perpetuo Socorro. / La Provincia

Un tatuaje en la cara interna del brazo izquierdo de Alberto Moleiro reza: Si puedes soñarlo, puedes hacerlo. Su sueño de acudir a los Juego Olímpicos de París, tal y como reveló en una entrevista con este medio el verano pasado durante el stage de Marbella, no será posible al menos este año, pues el seleccionador Santi Denia le dejó fuera de la convocatoria; el de triunfar en el fútbol, en cambio, todavía es posible, pues está a punto de cumplir 21 años –el 30 de septiembre– y tiene antes sí una nueva temporada en la UD Las Palmas, si nada cambia, para explotar definitivamente.

El tinerfeño está mucho más cerca de continuar que de marcharse y así lo entienden en la dirección deportiva amarilla, sabedores de que es más que complicado que alguien pague lo que el club pide por el canterano, valorado en alrededor de 15 millones de euros en el mercado y por el que solicitan más de 20 en un contexto en el que las entidades apenas pagan traspasos –la UD mismamente ha incorporado gratis a Horkas, Viti, Álex Muñoz, Iván Gil, Cédric y Mata–, menos aún por un jugador que no despuntó tal el curso pasado en la máxima categoría tal y como esperaban de él.

Sin embargo, el mercado, que se cierra el 30 de agosto, puede dar un vuelco y podría aparecer algún club necesitado que sacara la billetera y pusiera una cantidad cercana a lo que pide la UD para llevarse al jugador, por lo que nadie puede asegurar al 100% su presencia en el nuevo proyecto de Luis Carrión, aunque en la entidad convencidos de que tal circunstancia no sucederá.

Así, Moleiro está llamado a ser uno de los estandartes de la nueva UD post García Pimienta, con el que el tinerfeño no terminó contento del todo pese a que con él fue una pieza casi indiscutible en la temporada del playoff y luego en la del ascenso. Sin embargo, no fue del todo igual en estreno del ‘10’ en la máxima categoría.

Lastrado

Pese a que fue titular en la mayoría de partidos desde que debutó a finales de octubre tras superar una lesión muscular en el último partido de pretemporada –en Leipzig–, de la que recayó porque le hicieron forzar antes de tiempo, algunas salidas del once inexplicables y la obsesión del técnico por colocarle en la izquierda cuando rinde mejor, tal y como él mismo afirma, por el centro, hicieron de alguna manera que la relación se desgastase, en la línea del resto del vestuario, quemado, entre otras cosas, por el empeño del barcelonés en incluir siempre a Munir cuando su rendimiento no era acorde a los minutos que jugaba: fue el delantero con más participación y sólo marcó tres goles.

Moleiro, por su parte, hizo los mismos en 662 minutos menos. Su estreno como goleador en Primera se produjo en El Sadar, donde fue suplente después de haber brillado frente al Atlético de Madrid, como todo el equipo, y donde hizo un tanto espectacular con un derechazo a la escuadra. Ya en la segunda vuelta vio portería en Vallecas para anotar el primer tanto amarillo tras un error grave entre un defensa y el portero del Rayo, y no marcó en casa hasta que lo hizo en el penúltimo partido en el Gran Canaria, frente al Betis, contra el que sí actuó por el centro y al que había vuelto loco en la cita anterior de noviembre en el Benito Villamarín.

El club verdiblanco era, precisamente, uno de los principales interesados en fichar al tinerfeño a principios del verano, pero las altas pretensiones de la UD le echaron para atrás, como sucede de momento con Álvaro Valles, ante el que la entidad de Pío XII deberá ceder porque sólo quiere recalar en el equipo de su tierra. Al final, la operación se cerrará en torno a los seis millones de euros.

En ese caso, a la UD no le queda otra que vender aunque sea por menos de lo que le gustaría porque el portero acaba contrato, mientras que Moleiro, que no tiene intención alguna de renovar, lo hará en 2026. El futbolista, por tanto, entraría en su último año el verano que viene, lo que significa que Las Palmas perderá el poder a la hora de negociar, como sucede con Valles. Pero una explosión definitiva del jugador este curso a las órdenes de Luis Carrión podría hacer crecer la demanda y, por tanto, el precio de venta.

Para ello habrá que esperar un año siempre que se cumplan las expectativas de la dirección deportiva, que no son otras que el jugador no salga este verano y permanezca en la plantilla para ser una de las banderas del nuevo proyecto. La llegada del nuevo entrenador ilusiona al tinerfeño y a otros muchos compañeros olvidados el curso pasado –léase Pejiño, Sinkgraven, Sory Kaba o Fabio– y que ahora afrontan la pretemporada con optimismo, con la intención de ganarse el puesto. Moleiro está entre ellos.

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