Enfoques

Asfalto, el perfecto calefactor de las áreas urbanas

Jaime Coello Bravo y Flora Pescador exponen los efectos negativos de la falta de arbolado en las ciudades canarias y proponen medidas para revertir la situación

Ilustración de árboles en la ciudad.

Ilustración de árboles en la ciudad. / Adae Santana

«Un árbol es vida», subraya Jaime Coello Bravo, máster en Política y Gestión Medioambiental y portavoz de la Fundación Telesforo Bravo. En Canarias, los árboles urbanos sufren una continua pérdida por razones que van desde la seguridad hasta la urbanización, dejando a las ciudades expuestas a temperaturas extremas y disminuyendo su calidad de vida. La arquitecta paisajista Flora Pescador, profesora de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), añade que la falta de arbolado incrementa las islas de calor y perjudica el bienestar de los ciudadanos, instando a una mayor integración de espacios verdes en los entornos urbanos.

Coello Bravo aboga por «avanzar en la conciencia de que un árbol es vida».asevera que en situación de cualquier conflicto la que siempre pierde es la naturaleza «y hemos visto en el propio parque García Sanabria cómo, tras caerse una rama de eucalipto rojo cortan todo el ejemplar, no pongo en duda que puedan existir razones de peso relacionadas con la seguridad, pero lamentablemente eso siempre es así».

Esta pérdida de la partida se produce por los más variados motivos. «Existen casos emblemáticos como el ocurrido en San Sebastián de La Gomera, donde el ayuntamiento la ha emprendido con los flamboyanes alegando que no son endémicos, sin prever una sustitución y acabando con sus efectos de protección, de sombra y disminución de la temperatura». Otrosí ocurre con los vecinos «que se quejan de que les quitan la vista, y muerto el perro se acabó la rabia», bajo la percepción de que los árboles no votan

Desierto urbano

Las clareas por dejación u omisión en el caso de Santa Cruz de Tenerife crea espacios «tremendos, como por ejemplo la terminal de cruceros hacia el auditorio», que califica de desierto urbano y «en el que se podría freír un huevo en los días de radiación extrema», y clama contra los proyectos urbanísticos que abogan por los espacios diáfanos como ocurre con la antigua plaza del Cristo de La Laguna, «que tenía arbolado», o el paseo del Lago Martiánez, en Puerto de la Cruz. 

Arbolado en la calle Mesa y López de la capital grancanaria.

Arbolado en la calle Mesa y López de la capital grancanaria. / Juan Castro

Es lo que también ocurre en puntos como el enorme paseo litoral de la avenida marítima de la capital grancanaria, al que a la discutible construcción que empezó a desarrollarse desde 1965 de una gigantesca arteria de asfalto lindando con el mar tras ganarle terreno, se añade el desatino de no contar con un solo ejemplar en sus más de ocho kilómetros de recorrido peatonal entre Las Alcaravaneras al barrio de San Cristóbal.

A ello se suma que en su mediana de separación de carriles para el tráfico se optó por hilvanarla con una interminable cadena de palmeras washingtonias puramente ornamentales que, según Coello, «no generan sombra alguna y muchas veces son elegidas para negocio de las empresas».

Islas de calor

Estas grandes tiras de asfalto sobrecalentado por la exposición solar no solo incrementan significativamente la temperatura de la ciudad, porque funcionan como un perfecto calefactor para un aire que llega de mar a tierra, sino que según un estudio publicado en la revista Science Advances provoca a temperaturas altas la liberación a la atmósfera de aerosoles orgánicos secundarios perjudiciales para la salud provenientes del propio asfalto. 

En este sentido cabe destacar que cuando la temperatura ambiente supera los 30 grados centígrados el firme, dependiendo de su composición, puede llegar a ‘hervir’ hasta los 70 grados centígrados, lo que, junto con el cemento, que se eleva hasta los 60 grados en esas mismas condiciones, actúan de precursores de las llamadas islas de calor.

