Tribunales

La defensa alega que el presunto asesino de Juan Betancor confesó porque "se sentía culpable de un accidente"

El encausado Antonio P. G. no tenía buena relación con su jefe porque este se negaba a darle los papeles de residencia, según su abogado

Las acusaciones sostienen que la prueba es "clara" y "evidente"

Primer día de juicio por el asesinato del abogado Juan Betancort

Benyara Machinea

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Benyara Machinea

Antonio P. G., que se enfrenta a más de 30 años de cárcel como presunto asesino del abogado Juan Betancor, confesó a la policía en mayo de 2022, cuando fue detenido por estos hechos, que había arrojado un bote de gasolina a la víctima y le había prendido fuego, provocándole graves quemaduras que le causarían la muerte 48 horas después. Sin embargo, su abogado aseguró este viernes en la primera sesión del juicio que se sigue en su contra en la Audiencia Provincial de Las Palmas que el motivo por el que reconoció los hechos es que "se sentía culpable de un accidente" y pidió su libre absolución.

El encausado vigilaba desde hace 16 años la finca de Juan Betancor y su esposa en Santa Brígida, a la que solo acudían los fines de semana, a cambio de quedarse en una vivienda de la propiedad. El letrado de la defensa, Emilio Collazos, afirmó que el acusado echó gasolina a su jefe porque este le había reñido por dejarse encendidas las luces de la propiedad, pero que en realidad fue una chispa del puro que fumaba el abogado lo que originó el incendio.

Según el letrado, la relación entre ambos estaba resentida porque el lugar en el que residía Antonio P. G. no cumplía unas condiciones mínimas y llevaba 16 años pidiéndole a su jefe que le diera los papeles de residencia, porque él tenía la nacionalidad de Cabo Verde y trabajaba en su vivienda. Collazos sostiene que el encausado "no es ningún monstruo", sino "una persona que como todos los emigrantes tiene mucho miedo". "Vivía peor que los esclavos de Nueva Orleans", exclamó en el juicio.

"Vivía peor que los esclavos de Nueva Orleans", exclamó el abogado defensor

Por el contrario, tanto la fiscal Cristina Coterón como la acusación particular -ejercida por el hijo de la víctima, Juan Jacob Betancor- sostienen que es el autor de un asesinato con alevosía y ensañamiento, amenazas y detención ilegal y piden, respectivamente, 30 y 33 años de cárcel con una indemnización de 100.000 euros para la viuda de la víctima. Coterón aseguró al Jurado popular que cometió el crimen "por la venganza y el odio que sintió".

Para el Ministerio Público la víctima "no tuvo ninguna posibilidad de defenderse" cuando el acusado supuestamente se acercó de frente y le arrojó un bote de acelerante para, acto seguido, prenderle fuego. La fiscal mantiene que el fallecido se metió dentro de un aljibe de 3,15 metros de profundidad para apagar las llamas y, aunque podía entrar, "era imposible que saliese solo". Pero añade que hubo un "elemento de crueldad" porque Antonio P. G. presuntamente cerró la tapa del aljibe para asegurarse de que no pudiera salir y la cubrió con un horno viejo y la puerta de un coche.

El hijo de Juan Betancor y abogado de la familia, Juan Jacob Betancor, al frente de la imagen.

El hijo de Juan Betancor y abogado de la familia, Juan Jacob Betancor, al frente de la imagen. / Quique Curbelo (EFE)

"Va a ser un juicio difícil, pero cuando termine toda la prueba va a ser fácil declarar culpable porque la prueba es clara y evidente", añadió el abogado de la acusación particular. El hijo del fallecido cree que el acusado "preparó" el crimen y "no le dio la mínima oportunidad de que se defendiera", pues sostiene que lo atacó por la espalda. Según contó, años atrás había mantenido una conversación con su padre en la que el reconocido abogado le confesó que creía que la forma más cruel de matar a una persona era quemarla.

Secuestro a su mujer

La otra víctima del crimen fue la viuda del fallecido, que en la mañana del 29 de mayo de 2022 oyó los gritos de su marido y se acercó corriendo para ver lo que ocurría. El encausado la vio de frente y, según la acusación particular, la amenazó con un cuchillo de grandes dimensiones, "le rompió la camisa, la arrastró y la metió en un cuarto", con amenazas de "o me das el móvil o te mato".

Allí presuntamente la encerró con llave y ella tuvo que huir por una ventana y bordear la parcela para pedir ayuda a sus vecinos. La propiedad estaba en una zona aislada y de difícil acceso, así que se vio obligada recorrer bastantes metros para encontrar a una vecina que se ofreció a auxiliarla y llamó a la policía. Cuando los agentes llegaron a la finca, el abogado seguía vivo dentro del aljibe, pero estaba tan grave, por las quemaduras que tenía en un 86% del cuerpo, que no logró recuperarse.

El fallecido le dijo años antes a su hijo que la forma más cruel de matar a alguien era quemarla

Tanto la fiscal como el letrado de la familia rechazaron la tesis planteada por la defensa de que el encausado estaba bajo el efecto de sustancias estupefacientes y alcohol y descartaron de la misma forma que padeciera una enfermedad mental. El letrado de la familia añadió: "Me hubiese encantado no estar aquí hoy porque eso significaría que no habría pasado".

Coterón recordó a los miembros del Jurado que al acusado no se le exige que diga la verdad como al resto de testigos porque puede mentir en su declaración, pero fue interrumpida por el propio acusado, que pronunció sus primeras palabras en el juicio: "Hablo la verdad"

Dos letrados singulares para un caso mediático

El juicio por el presunto asesinato del abogado Juan Betancor comenzó este viernes con dos perfiles singulares al frente de la acusación particular y la defensa. El letrado Juan Jacob Betancor frecuentaba en su infancia el despacho de su padre, un reconocido abogado de Las Palmas de Gran Canaria. Compartió la vocación de su progenitor y decidió estudiar Derecho. "Un acto tan brutal tiene que tener unas consecuencia", reiteró ayer, durante la primera sesión de la vista oral, en la que reclamó "justicia" para su familia. "El acusado quiso acabar con la vida de mi padre", continuó explicando con un tono algo entrecortado; "mató a mi padre", pero también "casi mata a mi madre", recalcó.

Emilio Collazos, que defiende al encausado, no guarda parentesco con su cliente, pero cuenta con una trayectoria vital y profesional singular en la que está muy presente la reinserción. Comenzó a estudiar el Grado en Derecho mientras cumplía condena en la cárcel. Antes de interesarse por la abogacía y dedicarse a ella, atracaba bancos y, en diversas ocasiones, llegó a hacerse pasar por miembro de la banda terrorista ETA para amedrentar a los empleados de las sucursales. Este viernes se posicionó de parte de la Justicia, la misma que lo encarceló más de diez años, para defender el "accidente" que, aseguró, cometió el acusado.

| Elena Montesdeoca Herrera