El vestuario de la UD Las Palmas pierde el acento grancanario del que presumía

«No hay jugadores como Roque Mesa, Jonathan Viera o Tana en el mercado. Es difícil encontrar jugadores así. Somos un club de cantera y hay que apostar de verdad por ellos», estas palabras las pronunció Luis Helguera en el año 2016, cuando en las filas del equipo insular se presumía de poder contar con 17 jugadores en el club en el que el DNI aparecía un municipio de Gran Canaria como lugar de nacimiento. Esa plantilla que llegó a alinear diez hombres insulares en el Vicente Calderón en la primera jornada, siete en el Camp Nou, u ocho en el Santiago Bernabéu. Por entonces, las fotos de las alineaciones plagadas de gente de la casa eran motivo de orgullo en Las Palmas y así se vendía.

Desde esa campaña 2015-16, la del regreso a Primera después de 13 años de travesía por el desierto de Segunda y Segunda B, la cuota grancanaria ha ido disminuyendo paulatinamente en el vestuario del conjunto amarillo. El fútbol que tradujo Quique Setién a través de las botas de la gente que sentía el escudo supuso el summum del chovinismo insular y en el ambiente de la afición se instauró esa extraña filosofía que se le atribuyen al jugador canario como poseedor de unas condiciones únicas y homogéneas.

Nueve temporadas atrás de la actual, la nómina de jugadores que manejó Quique Setién –comenzando con Paco Herrera– contaba con la presencia de: Raul Lizoain, David Simón, Aythami Artiles, David García, Dani Castellano, Roque Mesa, Vicente Gómez, Juan Carlos Valerón, Tana, Jonathan Viera, Momo –con esto ya se podría hacer un once de lujo–, Hernán Santana, Nauzet Alemán, Ángel López, Javi Castellano, Nili Perdomo y Asdrúbal Padrón.

De esa larga lista, en la comparativa actual, el acento grancanario dentro del vestuario sale mal parado, pues de cara a la próxima temporada entre los jugadores que tienen contrato actualmente solo hay cuatro nombres que han nacido en la Isla.

Con las salidas de Eric Curbelo y Cristian Herrera –dejando a un lado la rescisión de Jonathan Viera en el mercado de invierno de la pasada campaña–, la formación de la que dispondrá en el próximo campeonato liguero Luis Carrión tiene a Álex Suárez, Sandro Ramírez, Fabio González y Benito Ramírez como los embajadores de Gran Canaria.

A lo que habría que tener en cuenta también la presencia de Kirian Rodríguez, Alberto Moleiro y Saúl Coco, además de Juanma Hergoz como los miembros que completan la cuota canaria de la Unión Deportiva.

Precisamente, Kirian, Moleiro y Coco son los tres activos con mayor cartel económico que posee el club de cara a que posibles clubes se interesaran en sus contrataciones, otra de las premisas que se ha trasladado a lo largo de los años anteriores desde la Unión Deportiva con el fin de generar valor a través de la cantera.

El DNI no marca el éxito

Tampoco significa que la Unión Deportiva esté condenada a tener que mirar a su vivero para subsistir en la máxima categoría. En la campaña 2017-18 descendió con ocho jugadores grancanarios en el vestuario, sí, pero también en la temporada 2000-01 maravilló en Primera con tan solo siete hombres de la Isla.

Ángel López, Jorge Larena, Guayre Betancor, Orlando Suárez, Paquito Ortiz, Rubén Castro y Álex Castro estuvieron en las manos de Sergio Kresic entonces y mantuvieron la categoría.

Ahora, dos décadas después el fútbol ha evolucionado de tal manera que los millones de datos que se manejan desde las direcciones deportivas para analizar a los jugadores que creen que se adaptan más al modelo de juego que quieren implantar en el equipo, por lo que ponerle barreras a las negociaciones en el mercado de fichajes no parece que sea buen síntoma.

De las ocho altas que se han acometido en este periodo estival desde la dirección deportiva, ninguna tiene raíces grancanarias. Cillessen es holandés,, Dinko Horkas croata, Álex Muñoz alicantino, Viti Rozada llega de Oviedo;, Iván Gil nació en Barcelona, Manu Fuster en Valencia y el delantero Jaime Mata es madrileño. Aun así, queda mercado abierto.

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