De espalda a la naturaleza

La arquitecta paisajista Flora Pescador, profesora de Urbanística y Ordenación del Territorio asevera que es perentorio eliminar estas islas de calor porque en las principales ciudades de Canarias «se vive de espalda a la naturaleza» con unos tejidos urbanos totalmente impermeabilizados en los que la temperatura se eleva de forma artificial. 

Frente a los discursos de éxito por parte de los propios ayuntamientos que califican sus masas arbóreas de ‘bosques urbanos’ para publicitar sus plantaciones y parque forestal, Pescador destaca un desafecto en las islas por los árboles “que es un rasgo cultural que remite a aquellos momentos en los que no teníamos agua, hace ya muchísimo tiempo, pero ahora podríamos tener ciudades mucho más verdes de las que tenemos porque somos pioneros en la desalación y depuración de aguas».

Desafecto ciudadano

Ejemplo de ese desdén ciudadano es que prácticamente no se producen protestas o apenas son testimoniales cuando árboles de gran porte, de 20 de 30 años de edad, son podados en exceso y «no surge ninguna protesta», como es el caso de los imponentes laureles de Indias de la Alameda de Colón de la capital grancanaria, en grave situación de deterioro, ni con los ejemplares trasplantados o talados que se encuentran o se encontraban en ruta de la futura Metroguagua

Ilustración de árboles en la ciudad.

Ilustración de árboles en la ciudad. / Adae Santana

También admite que el territorio es limitado y que registra una gran densidad poblacional, «con poco suelo» susceptible de recibir más arbolado, «pero se podría dar una mayor dimensión verde al barranco de La Ballena, como se hizo en el parque Juan Pablo II, que da gusto verlo, o en áreas perimetrales como San José del Álamo, pero sin duda a Las Palmas de Gran Canaria le falta un gran parque con una escala mucho mayor, y las ciudades canarias no están preparadas para esas dimensiones».

Pocos espacios verdes

Una falta de preparación que tiene que ver no solo con un territorio limitado sino por la trayectoria que ha experimentado su desarrollo. «Desde que se produjo la explosión del turismo en los años 60 las ciudades fueron creciendo en su número de habitantes, pero no en la misma proporción que sus espacios verdes. Para construir se exigían cesiones obligatorias de suelo, pero nunca se produjo una reserva estratégica importante, salvo en las zonas periurbanas, que espero que algún día sean esos grandes parques». 

En este aspecto abunda en que se podrían ejecutar «refugios climáticos para cubrir el déficit de vegetación, porque es necesario buscar la fórmula que permita introducir más verde. Antes era mucho más complicado, pero a día de hoy existen fórmulas para su mantenimiento que ofrezcan una convivencia con la naturaleza: nosotros somos parte de ese mundo y así lo tenemos que entender».

El árbol como objeto

Y es en esa incomprensión, en el concepto enquistado del árbol como mero objeto decorativo de quita y pon, en donde pone el dedo en la llaga Domingo Afonso, ingeniero agrónomo y portavoz de la plataforma que promueve, con un apoyo de 18.000 firmas, una Ley de Arbolado Urbano, cuyo trámite fue aprobado por unanimidad por el Parlamento de Canarias en 2022, un texto que insta a proteger todos los árboles urbanos del archipiélago, a realizar un inventario, prohibir su arranque, tala y poda agresiva y a elaborar un plan de arbolado en los municipios, planes de los que no dispone ninguna de las 88 localidades de Canarias, según afirma. 

Palmeras en la Avenida Marítima.

Palmeras en la Avenida Marítima de Las Palmas de Gran Canaria. / La Provincia

Afonso, al hilo de que lo expresa Pescador, asevera que en Canarias a los árboles se les reduce a la categoría de “mueble”. Lo que implica escabechinas generalizadas. «En Las Palmas se han afectado cientos de árboles en todo el trayecto de la Metroguagua; en Santa Cruz, lo mismo, la mayor parte de ellos enfermos por un mal cuidado; y en La Laguna cortaron ejemplares centenarios para ampliar la acera en el Camino Largo».

