Opinión | Ida y vuelta

Antonio María González Padrón, el cronista

Antonio María González Padrón.

Antonio María González Padrón. / José Pérez Curbelo

Hay personas que se significan por su dedicación y sus desvelos hacia los municipios en que nacieron. A Antonio María le debemos jornadas intensas en la Casa-Museo León y Castillo, que con él llegó a altos objetivos. Celebramos una amistad de muchos años y múltiples encuentros tanto en la isla como en Madrid, con gente como Luis Arencibia, Máximo Riol, Andrés Delgado, Heidi Medina y los amigos de la Casa de Canarias cuando estaba ubicada en la calle Jovellanos, 5, frente al Teatro de la Zarzuela.

Entre docenas de actos en los que colaboramos, en la Casa-Museo teldense fue memorable la presentación de un libro del poeta Leopoldo María Panero con ilustraciones de Luis Arencibia, pues pudimos realizarlo a pesar de la agitación que Panero presentaba por su enfermedad mental. Muchas fueron las actividades literarias y los debates en que intervinimos en aquella etapa, y constante fue el apoyo que Antonio brindó al libro Las espiritistas de Telde, pese a que en un primer momento fue rechazado por la población más conservadora, aunque al cabo del tiempo el propio ayuntamiento fomentó el lema «Telde, ciudad de las brujas.» Como historiador, González Padrón supo analizar el triste episodio del 28 de abril de 1930, el primer crimen esotérico de España como señaló en la prensa el especialista tinerfeño José Gregorio González. Pronto se cumplirá un siglo de aquel suceso.

Coincidimos en la reciente edición de la Feria del Libro de Telde, y en su intervención se quejaba de que actualmente no existe la actitud de lucha y reivindicación del protagonismo de su ciudad, que ahora suena menos, como si en cierto modo se hubiese devaluado debido a la escasa combatividad de sus políticos y de sus ciudadanos. Señaló que no solo los representantes públicos sino también sus habitantes luchan menos que antaño por defender los intereses locales, el empuje de una ciudad que supera los cien mil. Por otra parte, pudiera ser que Telde se ha ido devaluando en su oferta cultural y ahora tienen más proyección las actividades que organizan Arucas y los municipios del noroeste, sobre todo Gáldar.

Hay cronistas que ejercen con oficio y persistencia, personas como José A. Luján, distinguido de Artenara, o María Victoria Hernández, en Los Llanos de Aridane, o Francisco Suárez Moreno en La Aldea de San Nicolás, y tantísimos otros. Ellos han buscado en archivos, han generado publicaciones valiosas sobre acontecimientos de sus respectivas zonas, se han preocupado por las fiestas populares, por las tradiciones y por glosar a personajes destacados en distintas facetas. Y Antonio, además de ser Licenciado en Filosofía y Letras, en la sección de Geografía e Historia, y especialista en Historia del Arte por la Universidad de La Laguna, ha sido presidente de la Asociación de Amigos de las Casas-Museos y Fundaciones de Escritores de España y Portugal. También es académico correspondiente de la Real Academia de la Historia; miembro de Número de El Museo Canario y de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria. Fue nombrado cronista oficial de su ciudad el 7 de noviembre de 1985; y su Ayuntamiento le reconoció como Hijo Predilecto el 13 de junio de 2008.

González Padrón se distingue por su constancia y dedicación a los demás. Además fue el primer presidente de la Junta de Cronistas Oficiales de Canarias, entre 2003 y 2006. Es premio Puertos de Las Palmas y pertenece al Comité Científico del Museo de Bellas Artes de la capital. Ha sido, sobre todo, un buen dinamizador cultural y un hombre generoso, padre del poeta Luis Antonio. Tras su jubilación, ha intensificado sus apariciones públicas, así participa en un ciclo de charlas sobre las reinas de España y escribe puntualmente notas sobre personajes y circunstancias de su ciudad. La jubilación no ha sido para él la inactividad, sino que le ha supuesto emprender otras actividades, que dan ejemplo de su trabajo, de su bonhomía, su patriotismo y de su altura de miras.