El padre de Yassir, el joven asesinado en Telde: «No entendemos qué pasó, solo queremos traerlo de vuelta a casa»

Rachid Rami, el padre del fallecido, habla desde la ciudad marroquí de Beni Melal: «Quería cambiar su vida. Fue a Canarias para buscar un futuro»

La víctima, apuñalada la semana pasada en el parque Arnao, llegó a Gran Canaria en 2021, con 15 años; un año antes ganó en Marruecos un campeonato de taekwondo

Asesinato en el parque Arnao de Telde

La Provincia

Desde la ciudad de Beni Melal –en el centro de Marruecos– a Telde hay mil kilómetros en línea recta, incontables horas a bordo de una patera surcando el mar y multitud de sueños rotos y vidas truncadas en busca –en la mayoría de los casos– de un futuro mejor en España. Desde allí partió hace tres años Yassir Rami, el joven asesinado de una puñalada en el pecho en el parque Arnao la semana pasada. Entonces tenía 15 años y ese día fue el último que su familia lo vio. 

El viernes, 31 de mayo, por la mañana, Yassir llamó a su madre. «Mamá, quiero ir a Marruecos, quiero veros. Espero ir pronto», le dijo. Unas horas más tarde, la familia recibió una nueva llamada; esta vez, para informarles de que el joven había sido asesinado

Su padre, Rachid Rami, atiende por teléfono a LA PROVINCIA/Diario de Las Palmas desde la vivienda familiar, esa que su hijo abandonó en 2021, y a la que esperan que vuelva pronto, en cuanto los trámites lo permitan, para poder enterrarlo. «Él quería cambiar su vida», dice Rachid sobre los motivos que llevaron a su hijo a subirse solo a una patera y trasladarse a España. En Beni Melal no veía futuro; no en vano (según las asociaciones de ayuda humanitaria) es la segunda región más pobre de Marruecos.

Allí, los que pueden viven de la agricultura; los que no, luchan por sobrevivir; y el tercer grupo se marcha. Por ello, desde hace años se ha convertido en una de las principales ciudades emisoras de emigrantes hacia España

Rachid no habla español, tampoco francés. Es su cuñado quien hace de traductor para que la conversación se desarrolle durante los minutos en que el progenitor logra mantener la calma. «Desde que mi hermana y él se enteraron lo único que hacen es llorar. Madre mía, lloran todo el día. Lo que pasó es increíble. No podemos creerlo. El corazón se nos sale pensando que lo mataron...», cuenta el tío del joven.

Una vez se recompone, Rachid regresa a la conversación y pide una cosa. «¿Cuándo vamos a tener el cuerpo? Solo queremos traerlo de vuelta a casa», confiesa. El Consulado de Marruecos apura los trámites para, una vez la Justicia dé el visto bueno, repatriarlo. Puede que sea solo cuestión de días. «Así no se puede vivir».

El progenitor logra hablar de la infancia de su hijo. «Desde que nació hasta grande le gustó el kárate, el taekwondo. Su madre y yo íbamos con él. Jugaba desde pequeño...», revela: «En 2020 ganó un campeonato júnior en Marruecos». 

De un centro a la calle

«Él era bueno, amable... No entendemos qué pasó», repite sobre el crimen. No saben si cambió, si se metió en problemas o se juntó con quien no debía, pero con esa imagen de deportista es con la que se quiere quedar. «Fue a Canarias para buscar un futuro. Estaba contento ahí. Nos decía que quería quedarse, que quería jugar a kárate, trabajar en los plátanos, en una obra... Lo que fuese», explica sobre las conversaciones que mantenían sobre el futuro. 

Rachid afirma que su hijo ingresó en un centro de acogida para menores migrantes en Gran Canaria desde 2021, pero lo abandonó hace solo dos meses, al cumplir los 18 años. «En abril salió de allí. Pero no sabemos dónde vivía, no sabemos nada de eso. Llamaba poco, solo cuando podía». Tal vez Yassir (que en un primer momento trascendió, debido a un error, que se llamaba Yessine) no quería preocuparlos.

Mourad, el presunto asesino, en el momento en el que compró el cuchillo

Mourad, el presunto asesino, en el momento en el que compró el cuchillo / LP/DLP

El viernes pasado, tras esa llamada en la que les dijo que pensaba ir a visitarlos, Mourad Boumeheta, otro joven marroquí de 18 años, lo apuñaló con un cuchillo recién comprado en el parque Arnao, donde Yassir estaba con tres amigos. «No sabemos quién es. No se conocían. Solo sabemos que es de una región al sur de Marruecos», contesta, en esta ocasión, su tío. «Queremos saber qué pasó», demanda. 

Mourad llegó a Gran Canaria desde Lanzarote solo tres días antes de acabar con la vida de Yassir, y en Lanzarote residió en centros de acogida desde octubre hasta abril, cuando alcanzó la mayoría de edad.

Casa okupa

Por la noche del fatídico viernes, este familiar asevera que Rachid recibió dos llamadas: del centro en el que Yassir había estado y de un amigo. El resultado de las dos fue el mismo: le comunicaron que su hijo había muerto. Desde entonces, solo hay lágrimas en la casa de Beni Melal.

A Gran Canaria se ha trasladado Mohamed, un amigo de Rachid que emigró a Barcelona hace años para ayudar en los trámites. Desde el lunes acude cada día al juzgado y habla con el Consulado para saber cómo avanza el proceso de repatriación. Él es quien tiene más información –o más hipótesis– sobre lo sucedido.

«Los amigos no saben por qué pasó. Han hablado con la Policía ya y dicen que el asesino se acercó y apuñaló a Yassir», explica Mohamed a este diario. 

Pero hay un amigo de Yassir, residente todavía en el centro de menores, que sí que quiso hablar con Mohamed. «No sé si es verdad o no, porque Yassir era muy tímido, ya lo era de pequeño en el pueblo. Este amigo me dijo que Yassir vivía en una casa abandonada, okupa, desde que salió del centro. Conoció a Mourad y, como no tenía dónde dormir, Yassir le dejó ir al piso. Le dejó ropa, comida... Y el otro lo mató. No entiendo», declara sobre el posible desencadenante del crimen. Mourad, tras ser detenido solo un día después del asesinato del parque Arnao, se negó a declarar. El juez lo envió el lunes a prisión. Tal vez solo él tenga la respuesta de por qué mató a Yassir.