Podas agresivas

El ingeniero añade a este elenco «las talas agresivas, cuando no se puede cortar más de un tercio de la rama de un árbol, como está publicado en el BOC», todo ello en una Comunidad Autónoma «donde no existe ninguna ordenanza municipal que los regule». 

Ordenanza que, de existir, según detalla un ingeniero especializado en silvicultura, tendría que ajustarse a las mismas labores que se emplean en las zonas forestales del archipiélago.

«La arboricultura que se emplea en parques y jardines», detalla, «es heredera de la hortofruticultura, que es la que corta el manzano o el peral para que el agricultor pueda coger la fruta y la que abre la copa para que de más flor y aumente la producción, y esas técnicas no se pueden ejecutar de ninguna manera a un laurel de Indias de cualquier plaza, al que vemos afeitado, en un espacio limitado, en el que no ha podido desarrollar todo su potencial, y por tanto, está mutilado».

Esto «es generalizado. En Moya le acaban de meter un desmoche a los árboles situados frente a su casa de la cultura, pero de ninguna manera es el único caso, pasa en todos los municipios, y por ese motivo hay que llevar la silvicultura a los pueblos y ciudades porque con ella se trabaja con la cobertura, el porcentaje de superficie en sombra y no tanto en el número de árboles, que es irrelevante cuando plantas una hilera de palos, frente a un ejemplar de gran porte y amplia copa». 

Catálogo de errores

El catálogo de errores incluye unos alcorques «de dimensiones ridículas, con respecto al futuro tamaño del ejemplar», la falta de un sustrato en condiciones que permitan la sustentación, la alimentación y el oxigenado o la plantación sobre bases de cemento con poca casi ninguna cobertura de tierra fértil.

También afecta «el descuidado tanto en los riegos, en el abono, en el tratamiento de plagas y enfermedades, «o en la ejecución de obras de alcantarillado o cableado, en el que unos pocos operarios pueden cargarse filas enteras por vertidos o lechadas de cemento». 

Ilustración de áboles en la ciudad.

Ilustración de áboles en la ciudad. / Adae Santana

Por eso, alerta por último, que se hace «urgente contar con un manual de buenas prácticas para Canarias diferenciado por comarcas, porque no es lo mismo plantar en Vilaflor, en Telde o en Puerto del Rosario: en alboricultura está todo inventado, pero no hemos conseguido que las administraciones lo apliquen». Con excepciones, pero lejos de aquí

Más calidad que cantidad

Borja Rodríguez es concejal de Modelo de Ciudad, Urbanismo y Medio Ambiente de la Capital Verde Europea 2012, y Global Green City en 2019: Vitoria-Gasteiz, con sus más de 26 metros cuadrados de parque por habitante. Su masa arbolada la convierte en la capital de provincia con el índice más alto de zona verde por habitante de España, superando las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud con más de 112.000 árboles de 150 especies distintas para un censo de 259.000 personas.

Rodríguez afirma que, una vez logrado este tesoro arbóreo, desde 2021 han emprendido nuevas medidas orientadas para darle una vuelta más, giro en el que capta la opinión de los mejores expertos.

«Creemos», explica, «que no debemos centrarnos tanto en el número de árboles que colocamos o sustituimos, sino en su calidad. Queremos que Vitoria-Gasteiz tenga árboles grandes, que puedan desarrollarse mejor, que den beneficios ambientales y sombreado, que favorezcan la biodiversidad, que sean más resistentes a las plagas y que se adapten a las condiciones que debemos prever como consecuencia del cambio climático».

«Un planteamiento», en definitiva, «que busca la excelencia, con grandes avenidas arbóreas destacables, donde los beneficios sean plausibles y efectivos. Por eso se debe preparar bien el terreno, colocar especies más adecuadas para el entorno en el que se plantarán y encargarse del mantenimiento», porque, según especifica, «el arbolado disminuye la temperatura en las calles, enriquece la biodiversidad en el medio urbano, revaloriza sus áreas haciéndolas más amables y favorece la salud de las personas». De hecho, Vitoria-Gasteiz se ha aupado en el top 10 de las ciudades con mayor esperanza de vida de todo el país

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