La labor social de una peluquería que colabora con Cáritas

La Fabrika, una academia ubicada en el barrio de Escaleritas de Las Palmas de Gran Canaria, forma a su alumnado atendiendo a personas vulnerables derivadas de Cáritas

La Fabrika Peluquería, una academia solidaria en Las Palmas de Gran Canaria

José Carlos Guerra

Un cartel en la entrada de la sede de Cáritas Diocesana de Canarias en la avenida de Escaleritas indica a quienes se acercan que hay una peluquería, a unos 500 metros de distancia, que les corta el pelo de forma gratuita. La Fabrika Peluquería es también una academia de formación que colabora desde hace más de un lustro con la organización religiosa en un quid pro quo: el alumnado adquiere mucha práctica con todo tipo de cabellos o barbas y las personas sin hogar o con escasos recursos pueden recibir este servicio.

Cada día atienden a una media de entre 20 y 30 personas que acuden desde Cáritas. "Es el 80% de nuestra clientela", dice Luis Escoz, encargado de La Fabrika Peluquería. Mayoritariamente, son personas sin hogar, pero también demandan el servicio personas migrantes o padres de familia con sus hijos; "esto es lo que más sorprende", reconoce Escoz. Y en la peluquería basta con su palabra para pasarlos al interior y que el alumnado les atienda y le corte el pelo.

"A los alumnos les digo que siempre hay que tener humildad, porque la vida da muchas vueltas y cualquiera de nosotros puede verse en esas situaciones", señala Escoz. En la formación no solo se enseñan los aspectos técnicos, donde se incide en la importancia de dominar la tijera porque "tienen que saber manejar todo tipo de cabellos largos, como de cabellos cortos o todo tipo de barba" dice Escoz, también se hace mucho hincapié en la atención al cliente.

"Explicamos cómo debe ser el trato y la comunicación con el cliente, para poder llegar a hacer el corte perfecto que él quiere y vuelva. (...) Siempre analizamos el tipo de cliente que viene y el tipo de necesidad que trae. Intentamos cambiarle el estado de ánimo y hacer un poco de psicólogos. Mucha gente viene aquí desanimada por su situación y a veces intentamos dialogar, creamos vínculos y que esa persona se sienta lo más cómoda posible. Que desconecte de todos los problemas mientras está en la academia", relata Escoz.

Además, también contribuye a eliminar muchos prejuicios. En su experiencia, Escoz cuenta que la mayoría quienes acuden al servicio suelen ser personas muy agradecidas y "muy entregadas, te dan lo poco que tienen". "Alguno nos ha regalado hasta comida, como un paquete de galletas", ejemplifica. También trae a colación un caso de una persona sin hogar que habitualmente iba a cortarse el pelo y que, tras conseguir salir de esa situación y encontrar un trabajo, ha vuelto pero como cliente "a pagar el corte de pelo porque lo ayudamos en la Academia".

Integración laboral

Además, La Fabrika también fomenta la integración laboral con resultados exitosos. Sus alumnos salen preparados con un alto volumen de cortes gracias a la colaboración con Cáritas. En ocasiones, supone una oportunidad de lograr un oficio para personas con escasos recursos; por la academia han pasado estudiantes procedentes del centro de menores inmigrantes de Las Canteras, de los recursos de Quorum 77 o incluso derivados por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

La Fabrika Peluquería, una academia solidaria en Las Palmas de Gran Canaria

La Fabrika Peluquería, una academia solidaria en Las Palmas de Gran Canaria. / José Carlos Guerra.

"Hay muchos alumnos que no han acabado la ESO, no quieren seguir estudiando y se meten a barbero. Por ejemplo, hemos tenido un chico de 15 años que se graduó hace poco y también es padre. Otro que viene de un centro de menores, con 14 años, y quiere darle un salto de calidad a su vida. Yo le hago un poco de profesor y de psicólogo", abunda Escoz.

Giovanni, de 17 años, va a ser padre y decidió aprender el oficio en La Fabrika con un curso de cinco meses, de lunes a viernes en horario de 10.00 a 12.00 horas. "Me gustaría trabajar en una peluquería y más adelante si la cosa va bien, abrir mi propio negocio", dice, mientras le corta el pelo a Guillermo, quien ha acudido en numerosas ocasiones a la peluquería. "Los chiquillos aprenden (...) yo lo dejo en sus manos y si hay algo que no veo bien, se lo digo", añade. Giovanni, que empezó hace unas tres semanas, reconoce que lo que más le está costando dominar es manejar las tijeras, pero por ahora reconoce que le está gustando.

Fomentar la práctica

La colaboración con Cáritas surgió al poco tiempo de abrir en la avenida de Escaleritas. Su fundador y director, Borja Barber, recuerda que decidió invertir en la formación específica en barbería para varones porque había observado que había escasa oferta en ese sentido. "Había cursos de peluquerías de mujeres y ciclos de Formación Profesional, pero muy amplios, sin esa especialidad", explica Barber. Con los primeros alumnos que iban a formarse a la academia se percató de que carecían de conocimientos prácticos porque la mayor parte de los contenidos que habían recibido de los ciclos especializados de FP eran teóricos.

"Lo práctico es lo que realmente la gente necesita", remarca Barber. Entonces decidió acercarse hasta la sede de Cáritas a proponer esta colaboración y correr la voz, tanto entre sus empleados como a las personas que acudían a la organización. "Poco a poco iban viniendo por el boca a boca. Después les propuse que pusieran un cartel para no tener que estar bajando y lo colocaron a la entrada. Ahora, todos los días vienen a cortarse el pelo desde Cáritas", detalla Barber.

En La Fabrika también se atiende a la clientela con personal especializado, que a su vez se encarga de la formación de los estudiantes, y además se ofrece servicios de estética. La oferta de la empresa fue creciendo en función de la demanda. "Cada vez había más demanda de mujeres y se fueron añadiendo esos servicios. También damos láser en el cuerpo, limpiezas de cara o masajes", explica Escoz.

Parte del equipo de La Fabrika Peluquería.

Parte del equipo de La Fabrika Peluquería. / José Carlos Guerra

La Fabrika cuanto con cinco trabajadores y mantiene una media de entre 10 y 20 alumnos, aunque el número es cambiante en función de la época del año. “Normalmente, los estudiantes suelen hacer un ciclo de FP y lo compaginan con la academia”, detalla Escoz. A su vez, destaca que aunque es una peluquería de caballeros, también han tenido alumnas o “lay barbers”, como se las denomina. “Durante unos tres meses formamos a dos chicas, eran buenas barberas”, recuerda. Aunque generó algo de extrañeza por lo inusual, Escoz dice que cada vez hay mayor demanda por parte de las mujeres. 

En cualquier caso, la academia sigue impartiendo su formación con diversas ofertas de cursos y, a su vez, su late motiv contribuye a mejorar el aspecto físico de personas en situación de vulnerabilidad, ya no solo para el día a día, también para afrontar posibles entrevistas de trabajo. "Es una colaboración mutua porque a nosotros también nos viene bien, porque los chicos hacen uno o dos tres cortes diarios. Al terminar el curso, tienen una cartera de cortes tremenda. Por eso salen tan preparados y se recomienda nuestra academia", concluye Barber.