Opinión | Salud

Correr o andar

Beneficios de salir a correr.

Beneficios de salir a correr.

La sabiduría tiene algo de inmortalidad, no así el conocimiento. Por eso de los grandes pensadores no nos interesan sus teorías científicas. Las ingenuas explicaciones de la física de Aristóteles nos ayudan a examinar cómo entendían el mundo entonces, pero no son útiles para el de ahora. Sin embargo, sus reflexiones sobre la ética y otras cuestiones son actuales.

Casi todos los filósofos eran científicos. Newton revolucionó la física y así la entendemos, aunque nos adviertan que no es del todo correcta. Lo es para la vida cotidiana. Nos dijo que los objetos pesan debido a la fuerza de la gravedad. Ese peso, el nuestro, es el que desplazamos de un lado para otro: el trabajo que no es más que fuerza por espacio. Para hacerlo hay que emplear energía, la que obtenemos de quemar los alimentos.

Hay otros gastos calóricos en el mantenimiento del organismo, sobre esos apenas tenemos capacidad de actuación. Así que si realmente funcionamos como un motor hibrido que combina uno de explosión, las mitocondrias donde se quema la glucosa, ácidos grasos, proteínas y también el alcohol, y unas baterías donde se almacena la energía que se empleará en el trabajo, el gasto será el que se precisa para ese trabajo. Pero al realizarlo, transportar nuestro cuerpo, o partes de él, con o sin pesos adicionales, hay una eficiencia mecánica. No gastan lo mismo dos corredores del mismo peso, aunque las diferencias no sean grandes.

El ejercicio físico persigue varios objetivos inmediatos: gastar calorías, fortalecer el sistema cardiocirculatorio y el sistema musculoesquelético. Además, se consiguen otros beneficios como bienestar, relaciones sociales etcétera. Para gastar calorías, con el objetivo de conseguir un peso ideal, lo más importante es el trabajo realizado: transportar el peso de un lado a otro. Aquí no importa el tiempo, es decir, en principio da igual correr que andar. La experiencia es que uno está más cómodo andando hasta llegar a una cierta velocidad, quizá 6 kilómetros por hora, entonces el cuerpo le pide a uno correr: despegar del suelo con saltos.

Hay en esa forma de trasporte un componente elástico importante y un gasto notable de elevar el peso. Así que el consumo de andar y correr puede no ser equivalente, en espacio recorrido, pero es muy parecido. Otra cosa es el esfuerzo al que se someten las estructuras de sostén y amortiguación, especialmente los cartílagos y ligamentos.

Correr tradicionalmente está relacionado con lesiones musculoesqueléticas por microtraumatismos repetitivos que producen un agotamiento de las estructuras.

Hay sobre este tema una discusión abierta difícil de resolver porque los estudios son de baja calidad. Con esas reservas se puede decir que correr está asociado a más lesiones que andar y que cuanto más se corra, más riesgo.

Desde el punto de vista de deductivo es lógico: el impacto es mayor en la carrera porque cae desde más alto el cuerpo, su peso es mayor. Sin embargo, la supervivencia del ser humano donde apareció estaba, creemos, ligado a la carrera para perseguir y acosar las piezas de caza. Si es así, deberíamos haber desarrollado, concurrentemente, la capacidad de reparar el tejido herido.

Efectivamente. Cuando se examina con resonancia magnética se observa un adelgazamiento del cartílago tras la carrera. Probablemente refleja la dinámica natural de los fluidos. Lo importante es que no persiste. Parece que el cartílago se recupera bien de una sola carrera y se adapta a la exposición repetida.

La idea de que el cartílago es un tejido pasivo está cuestionada. La carga exprime el cartílago como una esponja y expulsa los desechos. Al comenzar la expansión aspira un nuevo suministro de líquido rico en nutrientes. Eso ocurre con cada paso. Es como si se revitalizara. Y al revés: no someterlos a estrés puede no ser bueno para los cartílagos.

No hace tanto que se recomendaban 30 días de inmovilización a los que sufrían dolor de espalda. También se encamaba, con el brazo izquierdo inmóvil, a los pacientes con infarto. Una consecuencia típica era el hombro doloroso. Las hepatitis A de los niños y adolescentes se curaban con meses de reposo. Tres ejemplos de entre tantos.

Aún hoy se recomienda reposo para curar las lesiones osteomusculares asociadas al ejercicio. Sin embargo, si la idea de que el cartílago se beneficia de la carga repetitiva, es mejor no dejar de hacerlo, sin sobrepasar el umbral de dolor. La alternativa un ejercicio sin carga, como la natación, para facilitar la reparación puede no ser tan buena idea.

En resumen, ¿es mejor correr o andar? la ventaja de lo primero es que precisa menos tiempo para el mismo gasto, que es más efectivo en los efectos de salud general y que, ligado al mayor esfuerzo, las sensaciones de bienestar secundarias a la secreción de neurotrasmisores es mayor. En cuanto a las lesiones, por un lado, es posible que fortalezca los tejidos de sostén y amortiguación y por otro que los desgaste.

Andar es más fácil, se puede hacer en cualquier momento y si se camina rápido, que se note el esfuerzo, será muy beneficioso.